NARRA MARTHA
Mi habitación de pintura solía estar
siempre ocupada, ya fuera por mí o Stuart que pintábamos sin cesar o por Astrid
o John que a veces les gustaba sentarse a observarnos trabajar. En lo que a
John respectaba, decía que me veía condenadamente sensual trabajando de esa
forma tan concentrada. Mentiroso.
Pero hoy Stu y yo pintábamos otra cosa,
nada más y nada menos que las paredes de la habitación, pues había decidido que
se veían demasiado simples. Tal vez si fuera la misma chica de Liverpool me
habría dado igual, pero Hamburgo y en especial el aire bohemio que circulaba en
esa parte de la ciudad me había influenciado irremediablemente y ahora lo veía
todo completamente diferente. Eso incluía, obviamente, la habitación en la que
ahora trabajábamos incansables.
Stu lucía despreocupado, pero yo esperaba
la pregunta que rondaba por su cabeza desde que entramos allí. Finalmente
frunció los labios en una mueca preocupada y me miró desde el fondo de sus ojos
penetrantes.
Stu: ¿Estás bien?
Resoplé exasperada. Aún sabiendo lo que iba
a preguntar, esa pregunta me parecía demasiado estúpida.
Yo: No es como si me hubieran disparado o
algo, solo me desmayé.
Stu: Bueno… de hecho caíste y te chocaste
contra una silla. Pudo haber sido algo grave. – su tono protector me sacó una
sonrisa. Era adorable en todos los sentidos.
Yo: No es lo que piensan los doctores. Me
revisaron todo y dijeron que me encontraba perfectamente.
Stu: Precisamente eso es lo que me
preocupa. – gruñó escéptico. Solté una carcajada, después de todo este tiempo, él
seguía sin confiar en los doctores. – En fin, ¿vas a decirme qué pasó en
realidad? Porque ambos sabemos qué es lo que pasa cada que te desmayas.
Apreté los labios. No quería pensar en eso
ahora.
(FLASHBACK)
No sé exactamente en qué momento había
decidido volver con los chicos al pub y pasar ahí la noche del viernes, sin
embargo, ahí estaba, caminando en medio de la oscuridad de la noche que se
desvanecía a medida que avanzábamos por las calles, y los letreros repletos de
la sofocante luz de neón aparecían ante nosotros anunciando todo tipo de cosas.
Traté de no sentirme incómoda, ellos por su parte, fingieron no ver los
anuncios.
Sin embargo, aunque la intención de esa
salida era distraerme un poco, seguía rondando por mi cabeza la extraña visita
de la que nadie quería hablar al respecto. Hum…
Voz: ¿Sigues pensando en eso?
Yo: No veo nada de malo en seguir
haciéndolo.
Voz: De hecho no, pero no entiendo porqué no confías en mí y lo dejas
de lado.
Yo: Francamente, en lo último en lo que
confiaría sería en un fantasma.
Voz: A pesar de todo deberías hacerlo…
Traté de ignorar la voz en mi cabeza
mirando a los chicos tocar en tarima, se veían muertos de sueño, pero aún así
llenos de energía, preparados para explotar. Las visitas del John-fantasma se
habían vuelto más comunes y se aparecía en lugares tan inesperados y de formas tan
inapropiadas, que había aprendido a hablar con él como si fuera una persona
común y corriente, lo cual a veces era merecedor de miradas raras por parte de
la gente que pensaba que había perdido el juicio.
Miré con detenimiento el escenario y
entonces noté que Stu no estaba con ellos. Otra vez. Sabía que esas constantes
ausencias por parte del chico no le hacían demasiada gracia al resto de la
banda, en especial a Paul que, si no fuera por la intervención de John, habría
sacado a Stu hace milenios. Pero John lo quería demasiado, así no lo admitiera,
y eso hacía la estancia de Stu en la banda algo irrevocable, aunque el propio
Stu no estuviera demasiado interesado en ella.
Por supuesto que no estaba preocupada por
su paradero, sabía exactamente dónde estaba. Fue por eso que Astrid me había
dejado tirada a la salida de la escuela de artes, se habían ido juntos al cine.
Qué parejita.
Klaus llegó instantes después de que yo
notara la ausencia de Stu, me saludó con una amplia sonrisa y luego se sentó a
mi lado, disfrutando de la función e invitándome un trago. Realmente le
encantaba la música que tocaban, era algo de admirar.
Aún con el trago entre las manos, paseé mi
mirada de nuevo por sobre John. Sus ojos oscuros no mentían, estaba preocupado
por mí. Esbocé una sonrisa para tranquilizarlo y me acabé el trago de un sorbo.
X: ¡Klaus! Hola, ¿qué haces aquí?
Klaus: Eh… Martha me invitó.
La mirada de curiosidad de Astrid me
recorrió de arriba abajo, pero no le di importancia. Había pocas cosas que me
importaran ahora, Hamburgo era un lugar tremendo para cambiar a la gente. Stu
le soltó la mano a su chica y luego de besarla apasionadamente, corrió a la
tarima, donde agarró el bajo que esperaba impaciente por él y empezaba a tocar.
Estaba a punto de enfrentarme a la mirada
llena de preguntas de Astrid cuando de repente todo se tornó oscuro y de un
momento a otro, caí al suelo.
(FIN FLASHBACK)
Stu: ¿Y? ¿Qué pasó después?
Yo: Sería lindo que por una vez me dejaras
acabar mi historia.
Stu esbozó media sonrisa.
Stu: De acuerdo, termina.
X: ¡Traje comida!
Stu: Oh Astrid, incluso nuestros estómagos
deben estar conectados si sabes el preciso momento en el que tengo hambre. –
soltó él con una mirada enamorada y prácticamente voló sobre la comida.
Astrid: Prefiero no pensar en los detalles
gráficos de lo que acabas de decir, pero supongo que hablando metafóricamente,
sí, estamos más conectados de lo que creíamos. – se rió la recién llegada, dejando la bandeja
de galletas y las Coca – Cola en una silla. Ladeó la cabeza y miró
detenidamente la pared. – Es increíble… necesito fotografiar eso.
Y salió corriendo con sus movimientos
gráciles de bailarina.
Yo: Creo que… está quedando algo oscuro,
¿no?
Stu: Buen plan, pero no me cambies de tema.
Por otro lado, tienes razón podríamos ponerle algo de…
Yo: Azul. ¿O naranja? ¿Qué tal verde? –
respondí con la mirada aún fija en la pared. Esperé a que Stu hablara, pero
luego de un rato sin obtener una palabra, volteé y lo observé en el piso
agarrándose la cabeza y gimiendo de dolor.
Yo: Oh mierda Stu, no es momento para eso,
se supone que yo soy a la que le dan ataques, no a ti. – dije en medio de mi angustia,
mientras me agachaba y lo sostenía de la camisa. El dolor que se percibía en
sus ojos era casi contagioso, algo inaguantable en grado sumo… frente a lo que
yo no podía hacer nada, así que me limité a abrazarlo mientras esperaba que se
calmara.
Luego de un rato, se calmó y enderezándose
un poco, tomó un sorbo de Coca – Cola. Lo miré expectante. ¿Qué demonios había
sido eso?
Pero antes de que pudiera formular
cualquier tipo de pregunta, Astrid apareció nuevamente en la habitación.
Astrid: ¡Hora de las fotos! Vamos chicos,
no se hagan rogar, los necesito a ambos allí, es evidencia.
Y como si nada hubiera pasado nunca, Stu se
levantó entusiasmado y posó frente a la cámara. Por mi parte, seguía tan en
shock que no pude mover un músculo.
Astrid: Oh vamos Martha, no seas tímida.
Ven.
Tratando de restarle importancia a lo que
había acabado de pasar, me uní a ellos y luego de toda una sesión fotográfica,
Astrid se fue y volvimos a nuestro trabajo.
Stu rehuía mis ojos y se veía tan
concentrado, que por un momento me pareció una ofensa enorme el solo hecho de
interrumpirlo. Pero al demonio con eso.
Yo: ¿Qué fue lo que te pasó hace un rato? –
pregunté dejando de pintar y mirándolo directo a los ojos. No hubo respuesta. –
Oye, puede que estés engañando a Astrid, pero a mí no, no después de lo que
acabo de ver. ¿Qué fue eso, Stu?
Él se encogió de hombros y finalmente me
miró.
Stu: Solo son dolores de cabeza… nada de
qué preocuparse.
Yo: No me pareció eso.
Stu: Pues eso es. Nada más.
Yo: Y si solo es eso ¿por qué no le dices a
Astrid?
Su labio tembló un poco antes de responder.
Stu: No quiero preocuparla, se pondría
histérica.
Yo: Bueno, pues más te vale que vayas a un
doctor o le contaré todo.
No respondió nada, pero su mirada me
confirmó que lo haría. Con esa casi- confirmación, seguí pintando relajada.
Stu: ¿Y bien?
Esa pregunta me tomó por sorpresa. Esperaba
que se le hubiera olvidado todo con ese dolor… mierda.
Yo: ¿Y bien qué? – contesté fingiendo
indiferencia.
Stu: No finjas que no sabes de qué te
hablo, ¿me vas a acabar de contar?
Me mordí el labio antes de contestar.
Yo: Primero dime qué pasó cuando me
desmayé.
Su rostro se tornó sombrío y negó con la
cabeza.
Stu: Le dije a Paul que era mala idea…
(FLASHBACK – NARRA STU)
Desde nuestra posición en la tarima lo
vimos todo. La expresión vacía de Martha antes de su irremediable caída, que
para su desgracia, también incluyó un fuerte golpe en la cabeza con la silla
que tenía cerca.
Fue como si les hubieran disparado, de
inmediato John y Paul salieron corriendo hacia ella, que reposaba en los brazos
de una muy angustiada Astrid.
John: ¡Martha! ¡Nena, despierta!
X: Chicos, vuelvan al escenario. – gruñó una
voz que conocíamos bastante bien. El maldito dueño del local que nos explotaba
sin misericordia le estaba dando órdenes a John. Mala idea.
Un puñetazo rápido cruzó el aire que
separaba a John del bastardo y se estampó directo en su nariz. Un “crack”
resonó en toda la habitación mientras que el pesado cuerpo del jefe caía en el
suelo, dejando un desastre de sangre en su camisa que provenía de su nariz
recién rota.
Paul: ¿Qué demonios estás haciendo? – gruñó
cuando vio que John la levantaba en brazos.
John: La voy a llevar a un hospital, ¿tú
qué crees?
Paul: Vas a matarla con el frío que hace
afuera.
John: ¡Cállate McCartney, yo sé lo que
hago!
Astrid: No, no lo sabes. Paul tiene razón,
Klaus y yo la llevaremos al hospital en su auto. – la voz femenina sonaba
autoritaria en medio del caos y nadie se atrevió a contradecirla. Me dirigió
una mirada comprensiva y lanzándome un beso, salieron ella, Klaus y John
llevando a Martha en brazos. Fue imposible persuadir a John de que se quedara,
era un terco irremediable.
Paul, George y yo – Pete había desaparecido
– nos enfrentamos al jefe recién levantado “voy a matar a ese inútil” “ni piensen
en volver” y luego de calmarlo a medias, fuimos al hospital para acompañar a
Astrid y los chicos.
George: Sabes que si John te ve aquí va a
matarte, ¿cierto? – dijo una vez entramos al hospital.
Paul se encogió de hombros.
Paul: Es mi amiga también, puede intentarlo
si quiere, pero no voy a dejarla.
Yo: Haz lo que quieras, pero no digas que
no te lo advertimos.
Y dejándolo atrás, fui a hablar con la
recepcionista, que me dio información detallada de la paciente “Martha Lennon”.
Cuando volví, la mirada de Paul era apremiante.
Paul: ¿Y? ¿Dónde está Martha?
Yo: Está en observación, los doctores
tratan de averiguar la causa de su desmayo.
George: ¿Y John?
Yo: Imagino que está adentro, con ella.
Mis palabras se vieron confirmadas cuando
de repente la puerta de la habitación de Martha se abrió y John salió de ahí.
Se detuvo en la mitad del pasillo al vernos y le lanzó una mirada envenenada a
Paul.
John: ¿Qué haces tú aquí? – preguntó amenazador.
Paul: Lo mismo que tú. – respondió frunciendo
el ceño, sin dejarse intimidar. – Estoy preocupado por ella.
Los puños de John se apretaron
peligrosamente.
John: Preferiría que te largaras por tu
propia cuenta, antes de que te obligue yo.
Paul: ¿Me estás amenazando? – se burló. - No
voy a irme solo porque tú lo dices, me quedaré hasta que ella despierte.
Y se encaminó de inmediato hasta la puerta
de la habitación de Martha. Estaba a punto de entrar cuando otro hombre salió
de ahí. Vestía bata blanca.
Doctor: Lamento decirle que las visitas se
acabaron por hoy.
Y sacándonos a todos, cerró las puertas.
Luego de mucho discutir, decidí quedarme para esperar a que la chica de la
discordia despertara finalmente…
(FIN FLASHBACK – NARRA MARTHA)
Yo: Pero… cuando desperté estaban ambos
ahí.
Stu: Sí, porque pasaste más de un día
inconsciente. Ahora… ¿vas a terminarme de contar?
Yo: Eh…
Un estruendo proveniente de las escaleras
nos sacó de nuestra concentración y de la nada Astrid se apareció muy agitada.
Stu se acercó a ella preocupado y la chica empezó a sollozar.
Yo: ¿Qué? ¿Qué es lo que pasa Astrid?
Astrid: La… policía… - las palabras apenas
sí le salían de la boca. – quiere llevarse a Stu. Descubrieron que George es
menor de edad… van a deportarlos, Martha, a toda la banda.
Entendía lo que eso significaba para ella.
Iba a extrañar a Stu como loca, pero en ese instante solo pude pensar en John y
en cómo se estaría sintiendo luego de que sus sueños se vieran frustrados por
un pequeño desliz. Ahora que todo parecía ir tan bien…
Llegamos a la estación, escoltados por dos
policías. Ahí me encontré con la mirada iracunda de John, pero eso ya me lo
esperaba y no era nada que no pudiera manejar, así que ignorando las palabras
del policía, me acerqué y lo tomé por los hombros. Estaba temblando de rabia.
Yo: John… Johnny, dime qué es lo que está
pasando.
We're back, ladies, enjoy the present!!! Oh, hemos vuelto queridas, pueden llorar de alegría, pues NO NOS IREMOSSS!!!!
Bueno bueno, me quedé un poco sin palabras así que... solo les digo que lo disfruten!!
Besos, duerman muchooooo!
By: La increíblemente creativa mentecita de Mónica McCartney.
And: La redacción retorcida e impecable de Lady Mary - oh sí, al carajo la modestia jajaja -