domingo, 1 de diciembre de 2013

Capítulo 35

NARRA MARTHA

Mi habitación de pintura solía estar siempre ocupada, ya fuera por mí o Stuart que pintábamos sin cesar o por Astrid o John que a veces les gustaba sentarse a observarnos trabajar. En lo que a John respectaba, decía que me veía condenadamente sensual trabajando de esa forma tan concentrada. Mentiroso.

Pero hoy Stu y yo pintábamos otra cosa, nada más y nada menos que las paredes de la habitación, pues había decidido que se veían demasiado simples. Tal vez si fuera la misma chica de Liverpool me habría dado igual, pero Hamburgo y en especial el aire bohemio que circulaba en esa parte de la ciudad me había influenciado irremediablemente y ahora lo veía todo completamente diferente. Eso incluía, obviamente, la habitación en la que ahora trabajábamos incansables.

Stu lucía despreocupado, pero yo esperaba la pregunta que rondaba por su cabeza desde que entramos allí. Finalmente frunció los labios en una mueca preocupada y me miró desde el fondo de sus ojos penetrantes.

Stu: ¿Estás bien?

Resoplé exasperada. Aún sabiendo lo que iba a preguntar, esa pregunta me parecía demasiado estúpida.

Yo: No es como si me hubieran disparado o algo, solo me desmayé.

Stu: Bueno… de hecho caíste y te chocaste contra una silla. Pudo haber sido algo grave. – su tono protector me sacó una sonrisa. Era adorable en todos los sentidos.

Yo: No es lo que piensan los doctores. Me revisaron todo y dijeron que me encontraba perfectamente.

Stu: Precisamente eso es lo que me preocupa. – gruñó escéptico. Solté una carcajada, después de todo este tiempo, él seguía sin confiar en los doctores. – En fin, ¿vas a decirme qué pasó en realidad? Porque ambos sabemos qué es lo que pasa cada que te desmayas.

Apreté los labios. No quería pensar en eso ahora.

(FLASHBACK)

No sé exactamente en qué momento había decidido volver con los chicos al pub y pasar ahí la noche del viernes, sin embargo, ahí estaba, caminando en medio de la oscuridad de la noche que se desvanecía a medida que avanzábamos por las calles, y los letreros repletos de la sofocante luz de neón aparecían ante nosotros anunciando todo tipo de cosas. Traté de no sentirme incómoda, ellos por su parte, fingieron no ver los anuncios.

Sin embargo, aunque la intención de esa salida era distraerme un poco, seguía rondando por mi cabeza la extraña visita de la que nadie quería hablar al respecto. Hum…

Voz: ¿Sigues pensando en eso?

Yo: No veo nada de malo en seguir haciéndolo.

Voz: De hecho no, pero no  entiendo porqué no confías en mí y lo dejas de lado.

Yo: Francamente, en lo último en lo que confiaría sería en un fantasma.

Voz: A pesar de todo deberías hacerlo…

Traté de ignorar la voz en mi cabeza mirando a los chicos tocar en tarima, se veían muertos de sueño, pero aún así llenos de energía, preparados para explotar. Las visitas del John-fantasma se habían vuelto más comunes y se aparecía en lugares tan inesperados y de formas tan inapropiadas, que había aprendido a hablar con él como si fuera una persona común y corriente, lo cual a veces era merecedor de miradas raras por parte de la gente que pensaba que había perdido el juicio.

Miré con detenimiento el escenario y entonces noté que Stu no estaba con ellos. Otra vez. Sabía que esas constantes ausencias por parte del chico no le hacían demasiada gracia al resto de la banda, en especial a Paul que, si no fuera por la intervención de John, habría sacado a Stu hace milenios. Pero John lo quería demasiado, así no lo admitiera, y eso hacía la estancia de Stu en la banda algo irrevocable, aunque el propio Stu no estuviera demasiado interesado en ella.

Por supuesto que no estaba preocupada por su paradero, sabía exactamente dónde estaba. Fue por eso que Astrid me había dejado tirada a la salida de la escuela de artes, se habían ido juntos al cine. Qué parejita.

Klaus llegó instantes después de que yo notara la ausencia de Stu, me saludó con una amplia sonrisa y luego se sentó a mi lado, disfrutando de la función e invitándome un trago. Realmente le encantaba la música que tocaban, era algo de admirar.

Aún con el trago entre las manos, paseé mi mirada de nuevo por sobre John. Sus ojos oscuros no mentían, estaba preocupado por mí. Esbocé una sonrisa para tranquilizarlo y me acabé el trago de un sorbo.

X: ¡Klaus! Hola, ¿qué haces aquí?

Klaus: Eh… Martha me invitó.

La mirada de curiosidad de Astrid me recorrió de arriba abajo, pero no le di importancia. Había pocas cosas que me importaran ahora, Hamburgo era un lugar tremendo para cambiar a la gente. Stu le soltó la mano a su chica y luego de besarla apasionadamente, corrió a la tarima, donde agarró el bajo que esperaba impaciente por él y empezaba a tocar.

Estaba a punto de enfrentarme a la mirada llena de preguntas de Astrid cuando de repente todo se tornó oscuro y de un momento a otro, caí al suelo.

(FIN FLASHBACK)

Stu: ¿Y? ¿Qué pasó después?

Yo: Sería lindo que por una vez me dejaras acabar mi historia.

Stu esbozó media sonrisa.

Stu: De acuerdo, termina.

X: ¡Traje comida!

Stu: Oh Astrid, incluso nuestros estómagos deben estar conectados si sabes el preciso momento en el que tengo hambre. – soltó él con una mirada enamorada y prácticamente voló sobre la comida.

Astrid: Prefiero no pensar en los detalles gráficos de lo que acabas de decir, pero supongo que hablando metafóricamente, sí, estamos más conectados de lo que creíamos. – se rió la recién llegada, dejando la bandeja de galletas y las Coca – Cola en una silla. Ladeó la cabeza y miró detenidamente la pared. – Es increíble… necesito fotografiar eso.

Y salió corriendo con sus movimientos gráciles de bailarina.

Yo: Creo que… está quedando algo oscuro, ¿no?

Stu: Buen plan, pero no me cambies de tema. Por otro lado, tienes razón podríamos ponerle algo de…

Yo: Azul. ¿O naranja? ¿Qué tal verde? – respondí con la mirada aún fija en la pared. Esperé a que Stu hablara, pero luego de un rato sin obtener una palabra, volteé y lo observé en el piso agarrándose la cabeza y gimiendo de dolor.

Yo: Oh mierda Stu, no es momento para eso, se supone que yo soy a la que le dan ataques, no a ti. – dije en medio de mi angustia, mientras me agachaba y lo sostenía de la camisa. El dolor que se percibía en sus ojos era casi contagioso, algo inaguantable en grado sumo… frente a lo que yo no podía hacer nada, así que me limité a abrazarlo mientras esperaba que se calmara.

Luego de un rato, se calmó y enderezándose un poco, tomó un sorbo de Coca – Cola. Lo miré expectante. ¿Qué demonios había sido eso?

Pero antes de que pudiera formular cualquier tipo de pregunta, Astrid apareció nuevamente en la habitación.

Astrid: ¡Hora de las fotos! Vamos chicos, no se hagan rogar, los necesito a ambos allí, es evidencia.

Y como si nada hubiera pasado nunca, Stu se levantó entusiasmado y posó frente a la cámara. Por mi parte, seguía tan en shock que no pude mover un músculo.

Astrid: Oh vamos Martha, no seas tímida. Ven.

Tratando de restarle importancia a lo que había acabado de pasar, me uní a ellos y luego de toda una sesión fotográfica, Astrid se fue y volvimos a nuestro trabajo.

Stu rehuía mis ojos y se veía tan concentrado, que por un momento me pareció una ofensa enorme el solo hecho de interrumpirlo. Pero al demonio con eso.

Yo: ¿Qué fue lo que te pasó hace un rato? – pregunté dejando de pintar y mirándolo directo a los ojos. No hubo respuesta. – Oye, puede que estés engañando a Astrid, pero a mí no, no después de lo que acabo de ver. ¿Qué fue eso, Stu?

Él se encogió de hombros y finalmente me miró.

Stu: Solo son dolores de cabeza… nada de qué preocuparse.

Yo: No me pareció eso.

Stu: Pues eso es. Nada más.

Yo: Y si solo es eso ¿por qué no le dices a Astrid?

Su labio tembló un poco antes de responder.

Stu: No quiero preocuparla, se pondría histérica.

Yo: Bueno, pues más te vale que vayas a un doctor o le contaré todo.

No respondió nada, pero su mirada me confirmó que lo haría. Con esa casi- confirmación, seguí pintando relajada.

Stu: ¿Y bien?

Esa pregunta me tomó por sorpresa. Esperaba que se le hubiera olvidado todo con ese dolor… mierda.

Yo: ¿Y bien qué? – contesté fingiendo indiferencia.

Stu: No finjas que no sabes de qué te hablo, ¿me vas a acabar de contar?

Me mordí el labio antes de contestar.

Yo: Primero dime qué pasó cuando me desmayé.

Su rostro se tornó sombrío y negó con la cabeza.

Stu: Le dije a Paul que era mala idea…

(FLASHBACK – NARRA STU)

Desde nuestra posición en la tarima lo vimos todo. La expresión vacía de Martha antes de su irremediable caída, que para su desgracia, también incluyó un fuerte golpe en la cabeza con la silla que tenía cerca.
Fue como si les hubieran disparado, de inmediato John y Paul salieron corriendo hacia ella, que reposaba en los brazos de una muy angustiada Astrid.

John: ¡Martha! ¡Nena, despierta!

X: Chicos, vuelvan al escenario. – gruñó una voz que conocíamos bastante bien. El maldito dueño del local que nos explotaba sin misericordia le estaba dando órdenes a John. Mala idea.

Un puñetazo rápido cruzó el aire que separaba a John del bastardo y se estampó directo en su nariz. Un “crack” resonó en toda la habitación mientras que el pesado cuerpo del jefe caía en el suelo, dejando un desastre de sangre en su camisa que provenía de su nariz recién rota.

Paul: ¿Qué demonios estás haciendo? – gruñó cuando vio que John la levantaba en brazos.

John: La voy a llevar a un hospital, ¿tú qué crees?

Paul: Vas a matarla con el frío que hace afuera.

John: ¡Cállate McCartney, yo sé lo que hago!

Astrid: No, no lo sabes. Paul tiene razón, Klaus y yo la llevaremos al hospital en su auto. – la voz femenina sonaba autoritaria en medio del caos y nadie se atrevió a contradecirla. Me dirigió una mirada comprensiva y lanzándome un beso, salieron ella, Klaus y John llevando a Martha en brazos. Fue imposible persuadir a John de que se quedara, era un terco irremediable.

Paul, George y yo – Pete había desaparecido – nos enfrentamos al jefe recién levantado “voy a matar a ese inútil” “ni piensen en volver” y luego de calmarlo a medias, fuimos al hospital para acompañar a Astrid y los chicos.

George: Sabes que si John te ve aquí va a matarte, ¿cierto? – dijo una vez entramos al hospital.

Paul se encogió de hombros.

Paul: Es mi amiga también, puede intentarlo si quiere, pero no voy a dejarla.

Yo: Haz lo que quieras, pero no digas que no te lo advertimos.

Y dejándolo atrás, fui a hablar con la recepcionista, que me dio información detallada de la paciente “Martha Lennon”. Cuando volví, la mirada de Paul era apremiante.

Paul: ¿Y? ¿Dónde está Martha?

Yo: Está en observación, los doctores tratan de averiguar la causa de su desmayo.

George: ¿Y John?

Yo: Imagino que está adentro, con ella.

Mis palabras se vieron confirmadas cuando de repente la puerta de la habitación de Martha se abrió y John salió de ahí. Se detuvo en la mitad del pasillo al vernos y le lanzó una mirada envenenada a Paul.

John: ¿Qué haces tú aquí? – preguntó amenazador.

Paul: Lo mismo que tú. – respondió frunciendo el ceño, sin dejarse intimidar. – Estoy preocupado por ella.

Los puños de John se apretaron peligrosamente.

John: Preferiría que te largaras por tu propia cuenta, antes de que te obligue yo.

Paul: ¿Me estás amenazando? – se burló. - No voy a irme solo porque tú lo dices, me quedaré hasta que ella despierte.

Y se encaminó de inmediato hasta la puerta de la habitación de Martha. Estaba a punto de entrar cuando otro hombre salió de ahí. Vestía bata blanca.

Doctor: Lamento decirle que las visitas se acabaron por hoy.

Y sacándonos a todos, cerró las puertas. Luego de mucho discutir, decidí quedarme para esperar a que la chica de la discordia despertara finalmente…

(FIN FLASHBACK – NARRA MARTHA)

Yo: Pero… cuando desperté estaban ambos ahí.

Stu: Sí, porque pasaste más de un día inconsciente. Ahora… ¿vas a terminarme de contar?

Yo: Eh…

Un estruendo proveniente de las escaleras nos sacó de nuestra concentración y de la nada Astrid se apareció muy agitada. Stu se acercó a ella preocupado y la chica empezó a sollozar.

Yo: ¿Qué? ¿Qué es lo que pasa Astrid?

Astrid: La… policía… - las palabras apenas sí le salían de la boca. – quiere llevarse a Stu. Descubrieron que George es menor de edad… van a deportarlos, Martha, a toda la banda.

Entendía lo que eso significaba para ella. Iba a extrañar a Stu como loca, pero en ese instante solo pude pensar en John y en cómo se estaría sintiendo luego de que sus sueños se vieran frustrados por un pequeño desliz. Ahora que todo parecía ir tan bien…

Llegamos a la estación, escoltados por dos policías. Ahí me encontré con la mirada iracunda de John, pero eso ya me lo esperaba y no era nada que no pudiera manejar, así que ignorando las palabras del policía, me acerqué y lo tomé por los hombros. Estaba temblando de rabia.

Yo: John… Johnny, dime qué es lo que está pasando.


 We're back, ladies, enjoy the present!!! Oh, hemos vuelto queridas, pueden llorar de alegría, pues NO NOS IREMOSSS!!!!
Bueno bueno, me quedé un poco sin palabras así que... solo les digo que lo disfruten!!
Besos, duerman muchooooo!

By: La increíblemente creativa mentecita de Mónica McCartney.
And: La redacción retorcida e impecable de Lady Mary - oh sí, al carajo la modestia jajaja -