domingo, 21 de abril de 2013

St. Peter's Church

Atención: Capítulo particularmente largo, si no tiene tiempo, no lo lea, la idea es que lo disfrute. Dicho todo este preámbulo, continúe leyendo este pequeño monstruo.

(NARRA MARTHA)

Me desperté cuando escuché un ruido en mi ventana. Eran como… rasguños, golpecitos, así que me levanté y me acerqué a ella pensando que sería simplemente un gato o un animal de esos que les gustaba pasearse por mi techo. Aunque no era lo que esperaba…

Yo: ¡AHHHHHHHH!

X: Martha, ayúdame por favor, ¡me voy a caer!

¡Era una persona! Y no cualquier tipo de persona, ¡era un hombre! ¡Un hombre en mi ventana!

Yo: ¡Tú aléjate maldito pervertido! ¡¿Qué haces en mi ventana?!

X: ¡Maldición Martha, soy yo, AYÚDAME!

¡Me conocía! Podía ser John o George… Me acerqué sigilosa y alarmada, si se caía, nunca me lo perdonaría. Pero… sólo era Stu.

Yo: Ah, eres tú. Mátate si quieres, pero limpia la sangre al final, por favor. – dije restándole importancia.

X: ¡Por favor Martha, es lo último que te pido! Además no podrás cargar con una muerte en tu vida, sería bastante traumante, ¿no crees?

Volteé los ojos y lo ayudé, porque desgraciadamente tenía razón. Entró a mi cuarto agitado y dejó algo sobre mi cama. Lo tomé curiosa y vi que era mi cuadro, el que había hecho con tanta pasión. ¿De dónde lo había sacado? Seguro John lo había tirado por la ventana y Stu lo había encontrado en el patio. Suspiré y me senté mientras miraba nostálgica esa obra de arte. Él se apoyó en mi mesa.

Stu: Dibujas increíble.

Yo: Sólo lo dices porque te dibujé a ti, egocéntrico. – respondí sonriendo. Él también sonrió.

Stu: No solo por eso, es por lo que expresa. Siento el dolor solo de verlo, pero también percibo amor.  – Enarqué una ceja y él carraspeó incómodo. – Los colores y matices le dan un aire bastante original… me encantó.

Yo: Sí bueno… - me levanté y puse el cuadro sobre el caballete en el que había estado originalmente y me crucé de brazos – Gracias, supongo. Te puedes ir ya.

Él se me acercó vacilante, pero yo no me inmuté. No aparentemente claro, mi estómago seguía retorciéndose cada vez que me miraba con esos ojos profundos…

Stu: Hablemos.

Yo: No hay nada de qué hablar.

Stu: Martha…

Martha: Vete, por favor. – rogué cerrando los ojos. Esto estaba doliendo demasiado como para permitirlo. Oí cómo suspiraba y sentí un cálido beso en mi mejilla. Escuché el sonido de la ventana cerrándose mientras una lágrima rebelde se escurría por mi rostro.

Abrí  los ojos y lo busqué con la mirada, todavía tenía la esperanza de que siguiera aquí. Nada, se había ido. Sollocé y estallé en llanto sobre mi cama.

Volví a soñar con los que suponía eran mis padres, pero esta vez fue diferente, esta vez yo estaba con ellos.
O yo pensaba que esa niñita de moñitas rosadas era yo, de niña claro. Aunque era absurdo, a esa edad yo ya estaba con Mimi. Estaba jugando junto a la mujer que identificaba como mi madre en un lugar que se me hacía bastante familiar, era el jardín de la Iglesia de San Pedro. Y me desperté bruscamente.

Julio 6, 1957

Me levanté molesta porque me habían interrumpido mi sueño, y como no podía ser coincidencia, tenía una gran sospecha sobre el culpable de eso. Me dirigí al baño descalza como siempre, pues había alfombra, pero un agudo dolor en la planta del pie me obligó a sentarme en el suelo de sopetón. Miré y extraje un trozo de vidrio que se había incrustado ahí. Uhm…

Entonces me di cuenta de la fuente del estallido que me había despertado. Ahí, descaradamente acomodada sobre la alfombra,  había una roca con una nota encima. La tomé con curiosidad y la abrí; de inmediato reconocí la ilegible letra de John.

“Nos vemos mañana en la iglesia de san pedro, mi banda tocara alla. Si no vas, le diré a Stu que besaste a George y quedaras como una puta. Muehehehe, descansa hermanita. John”

Así que sí había sido él, aparte de amenazarme, rompió mi ventana y por eso me había herido el pie. Estúpido.

Aunque lo curioso era que se me había cumplido el sueño, iba a ir a la Iglesia de San Pedro de todas formas. Qué raro, tal vez podía predecir el futuro. Esa idea me alegró un poco y empecé a limpiar las esquirlas que aún quedaban en el suelo.

Justo cuando terminé, mi puerta tembló por los estruendosos golpes que la persona al otro lado producía; obviamente John, Mimi no era capaz de semejante indecencia.

Yo: ¿Qué? –espeté fastidiada en cuanto abrí la puerta.

John me miró con una fingida inocencia.

John: ¿Puedo pasar?

Yo: ¿Quieres limpiar el desastre que hiciste? Con mucho gusto Johnny, pasa.

John: Ah… en ese caso, me quedo aquí. Solo te quería recordar lo de hoy…

Yo: Sí bueno, dudo que lo olvide, dada la forma en la que me avisaste.

John: Perdón por eso, no me pude resistir – dijo con una media sonrisa.

Yo: En ese caso, tampoco te podrás resistir a pagar la ventana, después de todo, no querrás que le diga a Mimi porqué está rota…

Él gruñó, pero sacó un fajo de billetes del bolsillo trasero de su pantalón. Lo miré con sorpresa.

Yo: ¿Robaste un banco o algo así?

John: No, me pagaron por una presentación que hicimos en un club. ¿Te alcanza?

Yo: ¿Te pagan por hacer ruido? Vaya que les sobra dinero… - su cara de asesinato me persuadió de dejar el tema.- Claro que me alcanza, y sobra de hecho. Te doy las vueltas después.

John: Más te vale, quiero la factura también. No olvides ir, o ya sabes las consecuencias – sonrió maliciosamente, recuperando repentinamente su buen humor.

Yo: Sí, lo que digas. Nos vemos allá. – respondí con el ceño fruncido y le cerré la puerta en la cara.

Busqué algo elegante para ponerme, porque sentí un presentimiento extraño… alguien importante iba a ir, lo sé. Salí apurada de mi habitación y bajé para despedirme de Mimi. John ya se había ido.

Mimi: Estás bastante arreglada para ser sábado, ¿no crees?

Yo: Sí lo sé, es que hoy planeo salir.

Mimi: ¿Vas a lo de John?

Yo: Supongo que pasaré un rato… aunque también despejaré mi mente, servirá bastante después de todo esto que pasó. – dije restándole importancia a lo último, porque la verdad era que no me importaba.
Mimi me miró preocupada, de seguro pensaba que estaba loca por no estar inundando mi habitación en lágrimas acurrucada en un ovillo sobre mi cama.

Mimi: ¿Estás bien?

Yo: Sé que suena loco y todo, pero no estoy loca, en serio. Solo quiero salir, como cualquier chica haría en un día cualquiera.

Mimi: Ay, ya perdiste la cabeza. Mejor vuelve a la cama ¿sí? Te llevaré la comida.

Yo: Creo que eso sería mucho más dañino en sí que salir, pero igual gracias.

Mimi: Si tú lo dices… sólo no te olvides de comer. Y más vale que no te hayas arreglado de esa forma por influencia de Stu, no te rebajes tanto.

Volteé los ojos y devoré mi desayuno, luego salí despavorida a la Iglesia. Como siempre, se me había hecho tarde.

(NARRA JOHN)

Habíamos llegado hacía unas horas y nos estábamos instalando. Me corría electricidad de arriba abajo, nunca nos habíamos presentado frente a tantas personas… lo malo es que lo haríamos gratis.

Esto era el inicio de algo que prometía ser grande y aunque The Quarrymen no sonaba tan bien como todos deseábamos, estaba dispuesto a cambiar eso. Empezando por mí, que no sabía tocar bien la guitarra… era por eso que estaba abierto a recibir nuevos miembros, más porque sabía que la mayoría de los que me acompañaban en el escenario lo tomaban más como juego que como algo serio. No importaba, encontraría a los que eran de verdad vitales en esa sociedad.

Ya estábamos en tarima, y empecé a buscar a las personas que me interesaban entre el público.
Ahí estaba Julia entrando casi arrastrando a Jackie a quien al parecer se le había extraviado un globo, un poco más allá estaba Stu comprándose un refresco… ¿Stu? Ah sí, y ahí entraba Martha… si se encontraban sería un espectáculo… claro, si mantenían sus límites.

Martha me sonrió con esa sonrisa perfecta que usaba para sus mejores ocasiones y yo le sonreí de vuelta. De seguro se le había olvidado… pero lo importante es que ya estaba aquí.

(NARRA MARTHA)

Llegué justo a tiempo. Le sonreí a John y él me devolvió la sonrisa antes de empezar a tocar. Y luego… empezaron.

No quiero sonar fatalista, pero no eran el mejor grupo de skiffle que había escuchado. De hecho era uno de los peores, aunque tenía que admitir que habían mejorado bastante desde los primeros ensayos.
Pete me lanzó un beso y yo lo miré asqueada. John lo notó y miró rayado a Pete… oh no, lo último que necesitaban era una pelea en plena presentación. Por suerte ambos se controlaron y terminaron la canción. Con un final alternativo, por supuesto, John no se aprendía las letras. Aunque sonaba original, era algo extraño.

Divisé a Julia, estaba con Jackie unos cuantos metros más allá… ¿dónde estaba Vicky? Me acerqué preocupada.

Yo: ¿Qué hay Julia?

Ella se volteó y me sonrió aliviada.

Julia: Martha cariño, qué bueno verte, pensé que no ibas a venir.

Yo: Sí… se me hizo algo tarde, lo siento.

Jackie: Como siempre.

Me carcajeé con la ocurrencia de la niña y me agaché hasta ponerme a su altura para observarla mejor.

Yo: Oye… ¿dónde está tu hermana?

Jackie: Ah, por ahí, se encontró a Ashley y se fueron.

Yo: Con que Ashley, ¿eh? Bien por ella.

De repente sentí una mirada sobre mi nuca y volteé la cabeza, aunque ya sabía quién era. Desde un puesto de sodas, Stuart me miraba con fijeza, usando esa mirada tan particularmente intensa que tenía. Suspiré y miré hacia otro lado, aunque ya era tarde, había invadido mis pensamientos por completo. Estaba completamente desconectada de este mundo hasta que alguien me agitó.

X: ¡Martha! ¡Despierta niña, me estás volviendo loca!

Miré a mi alrededor hasta que me encontré con la mirada casi desquiciada de Ashley.

Yo: ¿Ashley? ¿A qué hora llegaste?

Ashley: Hace siglos mujer, desde que le dijiste a Julia que Mimi se había quedado en su casa y ella fue a traerla.

Yo: ¿Yo dije eso?

Ashley: ¿Dónde tienes la cabeza? – dijo exasperada.

Yo: Nada… olvídalo.

Ashley: Sí claro, como si eso fuera posible. Te perseguiré hasta la muerte preguntándote esto.
Sonreí y le conté todo lo que había pasado con Stu el día anterior… le conté todo menos el sueño.
Me consoló y maldijo a Stuart con todo lo que tenía, aunque noté que se veía aliviada por mi situación con él.

Yo: Bueno, supongo que te alegra que hayamos terminado. No… no trates de negarlo, se te nota.

Ashley: Sí bueno, lo siento, pero tú sabes que me gustaba y eso… dejémoslo así.

Yo: Sí, no te preocupes… - dije pensativa.

Ashley: ¿Te molestaste mucho? Lo siento no era mi intención.

Yo: No, estoy mal porque… he soñado con mis padres últimamente y los extraño. Me hubiera gustado vivir con ellos y no con Mimi, ella es una bruja. ¿Te dije que me trató de loca hoy? Fue frustrante.
Ashley abrió los ojos y jadeó aterrada. Fruncí el ceño confundida, pero lo entendí todo cuando sentí una voz tras de mí.

X: ¿En serio soy tan mala? Lo siento, supongo que siempre estuve destinada a ser la mala de la historia. No te molestes en regresar a casa, vete con tus padres si es que los encuentras. – dijo con la misma frialdad de John. Sentí un pinchazo en el estómago.

Yo: Mimi…

Mimi: Olvídalo, creo que ya escuché y dije lo suficiente.

Cuando terminó esa frase se volteó y se dirigió a su casa. No intenté seguirla, en primer lugar porque estaba avergonzada por haber dicho lo que dije, y también porque me sentía muy ofendida. El asunto de mis padres era un tema delicado, y ella lo había tratado como basura.

Le pedí a Ashley que me dejara sola y me senté bajo un árbol unos cuantos metros más allá. Cómo me odiaba…

X: ¿Por qué siempre que te encuentro estás bajo un árbol?

Me reí y tiré de George para que se sentara a mi lado. Él lo hizo y limpió una lágrima escurridiza de mi mejilla.

George: Bueno, ¿y ahora quién hizo llorar a esta princesa?

Sentí un nudo en la garganta al escucharlo y lo abracé. No contuve las lágrimas y empapé su camisa; él me abrazó cálidamente y me susurró palabras reconfortantes al oído.

Cuando terminé, me separé de él con una sonrisa.

Yo: Gracias por soportarme, debí parecerte una estúpida.

George: Para nada, al parecer lo necesitabas. ¿Vas a contarme qué pasó?

Yo: No te ofendas, pero no me siento con ánimo de hacerlo. Creo que iré a casa.

El me sonrió comprensivo.

George: ¿Quieres que te acompañe?

Yo: Gracias, pero no es necesario.

George: De acuerdo, pero cuídate.

Yo: Lo haré – respondí guiñándole el ojo y me fui de ahí.
Ah pero como siempre sucede cuando tienes un mal día…

X: Te ves muy elegante hoy.

No podía ser verdad, mi suerte no podía ser peor.

Yo: Stu, qué emotivo fijarse en mí, me emocionas, pero realmente no tengo ánimos de hablar contigo. Ni contigo ni con nadie.

X: ¿Ni siquiera conmigo?

Dirigí la vista hacia la fuente de aquella vocecita y sonreí.

Yo: Es deprimente, pero no. ¿Qué tal estás, Vale?

Vale: Estaré bien cuando tenga mis galletas de chocolate.

Yo: Ah… pues no tengo galletas, pero si dinero. Ten y cómprate unas. – dije mientras sacaba un billete del fajo que John me había dado.

Vale: No te preocupes, yo puedo sola.

Stu: ¿Estabas llorando?

Mi sonrisa se congeló a la mitad y miré a Stu dolida. Iba a responder algo pero…

Stu: ¡AUU! ¡Niña tonta, me pegaste muy fuerte! Va a salirme un moretón.

Vale: Eres una nena, Stuart. Deja a Martha y vamos por mis galletas. – dijo despreocupada mientras jalaba a Stu, que todavía se masajeaba el brazo del dolor.

Stu: Perdón por la imprudencia, no quería hacerte sentir mal. Nos vemos luego – susurró apenado y se fue arrastrado por su hermana.

No fui a mi casa. No era capaz. En lugar de eso me dirigí a ese lago que amaba, me descalcé y empecé a dar vueltas por el pasto. Era el clímax de la relajación.

(NARRACIÓN X)

No podía creer que me había convencido de ir ahí, pero bueno, era mi amigo y no lo podía decepcionar de esa forma. La verdad es que tocaban horrible, pero me había quedado porque había algo que me había llamado la atención.

Ese chico… el líder… era curioso. Su forma de tocar la guitarra no era natural, era más como si hubiera adaptado las notas de un banjo a ésta, eso explicaría por qué tocaba únicamente con cuatro cuerdas.
Además de eso, no se sabía las letras. Más de la mitad de las canciones eran inventadas aunque eso era realmente fascinante, el hecho de poder crear algo nuevo en plena presentación y que no desentonara con el resto de la canción era increíble.

Y además estaba casi ciego. Era obvio que no veía a la audiencia, pero supuse que no usaba gafas por vanidad… eso debía servirle bastante, destilaba confianza y manejaba al público al dedillo.
Todo eso junto, me había hecho quedarme prácticamente embobado con la presentación.

Apenas terminaron, me acerqué a mi amigo.

X: Iván, ¿quién es el chico de la guitarra?

Iván: ¿El líder? Se llama John Lennon… ¿por?

X: No nada… me pareció curiosa su forma de tocar, es todo.

Iván: Ah… ¡oye! ¿Tú tocas la guitarra, no?

X: Sí.

Iván: ¿Y la tienes aquí?

X: Sí – sonreí. Ya sabía a dónde iba todo esto.

Iván: ¿Pues qué esperamos? Vamos, creo que alguien debe hacer una audición.

No me resistí, moría por conocer a ese muchacho tan particular… ¿cómo se llamaba?
Ah sí, John Lennon.

Cariños míos, no no estoy muerta, solo algo atareada, pero para compensar, hice el capítulo de hoy EXTRA largo. Espero no se aburran, lo hicimos con amor (?
Bueno, bueno, antes de seguir, quiero publicar la obra de arte de la divina Aly, que dibuja como los ángeles y me quedé con cara de OMG cuando vi sus dibujos.
Aquí van!











¿No son bellos? Gracias Aly, son hermosos, ahora alábenla, es una diosa :')
Una respuesta general a todas, porque están acosándome por acá. Sí, George es irresistible, ese Harrison es divino :') GRACIAS POR VOLVER, MISSSS BORBOA!
JAJAJA ¿Paquita del barrio? Muero de risa... Nah, Stu sigue vivo.
Feliz Vale? Ya le pegaste a Stu JAJA

BIENVENIDA ROXXXANEEE! (me gusta escribirlo con triple X) 

Y ya, esperense oto poco, estamos asfixiadas de trabajo.
Descansen reinas, -ush, sonó re pervertido- Descansen plebeyas, nosotras aquí las pensamos mucho.
RITA, ARE YOU BACK?

Enough, duerman bien.



domingo, 7 de abril de 2013

Capítulo 12.


George: Larga historia, no hay tiempo para eso. ¿Entramos?

Lo miramos incrédulas, pero era obvio que no iba a hablar ahora… ya le sacaría la verdad.

Ashley: Bueno, creo que mejor me voy. Suerte con Martha, George, suele ser muy cabeza dura.

George soltó una carcajada y se despidió de ella, mientras yo me limitaba a mirarla mal.

Yo: Qué maldita. Anda pues, antes de que te acabe a puñetazos.

Ashley: Ah, olvidaba que eras la fuerza encarnada. – dijo con una risa sarcástica. – Adiós chicos.

Y se fue ignorando mi mirada asesina. A mi lado George suspiró y entró a la biblioteca. Lo seguí de cerca mientras por mi cabeza rondaban un montón de preguntas, pero todas alrededor de una central… ¿De verdad Stuart era capaz de hacer eso?

Nos sentamos y él abrió el libro en la página en la que habíamos quedado la vez pasada, pero no le presté atención. No haría ni una suma hasta que me dijera que le había pasado.

George: Decimos que al tener la siguiente ecua… ¿Qué me estás viendo? – se interrumpió cuando notó que lo miraba fijamente en lugar de anotar en mi cuaderno.

Yo: ¿Qué te pasó? Y no me digas que nada, ese tipo de moretones no se hacen con “nada”.

George: Solo tuve una pelea, no es nada grave.

Yo: ¿Con quién? – mi respiración estaba acelerada. Si decía lo que temía que iba a decir…

George: Con un tipo que en mi vida había visto…

Estaba apartando la mirada. Era obvio que no me había contado la verdad completa.

Yo: Dime la verdad.

George: Te estoy contando la verdad

Yo: Quiero TODA la verdad.

Me miró incómodo y cerró el libro. Luego me miró a los ojos.

George: De acuerdo. Luego de que te fuiste a tu casa, me di cuenta de que me había quedado con uno de tus acrílicos – dijo mientras rebuscaba en su mochila. Al final sacó un acrílico rojo brillante y lo dejó sobre la mesa – Mira, aquí está. Tenía la intención de llevártelo a tu casa directamente, pero tenía que dejar a Margarita primero. Así que la dejé y fui hacia allá, pero cuando estaba como a dos cuadras de tu casa, un tipo se apareció de la nada y al parecer me reconoció, porque me golpeó con mucha rabia. No tengo ni idea de qué le hice, ni siquiera lo conocía; pero era tan fuerte que me dejó inconsciente. Lo último que escuché fue un nombre… Spike, Sam… Stuart, creo. Luego me desperté y me encontré con tu hermano que me ayudó a levantarme. Se ofreció a ir a mi casa, pero le dije que podía solo… me dijo que no conocía al tipo que me golpeó, pero que ya no había de qué preocuparse. Y ya, eso fue todo.

Miré el tubo de acrílico distraída… con que por eso se había devuelto, con tan mala suerte de encontrarse a Stuart por el camino. Le di vueltas, a la par que mi cabeza también lo hacía. Era un caos, pero estaba peor mi corazón. Nunca me había dolido tanto algo, y tampoco había sentido tanta rabia como hasta ahora.

George: Martha, ¿seguimos?

No respondí. De hecho ni siquiera procesé las palabras, seguí dándole vueltas al tubito sin prestar atención.

George: ¡Martha! – dijo angustiado, zarandeándome un poco. Desperté de mi sopor y contemplé el semblante confundido de mi amigo sin realmente verlo.

Yo: Claro, sigamos.

Para mi sorpresa, no seguimos. En lugar de eso, George se levantó y empezó a empacar sus cosas. No lo detuve, podía irse, de hecho era mejor así. Pero reaccioné cuando empezó a empacar las mías.

Yo: ¿Qué… qué haces George? ¡Deja mis cosas! – dije casi entrando en un shock nervioso. Él me miró preocupado y suspiró.

George: Aquí es complicado hablar y como es obvio que no estudiaremos nada más conscientemente, saldremos un poco para respirar. Y tú me contarás qué te sucede.

Yo: No es necesario, siéntate. Sigamos con la clase.

Me ignoró olímpicamente, tomo sus cosas y las mías y salió de la biblioteca. Salí tras él como zombie y caminamos un buen rato en silencio. No me apetecía hablar, y era obvio que él no quería tocar el tema con demasiada rapidez, así que fue algo incómodo. Pero me dio tiempo de ordenar mis pensamientos, de manera que cuando George me preguntara, no me hallara tan fuera de lugar…

George: Llegamos – dijo en un susurro, interrumpiendo mi intento de orden mental.

Miré alrededor, era un parque pequeño con árboles frondosos. No recordaba haber estado ahí alguna vez, pero desde ahora iría con más frecuencia. Era hermoso.

George se sentó en el pasto y yo me acomodé junto a él y luego de un periodo de silencio, empezó a hablar.

George: ¿Y no me vas a contar?

Yo: ¿Contar qué? – respondí haciéndome la que no sabía del tema. ¿Dije antes que era mala fingiendo? Lo seguía siendo.

George: Pueda que te conozca hace poco, pero sé que esta actitud tuya no es normal. Tiene algo que ver con el chico que me golpeó ¿cierto? Tú lo conoces, es cercano a ti.

Sonreí irónica. Era increíble que me conociera tan bien, de hecho daba algo de miedo.

George se levantó y subió a la rama de un árbol.

Yo: ¿Qué haces? ¡Te vas a matar! – grité desde el suelo alarmada.

George: Vamos, sube ya.

Subí con cuidado y casi convencida que me iba a caer en cualquier momento. Una vez arriba me maravillé de la vista.

George: Bueno, ahora tienes otra perspectiva de las cosas, me puedes contar.

Yo: De acuerdo, pero déjame acercarme. – me rendí y me desplacé de rama en rama cual Tarzán hasta llegar a su lado, pero una vez llegué, un dolor horrible recorrió todo mi brazo. Hice un gesto de dolor… que George notó.

George: Déjame ver ese brazo.

Yo: No es nada, creo que fue un golpe por el camino de subida.

George: No importa, déjamelo ver – impuso y agarró mi brazo con cuidado. No me opuse. Levantó la manga de mi blusa, dejando a la vista un enorme moretón. Pero no era cualquier moretón, éste tenía la forma de una mano. Una mano conocida…

George: ¿Quién te hizo esto? – gruñó con ira. Recordé a Stu y su insistencia camino al Instituto…

Yo: Nadie. No me había fijado hasta ahora, de seguro fue John o alguien desconocido. Sí, de camino al instituto alguien me agarró el brazo con fuerza… no pensé que fuera importante.

Él me miró con una chispa especial en sus ojos marrones. Sabía que estaba mintiendo, pero ante todo, sabía la verdad y sabía que yo sabía que él sabía la verdad. Me mordí el labio, preocupada.

George: Fue tu novio ¿verdad? Y él también me atacó anoche. – afirmó.

Me recliné sobre la rama y miré hacia el suelo. No me gustaba esto que estaba sucediendo. George soltó un bufido.

George: ¿Y ese cretino quien se cree? Espera a que lo vea, esta vez no le irá tan bien. – soltó enojado y empezó a bajarse del árbol. Me enderecé, pero no hice nada por detenerlo. No sé si debí hacerlo…

Una vez abajo, nos dirigimos a mi casa y cuando estábamos cerca, divisé a John y a Stuart hablando afuera.
“Mal día para dejar las llaves, Lennon” pensé soltando un suspiro.

(NARRACIÓN NORMAL)

John levantó la vista cuando escuchó pasos a lo lejos y se revolvió incómodo. Esto no era bueno, si Martha iba con George, significaba que ya lo sabía todo. El chiquillo venía bastante enojado… pero lo que más le preocupó, era que venía con Martha y si Stuart lo veía con ella lo iba a terminar de matar.

John: Creo que tenemos visitas… - dijo sin poderse resistir a una pelea.

Stuart levantó el rostro y sus facciones se tornaron bruscas. Se levantó y se dirigió hacia ellos, que tampoco venían muy pacíficos.

Stu: ¿Qué haces con mi novia? – espetó con ira cuando estuvo lo suficientemente cerca. Martha frunció el ceño al escuchar la última palabra.

George: Defenderla de gente como tú, ¿qué no ves?

Si de por sí la tensión ya era cortante, esas palabras no la mejoraron demasiado.

Stuart lanzó un puñetazo de la nada directo a la ya muy maltratada cara de George pero terminó en el rostro de Martha. Genial, ahora se habían metido directamente con John.

John: ¿PERO QUE HICISTE, ESTÚPIDO? ¡LE PEGASTE A MI HERMANA!

Stuart no reaccionó. Estaba estático mirando a Martha, que estaba inconsciente en el suelo, cuando un puñetazo llegó, esta vez a su cara.

John: Largo, escoria. A mi hermana no la tocas. Y no te quiero volver a ver por aquí.

Sorprendentemente, Stu no respondió nada, simplemente se fue caminando como si hubiera visto un fantasma. John se inclinó para ayudar a George a ayudar a Martha. Entre ambos la levantaron y la llevaron a la casa.

John: Las llaves, maldición - gruñó y empezó a buscar en la chaqueta de Martha. Cuando las encontró entraron y la dejaron sobre su cama, en la que despertó poco más tarde.

Martha: ¿Qué pasó? – musitó somnolienta.

John la miró enojado. Que niña tan tonta podía llegar a ser a veces…

John: ¿A quién se le ocurre interrumpir la trayectoria de un puñetazo? Loca, casi te mata con ese golpe.

Ella parpadeó desconcertada y notó la presencia de George en una esquina.

Martha: ¿Estás bien?

El aludido bufó exasperado.

George: ¿Que si estoy bien? Te dieron un puñetazo que iba dirigido a mí, te dejó inconsciente y me preguntas si estoy bien. Algo anda mal en esa cabecita tuya, estoy seguro.

Ella solo sonrió, pero ese esfuerzo la hizo contraer su boca de dolor. John frunció el ceño.

John: Deberías dormir, enana. Te hará bien.

Martha le mostró la lengua, pero se acomodó en su cama para dormir. Pocos segundos después estaba profunda.

John y George se miraron preocupados y bajaron al primer piso, se despidieron y George se fue a su casa, si se demoraba más sus padres lo tendrían encerrado de por vida. John por su parte subió al cuarto de su hermana y tiró el cuadro que ella había hecho por la ventana. Estaba seguro de que no lo extrañaría.

(NARRA STU)

Si antes me sentía culpable, esto no había ayudado en nada. Le había pegado, lo que pensé que nunca haría, se había vuelto realidad. En ese momento juré no volver a hacerle daño, y por sobre todo, no golpear nunca más a ninguna mujer. Era repulsivo

Tenía que pedirle perdón, y aunque John me había advertido casi a muerte que no me quería cerca, decidí arriesgarme y volver a su casa. Cuando iba llegando, noté algo que salía de la ventana de su cuarto, así que me acerqué para contemplarlo mejor.

Era un cuadro. Y no cualquier cuadro, era un cuadro sobre mí. Me había dibujado de una manera impresionante y perfecta, pero la había tirado. Miré hacia arriba y vi su ventana abierta.
Bueno, escalar un poco no me haría daño…

Tengo un sueño tan grande, que casi me olvido poner este pedazo al final. Así que si captan incoherencias en mi escritura, ignórenlas, haré un nuevo estilo literario que se llame "los adormecidos". 
Anyway, aquí va.
Claudia, me halagas muchísimo, que te hayas quedado a leer hasta tan tarde es hermoso :') sabía que no podía ser la única que hacía eso. ¿Dónde está tu capítulo? Muero por leer algo. Lo sé, yo también quiero que Rita vuelva :(

Valentina: Ya, cálmate, tus comentarios asustan a la people. ¿Leíste lo que respondió Claudia? Mira como te aman :3

Aly: ¿PORQUE NO SUBES? Nadie sube, que depresión -.-' Ya, aquí está, un capítulo de solo Yorch. 

Duerman cariños míos, sueñen con mi insomnio.



lunes, 1 de abril de 2013

Love was such an easy game to play...


(NARRA STU)

Esa noche después de ir con Lennon a su casa me di cuenta de que no sabía qué demonios estaba haciendo. Al día siguiente no fui a clases, en lugar de eso caminé sin rumbo y de repente un montón de recuerdos empezaron a asfixiarme de tal forma que tuve que sentarme en un banco cercano al muelle para no caerme.  Recordé el día que conocí a Martha, sólo éramos unos niños, pero desde ese instante me gustó. Por su actitud, su sonrisa, sus ojos… qué ojos. Nunca había visto algo igual, eran increíbles.

Recordé cuando nos besamos por primera vez, mis nervios al invitarla a salir, esa noche en su ventana, su extraña manera de ser perfecta… y ese momento.

Enterré mi cabeza en mis manos. No podía creer que fuera tan celoso, nunca en mi vida había actuado así. Se suponía que yo era el que mantenía la compostura, era John el celoso, el que lanzaba puñetazos, el problemático… a mí siempre me conocían por ser neutral, así que ese tipo de reacciones eran estúpidas, sin sentido en mí.

Pero es que… tenía miedo. Tenía mucho miedo de perderla y más por ese muchachito que era menor que yo.  Pero igual no había servido de nada, ahora tenía incluso más miedo, miedo de volverla a ver y darme cuenta de que ya no era mía, de que tal vez me odiara y con razón, yo me odio a mí mismo.

De repente sentí una mano fría en mi cuello y salté alarmado. Era una anciana que estaba parada detrás de mí. No tengo nada en contra de los ancianos, de hecho algunos son muy lindos pero siempre están esos que te hacen sentir escalofríos y una especie de asco de arriba abajo. Bueno, esta vieja era una de esos últimos. Me miró con desagrado.

Vieja: Ese es MI lugar mocoso. Hazte a un lado.

Me puse de pie y caminé hacia mi casa asqueado. Puaj, la gente que existe en este mundo… igual no quería más problemas, ya estaba suficientemente estresado como para ponerme a pelear con una viejita.
Cuando llegué, recordé que no tenía llaves. ¿Dónde estaban? Ah sí, en mi OTRA chaqueta de cuero. No tuve más remedio que tocar, aunque sabía que lo más probable era que no me abrieran hasta dentro de un buen rato. Para mi sorpresa, se abrió increíblemente rápido y lo que me sorprendió más fue que me abrió una niñita muy parecida a mí.

Yo: Bueno, ¿y tú quien eres?

X: Hola, soy Valentina y soy tu hermana, un gusto – dijo la niña inquieta ofreciéndome su mano con energía.

Yo: Ajá… Un gusto también – respondí estrechándole la mano y restándole importancia al asunto.

X: Vale cariño, ¿quién es? – se oyó desde la cocina. Oh Dios, esto no era bueno.

Vale: Es Stuart

X: Stuart Sutcliffe ¿porqué llegas hasta ahora? Donde me entere que estabas con ese vago ¡ya verás!

Me mordí el labio pero la ignoré por completo. Me despedí de mi nueva hermana y subí a mi habitación para darme un largo y relajante baño. Tenía la intención de no volver a salir de la ducha en mi vida pero…

Vale: ¿Y qué tanto haces ahí? Pareces mujer, ni que tuvieras el pelo tan largo. ¡Sal ya que necesito cepillarme los dientes!

Ah genial. Con que eso era lo que sentía Martha con John… pero invertido. Me puse una toalla y salí goteando agua para encarar a ese pequeño demonio.

Yo: Acabas de llegar niña, no tienes derecho a invadir mi espacio personal. Yo puedo demorarme el tiempo que quiera, es mi baño.

Se rió en mi cara y entró, dejándome fuera. Golpeé la puerta cada vez más irritado.

Yo: ¡Mi ropa está adentro, idiota!

Vale: Ya decía que algo olía mal.- dijo abriendo la puerta y tirando mis cosas al suelo. Luego volvió a cerrarme la puerta en la cara.

Levanté mi ropa gruñendo y maldiciendo por lo bajo y fui a mi cuarto a vestirme. Supongo que así sería de ahora en adelante, desventajas de no ser más hijo único.

De repente recordé a Martha. Si me apuraba, tal vez aún podía arreglarlo todo.

(NARRA MARTHA)

Lo malo de Valentina era que se parecía demasiado a Stuart. Bueno, no era su culpa, pero eso no quitaba el dolor que había quedado al recordármelo.

Empecé a caminar sin ánimos de llegar pronto al instituto, en parte porque había faltado olímpicamente a las primeras horas para ir a patinar y por otro lado, mi cabeza no estaba demasiado dispuesta a aprender estupideces.  Pero por el camino me di cuenta de que me había quedado con el maletín de Vale, así que me desvié un poco para ir a la casa de Stuart y devolvérselo.

Cuando llegué, los nervios me revolvieron el estómago porque siempre existía la posibilidad de que quien abriera no fuera Vale sino Stuart… pero lo más probable es que no estuviera, era horario de clases al fin y al cabo, debía estar estudiando. Esa posibilidad me calmó un poco. Golpeé la puerta y esperé mientras miraba el jardín. Vaya, sí que era lindo, todo arreglado, lleno de rosas y… se abrió la puerta.

Ahí estaba Stu, mirándome de frente. Abrió los ojos con sorpresa y luego me miró apenado. La sangre se arremolinó en mis mejillas y me sentí terriblemente incómoda.

Stu: Martha, yo…

Yo: Tu hermana olvidó esto la pista de patinaje, dile que le mando saludos. – dije entre dientes y luego de dársela me di media vuelta y me fui a mi casa. Por el rabillo del ojo vi como Stuart entraba rápido a su casa. Así que así eran las cosas, ya me había olvidado.

Había avanzado bastante y me faltaba poco para llegar… ahora que lo pienso, no tenía mucho sentido ir, era ya más de medio día, sólo iba a estar unas cuantas horas en esa prisión que se atrevían a llamar escuela. Pero era mejor estar ocupada en eso que pensando absurdamente en nada.

Estaba a punto de poner mi pie en la calzada del cruce cuando de repente una mano agarró mi brazo y me volteó con violencia, luego me jaló hacia él. Reconocí el aroma, era Stu.

Yo: Suéltame – dije en un susurro.

Stu: Martha, necesito que me perdones.

Yo: ¿Estás sordo? Te dije que me sueltes. – casi le grité esta vez. No me hizo caso, en lugar de eso apretó con más fuerza.

Stu: No te voy a soltar hasta que me escuches.

Yo: ME ESTÁS LASTIMANDO IMBÉCIL. – gemí mientras intentaba desesperadamente soltarme. No es que funcionara mucho – No quiero escucharte, tengo que llegar a clases.

Stu: Perdiste más de la mitad de las clases, ¿las vas a recuperar o qué? ¡Escúchame! – gritó exasperado. Sin embargo me soltó, así que salí corriendo. Pensé que me alcanzaría, pero cuando volteé a ver unas cuadras adelante, ni siquiera me había seguido.

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Entré con sigilo a la clase, si tenía suerte ni siquiera se daría cuenta…

Robert: Señorita Lennon, ¿qué excusa tiene para llegar tarde?

Genial, ahora todos estaban atentos a mi respuesta. Miré a Ashley que a su vez me miraba preocupada. ¿Cómo se las arreglaba Lennon siempre?

Yo: Lo que pasa es que mi hermano se accidentó,  así que tuve que llevarlo al hospital…

Robert: Ah, en ese caso no se preocupe. Espero que su hermano esté mejor.

Yo: Se está recuperando, gracias por preguntar. – contesté con una sonrisa fingida y luego me senté. Entonces sonó el timbre.  Aún mejor, teníamos Artes. Empecé a alistar mis cosas.

Ashley: Así que John tuvo un accidente… ¿sabes? Lucía muy bien en el descanso, cuando le pregunté por qué no habías venido. – me encaró molesta.

Yo: Creo que necesitas gafas. Ese no era John, era Pete. Sé que se parecen y todo, pero son muy diferentes. – respondí con una sonrisa. Eso pareció animarla un poco y ambas reímos.

Ashley: Ahora sí, ¿me vas decir porqué llegaste tarde?

Yo: Es una larga historia… mejor no contarla.  – gruñí con fastidio. Lo último que quería era hablar de Stuart, y menos cuando sabía que a Ashley le gustaba.

Ashley: Vamos, soy tu mejor amiga, no puede ser tan malo.

La miré a los ojos. Ella no se merecía esto, yo estaba enojada con Stu, no con ella. Se lo conté todo y al final ella me miraba incrédula.

Yo: Lo siento, sé que te gusta Stu, no debí hacerte eso pero es que era irresistible…

Ashley: SHH! No estoy enojada contigo, cálmate. – me interrumpió-  Lo de Stu no es problema, de hecho yo ya lo sabía hace rato, lo que me sorprende es que pelearan si estaban tan acaramelados.

La miré sorprendida. ¿Que ella qué?

Ashley: Oh vamos, ¿en serio creías que era tan estúpida? Se te notaba a leguas.

No dije nada porque al fin y al cabo Mimi también se había dado cuenta y ella era bastante más ciega. Necesitaba aprender a disimular…

Yo: ¿Y no te enojaste?

Ashley: La verdad es que Stu era más como un capricho para mí, pero se veía que tú y él eran algo más serio, así que no tuve mucho problema.

Yo: Y… por eso eres mi mejor amiga – dije abrazándola. La profesora pasó a nuestro lado mirándonos raro. Volvimos al “baile”.

Ashley: ¿Y no lo extrañas?

Suspiré. Sí, y mucho.

Yo: Algo. Pero no pienso volver a verlo.

Ashley: Es complicado ¿no crees? Después de todo es amigo de tu hermano y va a tu casa casi todos los días.

Yo: Entonces escaparé y me iré a vivir contigo.

Ashley: Sí hazlo, te alimentaré a base de almendras, como si fueras un pájaro mascota.

Yo: Suena bien.

Estallamos en carcajadas y abandonamos nuestro intento de baile, que ya parecía una coreografía para monos. Terminó la clase y salimos corriendo de ahí.

Ashley: ¿Qué tal las clases privadas? – dijo con una sonrisa pícara.

Yo: Nada fuera de lo normal, George sólo es un buen amigo y profesor. – respondí adivinando sus intenciones.

Ashley: Ay, es demasiado lindo. Debería darnos clase a todos.

Yo: Vaya, vaya, veo que el recuerdo de Stu ya tiene reemplazo.

Ashley: ¡Cállate! – dijo atragantada de risa. – ¡No tan así!

Seguimos molestando hasta que llegamos a mi casa. Me esperó mientras dejaba mis cosas y salimos a la biblioteca. Tomamos de nuevo el camino que pasaba por Strawberry Field y me di cuenta de que Ashley tenía una sonrisa misteriosa en sus labios. Deduje lo que tramaba.

Yo: Ash, ni se te ocurra ir a hablar con Stuart. Es mi problema, yo veré cómo lo soluciono.

Ashley: Ambas sabemos que eso no va a pasar. Vamos, ser intermediaria no me molesta en absoluto.

Yo: Dije no. Si lo haces te voy a odiar de por vida.

Ashley: Me encanta como me amas. Bueno, pero si no haces nada de aquí a dos días, voy a interferir.

Yo: De acuerdo.

Nos reímos de nuevo y llegamos a la biblioteca, pero George no había llegado.

Yo: Qué raro, él nunca llega tarde.

Ashley: Debiste espantarlo con tu cara de bruja.  – dijo mientras se mordía las uñas.

Yo: Cállate, tengo un mal presentimiento.

Ashley: Ay, no empieces con eso, que siempre que lo dices termina sucediendo una catástrofe. Tal vez sí eres bruja y por eso ves el futuro.

Yo: ¿Y así quieres que te quiera? Pero tal vez tienes razón, sólo se le hizo tarde y ya.

Nos sentamos a esperarlo en el pasto del parque, pero no llegaba. Pasó otra hora y nada.
Mis nervios estaban por estallar, así que me levanté y tiré los libros al suelo teatralmente.

Yo: ¡Esto es suficiente! Me cansé, vámonos de acá.

Ashley: A veces me sorprende que no quieras estudiar para actriz, destilas drama. Pero agradezco eso, ya era hora de que reaccionaras. – dijo burlona, pero levantándose del suelo.

Recogí los libros y las hojas sueltas que revoloteaban por el piso y estábamos a punto de irnos cuando Ashley movió la cabeza con desaprobación.

Yo: ¿Qué?

Ashley: Al parecer tienes un novio demasiado celoso… Es eso o a George le gusta pintarse la cara de morado.

Levanté la vista con angustia hacia el lugar al que Ashley miraba. Ahí estaba George, acercándose con rapidez y con el rostro destrozado.

George: Perdón por la tardanza, mis padres casi no me dejan salir. ¿Entramos? – dijo nervioso y atropellando las palabras.

Yo: ¿Quién te hizo eso George? 

Luego de toda una semana de reposo, aquí está otro capítulo... vamos, quedó horrible XD
Bueno, lo dedico a Rita, que ya no está más... que falta me van a hacer sus comentarios... y su historia... iba a ganar, pero ya que se fue quedó Aly.

Nah mentira, no sé, no he hablado con Mónica, pero lo más probable es que ahora que no está Rita, Aly se quede con el puesto. ¿Estás de acuerdo? De todas formas creo que Rita va a aparecer, aunque no de novia, si aceptas... Me encantaron los mini fics que hicieron y las historias :') hermoso :D

Bienvenida Claudia! :D Valentina, si me sigues presionando borraré el fic ¬¬ 
Ah, y Aly, mi correo es mapulis28@hotmail.com, puedes enviarlo ahí, ENVÍALOOO! ^^

Feliz Regreso a clases! Ok no, a nadie le alegra. ANIMOOO! 
Besos, sueñen con Paul ;)