lunes, 29 de julio de 2013

Who are you?

Yo: Deja de ser estúpido y pásame el libro. – gruñí hacia un inmutable Paul que se entretenía hojeando las páginas del libro que minutos antes me había arrebatado de las manos.  Todos mis esfuerzos por recuperarlo habían sido en vano, era demasiado fuerte para siquiera intentar vencerlo. Al menos físicamente.

Separó sus ojos avellana de las páginas del libro y me miró penetrante.

Paul: ¿Cómo puedes leer esto? Austen es basura.

Yo: Austen es una diosa, y si no te gusta, te agradecería que me lo devolvieras.

Él se sentó en mi cama al frente mío recostándose contra la pared, y dejó el libro a su lado, pero cuando intenté agarrarlo, detuvo mi mano bruscamente.

Paul: No tan rápido. Tenemos un asunto pendiente del que hablar. – musitó la última parte de la frase con un aire sombrío que me hizo apartar la mirada. – No me evites Martha, tenemos que hablarlo.

Yo: ¿Y de qué se supone que quieres hablar, eh? ¿De cómo te aprovechaste de mí y me quitaste la virginidad, de eso? – exclamé alterada. La situación estaba acabando con mis nervios.

Paul: Cálmate Martha, déjame hablar…

Yo: No, cállate McCartney y devuélveme el libro. No pienso dejar que me quites eso también.

Él se quedó pensativo dándole vueltas a mi desvencijada edición de “Sentido y Sensibilidad”.

Paul: Si me voy no te daré el libro, y si te lo doy, no me iré. – murmuró a modo de amenaza.

Enarqué una ceja indignada, pero lo último que quería era ponerme a pelear por un detalle irrelevante como ese.

Yo: Haz lo que quieras. – gruñí y saqué otro libro de mi estantería. Él exasperado, me agarró por las muñecas y las sostuvo con tanta fuerza que me dejó inmovilizada.

Paul: Escúchame. Yo recuerdo tanto o menos que tú, así que no tienes razones válidas para estar enojada conmigo de esa forma. Además, no era sobre eso que quería hablarte.

Yo: Me estás haciendo daño. – me quejé secamente. Él soltó mis muñecas, pero me tomó de la mano para evitar que me fuera. - ¿De qué más podrías querer hablarme?

Paul: De tus convulsiones extrañas, o lo que sea que te dio mientras estabas en mi casa. Estuve a punto de llamar a un hospital ¿sabías? Si tu intención era asustarme, créeme que lo lograste y mucho.

Cuando Paul dijo eso, me recordé vagamente contándole acerca de mis extraños sueños y todo lo relacionado con eso. No podía creer que me hubiera pasado eso en su casa, eso era el colmo de la mala suerte. Cerré mis ojos y suspiré.

Yo: Eso no es algo que te interese McCartney, pero puedes estar seguro de que no pasará otra vez en tu presencia.

Paul: ¿Y cómo sabes que no me interesa?

Abrí los ojos sorprendida y me encontré con los suyos a escasos centímetros de los míos, observándome con fijeza. Sus manos que aún sostenían las mías, apretaron mis dedos y nuestras respiraciones se aceleraron a la vez. Ahora más que nunca estaba segura de que todo esto estaba mal, no podía empezar a cambiar de sentimientos por personas tan rápido o terminaría explotando de un momento a otro. Estaba a punto de decir algo cuando esa neblina de privacidad se vino abajo.

X: Martha, ¿estás…? Demonios.

Paul se separó bruscamente de mi lado y levantándose con premura, salió casi corriendo de mi habitación.

Al otro lado, John me observaba con el ceño fruncido.

(NARRA JOHN)

El ensayo había acabado hacía mucho, y ya que ni Mimi ni Fernanda estaban, pensé en aprovechar el momento para aclarar las cosas con Martha. Mientras subía las escaleras, recordé que no había visto salir a Paul de la casa y con un mal presentimiento, apuré el paso para lo antes posible a su habitación.

Lo sabía.

Ahí estaban, separados por no más de cinco centímetros y con las manos entrelazadas. Se observaban como idiotas. Al verme, Paul se levantó con rapidez y salió de la habitación sin despedirse. Tampoco es que esperara que lo hiciera.

Martha: ¿Qué haces aquí?

Yo: ¿Qué hacía Paul aquí?

Ella dirigió su mirada hacia la silla de su escritorio, donde un juego de llaves reposaba sobre una arrugada blusa. Fruncí el ceño aún más con el recuerdo.

Yo: Ah, cierto que estabas jugando a ser la perra de Paul. ¿Qué tal te fue, cariño?

Ella apretó los puños y me miró con furia.

Martha: No creo que estés en posición de replicarme nada, estúpido. Además, no recuerdo nada de lo que pasó con McCartney, pero puedes estar seguro de que no se repetirá jamás.

Yo: ¿Pero de qué demonios hablas? – respondí totalmente perdido cuando mencionó lo pirmero. No tenía ni idea de a qué se refería.

Martha puso los ojos en blanco y se levantó de su cama, dirigiéndose hacia afuera.

Martha: Olvídalo, es obvio que no se puede hablar contigo. – se detuvo un momento para mirarme con ira mientras una lágrima se escurría por su mejilla – Y gracias por la sorpresa de cumpleaños, fue lo más horrible de mi vida.

Yo: ¿No te gustó la fiesta?

(NARRA MARTHA)

¿De verdad era tan estúpido o estaba fingiendo? Podía matarlo en este instante y no sentir ni una pizca de remordimiento por ello. Puse mi mano en mi rostro y musité vagamente:

Yo: Sal de aquí John, haz algo productivo.

Él no se movió, solo se quedó ahí, mirándome confundido y enojado. Suspiré.

Yo: Sé que quieres que te diga exactamente qué es lo que pasa, pero no seré yo la que te dé la respuesta que buscas tan explícitamente. Tendrás que deducirlo por tu cuenta.

Y ya que al final Paul terminó llevándose el libro, decidí ver algo de televisión para despejarme un rato. Este dilema iba a terminar matándome.

*******************************************************************

Yo: Demonios. – maldije cuando al levantarme del incómodo sofá y estirar mi adolorida espalda, ésta crujió como si estuviera oxidada. No, era demasiado joven para ser tan vieja.

Subí perezosamente las escaleras hacia mi habitación, pero al abrir la puerta, casi me caigo hacia atrás. El lugar que horas antes había quedado perfectamente arreglado, estaba totalmente de cabeza, había cosas tiradas por el piso y un fuerte olor a alcohol inundaba todo el lugar. Arrugué la nariz y al descubrir la fuente de todo ese desorden negué la cabeza con fastidio y entré al baño para darme una ducha.

No llevaba ni una semana compartiendo habitación y ya no lo soportaba, me estaba volviendo loca. Tanto desorden no iba conmigo y si seguía así, terminaría tirándome por la ventana.

Mimi seguía intentando disuadirme de entrar a la escuela de artes, pero ya era todo un hecho, no había marcha atrás. Además, si no me dejaba, sabía que Stu me raptaría para que fuera.

Ya habían pasado unos cuantos días desde que había dejado de ir definitivamente a la escuela, y no tenía intenciones de entrar a la Escuela de Artes hasta que el semestre empezara.

Acabando de desayunar, fui directamente a hablar con Mimi, para arreglar ciertos asuntos que amenazaban con mi salud mental.

Yo: ¿Mimi?

Mimi: Martha cariño, ¿qué pasa?

Se me cruzó por un momento soltarle algo como “Estoy enamorada de mi hermano y perdí la virginidad con uno de sus amigos” pero el resultado sería caótico. Además, ya no estaba enamorada de mi hermano. O al menos eso esperaba.

Mimi: ¿Qué sucede?

Yo: Pues… no quiero sonar egoísta ni nada, pero…

Mimi: No quieres que Fernanda comparta cuarto contigo. Lo sé, se nota bastante.

Sonreí ante su perspicacia y asentí.

Mimi: Martha, lo entiendo, pero no puedo echarla así sin más, ya sabes que lo único que queda libre es el sótano y está repleto de basura.

Pues le queda perfecto” pensé, pero de inmediato se me vino una idea que si bien me llevaría mucho tiempo, y sería bastante molesto al principio, me daría mucha más libertad de la que tenía incluso antes de que ella llegara.

Yo: No te preocupes Mimi, me acaba de llegar la solución.

Y dejándola confundida y mirándome como si en serio necesitara ayuda psicológica profesional, me fui a anotar la idea antes de que se me olvidara. Sin embargo no llegué a hacerlo.

Yo: ¿Eres idiota o qué?

John: ¿Y tú ciega? Deja de echarme toda la culpa estúpida, tú también chocaste conmigo.

Desde el suelo por el impacto, mirándonos como si de un momento a otro fuéramos a saltar para sacarnos los ojos, le gruñí amenazante. Mimi salió de su cuarto ante el alboroto y se quedó observándonos reprobatoriamente.

Mimi: Es increíble que estando tan grandes sigan tratándose así. Por un tiempo pensé que empezaban a quererse como debía ser.

Me sonrojé violentamente y John soltó una risa burlona, para luego levantarse y ayudarme a ponerme en pie. Una vez incorporada, me dirigí hacia el baño para observar la magnitud del golpe.

Unos brazos rodearon mi cintura, mientras que el cálido aliento de la misma persona me recorría el cuello.

John: Lo siento.

Sabía que no se refería solo al golpe, sino a toda la situación en general. Era su forma de pedir perdón sin exponerse demasiado. Por mi parte, estaba totalmente congelada, había olvidado cómo me seducía su contacto y justo en ese momento, en mi cabeza no podía hilvanarse un solo pensamiento medianamente coherente.

Al notar mi reacción, John cerró la puerta tras de él y me volteó para mirarlo, mi respiración era tan anormal que podrían haberme internado de urgencias en un hospital. Se acercó con cuidado y tomándome de la cintura otra vez, acercó sus labios a los míos. No hubo forma de resistirme.

Lo besé como no besaba a nadie en días, la ansiedad empezaba a carcomerme y esto fue bastante liberador. Mis manos se agarraban de su cabello con desesperación para atraerlo hacia mí, él por su parte, no se quedaba atrás y empezaba a ponerse agresivo.

Pero en el instante en el que me separé de él para tomar aire y me fijé en sus ojos, mi cabeza se fue totalmente. Un hombre que tenía los mismos rasgos de John pero más viejos, me miraba desde el otro lado penetrante y con una sonrisa burlona.

X: Bueno, no me esperaba esto en mi plan original… sólo espero que no olvides nuestro trato… lo prometiste y tienes que hacerme caer en cuenta de todo.

Yo: ¿Quién eres tú? – le pregunté a la nada, pues la imagen ya se había desvanecido del todo.

John: ¿De qué hablas? Soy yo, John, tu hermano. ¿Acaso estabas pensando en Paul o algo as…?

No le di tiempo para terminar la frase, a media palabra ya estaba totalmente desmayada en el suelo.

 SIIIII, SEGUIMOS VIVAS BITCHES!! 
Perdón por la tardanza, pero Mónica sufrió un bloqueo hace unas semanas y quedó totalmente en blanco, fue gracias a una amiga que nos sugirió la escena de Paul - Gracias Laura, sé que estás leyendo esto e.e- que volvimos a escena. 

En cuanto a mí, el capítulo estuvo en mi poder tres días -todo un récord- y justo hoy lo terminé, la razón... Wagner es un alemán irresistible y los profesores unos desmadre. 

Pero bueno, finalmente estamos aquí, Y ESPERAMOS SUS COMENTARIOSSS!!
:3 Sugerencias, dudas, reclamos y alabaciones, lo que deseen :D

Para terminar, les dejo el link del fic grupal que estamos haciendo con Mary, Mónica, Ary y Cassandra:


Si no lo leen no serán bienvenidos en el cielo del rock (?

Ya, disfrútenlo, el próximo está en camino ;)







lunes, 15 de julio de 2013

I'm Only Sleeping.

Era un vuelo sin rumbo conocido, se limitaba a dar vueltas en círculos sin un destino específico. O por lo menos eso le parecía a Martha. Salió al pasillo principal –aparentemente estaba en la cabina del capitán- y observó que era un completo desastre. Las hileras de sillas estaban sin ocupante, pero a juzgar por la apariencia, no habían estado vacías siempre.  Las cobijas estaban revueltas por todo el suelo, había peluches sin su niño, fichas de rompecabezas buscando su caja original y ropa de todas las clases y estilos regada caóticamente atravesando la longitud del avión. Pero lo más intrigante de todo eso, es que a Martha se la hacían familiares todas aquellas cosas… celulares, iPods, tecnología táctil…

Si de por sí la situación era desconcertante, su sentimiento de angustia se mezcló con el terror cuando al acercarse y observar detenidamente las cobijas, notó que había sangre en ellas. Empezó a respirar agitadamente y a buscar cualquier índice de vida en todo el lugar, pero no halló nada. De repente las luces se hicieron intermitentes y el avión empezó a moverse sin control. Aterrada y tratando de controlar el grito de pánico que amenazaba con salir de sus labios, se acercó a una ventana y contempló jadeante cómo un tornado empezaba a succionarla hacia su interior incierto.

Martha estaba por completo en un estado de shock, que no se hizo más amable cuando volvió su vista de nuevo hacia las paredes del avión, que de inmediato se vieron envueltas en escenas confusas y revueltas de su vida, escenas que se proyectaban sin compasión ante sus ojos y amenazaban por asfixiarla completamente en el mar de su angustia por haber tomado aquella decisión que al parecer había puesto su vida al revés.

El grito ahogado que salió desesperadamente de su boca se mezcló con la explosión de las turbinas, siguiéndole a eso la rápida extensión del fuego, que llevaba aquella nave a su destino fatídico.

(NARRA PAUL)

Yo: ¡Maldición Martha, despierta!

No era un día muy agradable que digamos. La sorpresa y el terror que me invadieron al ver a Martha desnuda en mi cama, habían sido relegados casi inmediatamente por la angustia de verla sacudirse de esa forma. Su cuerpo se arqueaba y tensaba sin control alguno y entre su respiración agitada soltaba frases inteligibles.

Había tratado de despertarla zarandeándola y gritándole, pero era inútil, parecía poseída por alguna clase de demonio. No sabía que más hacer para detener sus movimientos anormales y la desesperación me impulsó a apretarla contra la cama con mi cuerpo, para paralizarla por la fuerza.

Yo: Martha, despierta por favor. – supliqué en un susurro. Esto me estaba sacando de mis casillas.

Al parecer ese último intento había funcionado, por fin estaba quieta y su respiración recuperaba su curso natural. Me separé unos cuantos centímetros, temeroso de que volviera a convulsionar si tomaba más distancia.

La miré detenidamente. Sus largas y oscuras pestañas estaban moviéndose, como indicio de que despertaría pronto y sus labios entreabiertos murmuraban y suspiraban en silencio.

Me había acercado inconscientemente hacia ella, mi respiración se había acelerado paulatinamente y ahora estaba a punto de bes… ¿qué? ¡NO! La solté con brusquedad sobre la cama y me retiré espantado. No podía creer que casi había besado… eso.

Martha: Auch, eso dolió. – se quejó despertándose definitivamente. Se enderezó aún con los ojos cerrados y pasó una mano por su rubio cabello. Y entonces… abrió los ojos.  Me recorrió de arriba abajo con su mirada de color indefinido y…

Martha: Qué demonios… ¿PERO QUÉ HACES TÚ AQUÍ? – gritó histérica. Luego se percató de que estaba desnuda y se cubrió con la sábana avergonzada antes de recorrer el lugar en el que estaba con una evidente confusión y rabia. Después de convencerse de que no estaba en su habitación, volvió a verme.

Martha: Al menos cúbrete, McCartney. – gruñó y volteando los ojos, me puse la ropa interior. - ¿Dónde carajos estoy?

Yo: En mi cuarto, ¿en dónde más estarías? – respondí con igual rudeza. Ella me miró con el ceño fruncido.

Martha: ¿En mi casa, tal vez? ¿Disfrutando de mi colchón y vomitando a placer en mi baño? – se levantó con un bufido y empezó a vestirse. – ¿Puedes explicarme cómo llegué aquí? No recuerdo nada de lo que pasó anoche.

Paul: ¿Y tú crees que yo sí? Ni loco te habría traído por gusto propio si hubiera estado consciente.

Martha: Ah, ¿cómo? ¿Entonces no me raptaste, o algo así? No creo que haya venido por voluntad propia, no puedo creer que haya caído tan bajo.

Paul: Escúchame niñita – espeté tomándola de la muñeca.

Martha: No, tú escúchame a mí – interrumpió soltándose con ira – No sé qué pasó anoche y no me interesa recordarlo si eso incluye saber ésta parte de la historia. Ambos estábamos muy borrachos y por cuestiones del azar terminé en casa de un estúpido. Así que, si me permites, me iré a mi casa ahora mismo a fingir que nada de esto pasó. ¿Dónde demonios está mi blusa?

Al final terminó desesperándose y se dejó en la camiseta ligera que originalmente tenía bajo la blusa, se calzó y abrió la puerta para irse.

Yo: Espera, te acompaño a tu casa. – solté más por costumbres modales que por otra cosa. Ella me miró sarcástica.

Martha: Prefiero irme sola a tener que pasar otros cinco minutos contigo. Pero gracias, qué caballero McCartney.

Yo: Entonces aguántate el frío, porque mi chaqueta la dejas aquí.

Martha: De todos modos no me la iba a llevar.

Salió enojada y la seguí hasta la puerta. Justo antes de que se fuera, se volteó y me miró fijamente.

Martha: ¿Tú crees que lo hayamos hecho?

Me moría por responderle que sí para carcomerle la consciencia, pero me miraba con demasiada ansiedad como para mentirle de esa manera.

Yo: No lo sé. No recuerdo, pero lo más probable es que sí… ¿si no porqué estarías desnuda?

Ella se encogió de hombros y se fue. Suspiré cansinamente y subí a mi habitación para dormir algo más, la migraña estaba matándome. Olía a vómito y alcohol, pero no me interesó mucho. Ya limpiaría después.

(NARRA MARTHA)

Estaba muy enojada, como no lo había estado en mucho tiempo. Tenía rabia con Paul por haberme seducido estando ebria, con Aly por dejarme embriagarme de esa forma y conmigo misma por haber caído en ambas tentaciones. ¿Cómo había podido ser tan estúpida?

Rebuscaba en cada rincón de mi cabeza, pero no podía acordarme de nada luego de bailar con Alan… algo sobre John, pero podían ser alucinaciones mías. Eso me frustraba y me enojaba aún más, porque no podía estar segura de si había terminado acostándome con Paul o simplemente había caído ebria a la mitad de todo. Qué asco.

Además, apestaba a alcohol y sudor, tenía unas ojeras de miedo y mis piernas se negaban a caminar, si seguía así, terminaría llegando arrastrada a mi casa. Las personas me miraban raro –dada la cantidad, debía ser pasado el medio día- pero me daba bastante igual, sólo me interesaba llegar y echarme a dormir el resto de mi vida.

Cuando llegué, busqué mis llaves por todas partes, pero en seguida recordé que las traía en la blusa y por ende, no las tenía conmigo; así que arreglándomelas con lo primero que se me vino a la cabeza, entré por la ventana, que obviamente estaba abierta. Ni loca tocaría la puerta.

Me sorprendí un poco al descubrir que Fernanda no estaba en la habitación, aunque sus cosas seguían por todos lados. La única novedad era  su cama, que finalmente ocupaba el espacio que había reservado para ella. Le quité relevancia al asunto y me acosté en mi cama, cayendo en el sueño más placentero y profundo que había tenido hasta entonces.

Me despertaron unos golpes histéricos en la puerta, no entendía por qué simplemente no giraban la perilla y ya, no estaba con seguro. Me di la vuelta con un gruñido e ignoré los estruendosos golpes.

(NARRA ALY)

Estaba por derribar la puerta, porque la preocupación – y supongo que también la consciencia – me carcomía por dentro. No la veía desde la noche anterior y ni siquiera sabía si había llegado o se había ido con cualquier chico a… tener su propia fiesta privada. Me había devuelto a la casa con un John muy ebrio y luego de dejarlo en su habitación, me había acostado sin mayores remordimientos. Ah sí, Fernanda también venía con nosotros, más desmayada que despierta, pero ahí estaba. Todos a salvo, menos Martha.

John: Sólo gira la perilla, está abierta. – gruñó desde su posición recostado sobre la pared. Él también estaba impaciente por entrar y comprobar que su hermana había pasado la noche ahí.

Yo: ¿Cómo lo sabes?

John: ¿Olvidas que la conozco de toda la vida? Además, creo que está dormida aún.

Pero él no creía eso, y yo tampoco, no era probable que estuviera ahí. La cara de John mostraba ansiedad y algo de rabia, y no era para menos, luego de lo que me había confesado…

-FLASHBACK-

John: Mimi sale los Domingos.

Yo: Veo que no ha cambiado en mucho, entonces. – respondí mientras seguía comiendo concentrada sin prestarle demasiada atención a nada. Fue entonces cuando Martha vino a mi cabeza. Lo miré preocupada.

Yo: ¿Y Martha?

John: Se fue ayer con Paul, no sé si llegó o… está en otro lugar. – respondió frunciendo el ceño y apretando los puños.

Yo: ¿Y por qué tan preocupado por lo que hace tu hermana?

John: Bueno… es mi hermana… no quiero que se haga daño, es todo.

Yo: Ajá. – respondí sin convencerme. Me sospechaba hacía tiempo que eso no era todo. – Por favor, ¿crees que no me he fijado en cómo se miran?

John: ¿A qué te refieres? – inquirió incómodo.

Yo: John, creo que ambos somos lo suficientemente maduros como para entender que Martha no tiene ningún vínculo sanguíneo contigo y que han estado juntos desde siempre.

John: ¿Y eso qué?

Yo: Que en algún punto tenían que ceder.

Él desvió la mirada hacia el plato de cereal, que repentinamente se le hizo muy interesante. Yo insistí.

Yo: Tú y Martha tienen algo, ¿cierto?

Volvió su mirada a mí, y percibí el dolor en sus ojos. Eso me daba todas las respuestas que necesitaba.

Yo: Al carajo, vamos a despertarla.

-FIN FLASHBACK-

A pesar de la insistencia de John en que abriera la puerta por mí misma, yo quería que fuera Martha quien me abriera, para evitar decepcionarme en caso de que no estuviera ahí. Porque si de algo estaba segura era de que no había pasado la noche en su habitación.

Yo: Martha, abres la puerta o me como tus macarrones con queso… - canturreé mientras mecía tentadoramente su plato favorito al frente de la puerta. Nada. Bien, o estaba MUY  dormida, o simplemente no estaba ahí. Último intento.

Yo: Mmmh, están deliciosos. ¿John, quieres unos?

Fer: Yo si quiero. – interrumpió saliendo de la nada.

En ese instante se abrió la puerta y una mano me arrastró hacia adentro, cerrándole la puerta en las narices a John y dejándoles a él y a Fernanda el resto de la casa para ellos solos.

Martha: Dame los macarrones, muero de hambre. – gruñó y arrebatándomelos de la mano, se sentó en su cama a devorarlos.

Yo: ¿Dónde estabas?

Martha: Aquí. Estaba dormida. – respondió, mirándome perpleja.

Yo: Sí, lo que digas. ¿Dónde estabas antes de llegar aquí?

Ella terminó el plato y se volvió a acostar en su cama.

Martha: Quiero dormir.

Yo: Pero llevas todo el día durmiendo. ¿O no?

Martha: Ya lo sé idiota, pero necesito verme bien. Mañana haré algo que cambiará mi vida si todo sale como lo planeé.

Yo: ¿Qué tramas? – ella se encogió de hombros y se dio media vuelta para seguir durmiendo. Comprendí que no le sacaría nada más.

Yo: Stu llamó, dijo que traería tu cuadro más tarde, cuando viniera al ensayo.

(NARRA MARTHA)

Mi cuadro, el que había dejado abandonado en la mitad de la nada por culpa de John… casi lo había olvidado. Me volteé para verla mejor en cuanto mencionó la palabra “ensayo”.

Yo: ¿Vienen aquí? ¿Y a qué hora?

Aly: Como a las seis, creo. Sí, vienen porque aquí hay espacio y Mimi llegará hasta tarde, así que…

Miré el reloj y suspiré aliviada, aún tenía dos horas más de sueño.

Yo: Bien Aly, gracias por la información. Ahora, si me disculpas, creo que dormiré otro poco.

Aly: No quiero que duermas más, has dormido demasia…

X: ¡Aly, un tal Nick al teléfono!

Le sonreí victoriosa y apenas salió, volví a mi estado de vegetal, durmiendo como nunca lo había hecho.

(NARRA JOHN)

Aly salió luego de unos minutos para encontrarse con su adoradísimo Nick, y con Martha durmiendo, sólo me quedaba pasar el tiempo con Fernanda. Había algo en su actitud que me encantaba y casi me hacía olvidar por completo todo el drama que tenía con mi hermana, era como si me hipnotizara.
Luego de pasar las dos horas que faltaban para el ensayo en su compañía, se despidió besándome en la mejilla muy cerca a mi boca y yéndose a pasar otra noche loca al bar de ayer. Entonces empezaron a llegar los chicos.

X: ¿Qué hay Winnie? Luces horrible – soltó una sonrisa divertida - ¿Cómo está Martha? ¿Sigue pensando en mí? Dile que no dejo de pensarla, y soñarla y desearla…

Yo: Cierra la boca Shotton, está dormida, no fastidies.  – respondí entre divertido y celoso.

X: Hola John, ¿Martha está?

Yo: Está dormida Stu, déjale eso ahí. Luego se lo llevo.

Ya estaban todos, excepto Paul, lo que me sorprendió mucho porque era el más cumplido de todos. Eso me hizo sospechar…

Paul: Perdón por la tardanza, me quedé dormido – comentó apenas llegó, fatigado. - ¿Está Martha?

Yo: ¿Para qué la necesitas? – indagué entrecerrando los ojos. Él se encogió de hombros.

Paul: Dejó sus llaves y su blusa en mi casa.

Eso fue todo, hasta ahí había llegado lo poco que me quedaba de autocontrol. Le mandé un puñetazo directamente a la cara y lo tiré al suelo con fuerza.

Yo: ¿CÓMO PUDISTE METERTE CON ELLA, MALDITO BASTARDO? ¡VOY A VOLVERTE PEDAZOS!

Stu: John, déjalo en paz, él no te ha hecho nada.

Yo: Escúchame bien – gruñí acercándome a él y tomándolo del cuello de la camisa. – Vuelves a tocarle un cabello y te despides de tu vida. ¿Entendiste?

Él se soltó de mí con cierto fastidio y se levantó del piso, limpiándose la sangre con su manga.

Paul: Como digas. ¿Vamos a ensayar, o qué?

(NARRA MARTHA)

El estruendo era demasiado grande como para dormir tranquilamente, así que no tuve más opción que levantarme. Busqué mi pijama y me encerré en el baño, demorándome en la ducha todo lo que duró el ensayo. El agua tibia relajó mis músculos y me quitó el hediondo olor que me cubría.

Cuando salí, me vestí con el pijama y bajé al primer piso para buscar algo de comer. En la sala estaban los chicos terminando de ensayar y luego de saludarlos – algo realmente incómodo con Pete coqueteándome abiertamente, John dirigiéndole miradas asesinas y Paul rehuyendo mi mirada – seguí hasta la cocina y me preparé un enorme plato de cereal que me comí como si estuviera desnutrida.

X: Hola Martha.

Yo: Stu, hola. Aly dijo que traerías mi cuadro, perdón por abandonarlo en tu casa. – respondí con una sonrisa.

Stu: No hay problema cariño, seguro tenías cosas más importantes – sonrió encantadoramente- ¿Quieres que te lo ayude a subir?

Yo: No te preocupes, puedo hacerlo sola.

Acabé mi plato y subí con mi cuadro, dejándolo sobre la cama apenas llegué. Quería terminarlo, pero sería mejor si lo hacía de día, así que agarré un libro y me puse a leer. Todo iba relativamente en calma – a excepción del bullicio de los chicos y sus canciones – hasta que alguien golpeó la puerta.

Yo: Está abierto – musité aún perdida entre las páginas.

El extraño entró y se me quedó viendo en silencio. Levanté la mirada y fruncí el ceño.

Yo: ¿Qué quieres?

X: Nada en especial… solo venía a devolverte esto.

Yo: Déjalo por ahí, gracias. Luego lo recojo. – respondí volviendo a mi lectura sin darle demasiada importancia.

Hellow ^^ ¿Qué tal todo? Oh sí, capítulo largooo.

Nos sorprendió mucho que pensaran que Martha iba a quedar embarazada... ¡ni locas haríamos eso! O por lo menos no por ahora, creo que es mejor si se enreda sin un niño de por medio y como dijo Claudia, ya debía de existir el condón (?

Paul y Martha, según Aly, nuestra dibujante oficial - como dijo Vale ;D


Vale, por mi parte, disculpas aceptadas ;) Sí, yo también quiero que quede con John!!
Jajaja Claudia, eres una pervertida jajaja me encanta :3
Oww Cecilia, qué bien que comentas! 
Calma Lita, dudo mucho que muramos todos - si se dice muramos? rarooo- 
Y Aly, pues nada, vos dibujas bien desmadre. LOVE YOUUUU!

Bueno dulzuras del desierto (? Les dejo :3
Duerman mucho dearies, nos vemos ;)

miércoles, 10 de julio de 2013

Blurred Night.

(NARRA RITA)

No recuerdo una noche en la que me haya divertido más, fue excelente.  Bailé hasta que mis pies no dieron más y decidí terminar sentándome y tomando un poco con Aly y su acompañante misterioso.

Yo: ¿Qué hay Aly? ¿No estás borracha aún?

Aly: Estoy bastante acostumbrada al alcohol, necesitaría el doble de lo que he tomado para empezar a presentar síntomas de embriaguez.

Yo: Creo que no podemos decir lo mismo de Martha – dije mientras observaba cómo la chica bailaba eufórica en medio de la pista con un agotado Alan.

Aly: No me imaginé que se pondría así... – musitó pensativa chasqueando la lengua – Está incontrolable, va a sentirse muerta mañana.

X: Yo creo que el que va a caer muerto es Alan, solo mira cómo lo tiene. El pobre no da un paso más.

Solté una carcajada y me senté al lado del chico que acompañaba a Aly.

Aly: Rita, te presento a Nick. Nick ella es Rita y aunque no tiene novio, está muy cerca de tenerlo.

Yo: ¡Oye! – y le golpeé el brazo. Estábamos riéndonos, cuando llegó George, que miró a Nick con recelo antes de sentarse con nosotros.

Yo: Pobre Alan… alguien debería ayudarlo. – exclamé con pesar volviendo a ver hacia la pista.

George: ¿Y por qué no vas tú? – gruñó antes de tomarse su cerveza de un trago.

Aly: Creo que alguien está celoso…

Estallamos en carcajadas ante el sonrojo involuntario de George y nos terminamos la ronda sin más rodeos.

(NARRA MARTHA - o al menos la parte coherente que aún le queda -)

No sentía el más mínimo cansancio, por mi parte podía seguir bailando sin parar hasta que cayera muerta. Pero al parecer Alan no pensaba lo mismo, porque terminada la canción, me llevó hasta la mesa.

Yo: ¿Pero qué haces? No seas aguafiestas, ¡vamos a bailar!

Alan: Ni… loco vuelvo… a pisar esa pista… en toda la noche – jadeó cayendo rendido en una silla vacía. Oí risitas provenientes de los otros chicos en la mesa y los miré con el ceño fruncido.

Yo: Como quieras. Vamos George, ven conmigo.

George: Paso Martha, soy muy joven para morir, y aún más en brazos de una chica mayor. – respondió guiñándome el ojo. Más risas.

Yo: ¿Y tú, Nick? ¿Vas a seguir descansando?

Nick: Lamento decírtelo nena, pero estoy más cómodo aquí. - escuché la carcajada ahogada de George.

Aly: Martha, sé que dije que te divirtieras, ¿pero no crees que deberías parar un poco? Te vas a desmayar.

Yo: Ni aunque me pagaras. Me voy a buscar a alguien que SÍ se sepa divertir. – refunfuñé tomándome un trago cualquiera de la mesa y saliendo de nuevo a la pista.

La verdad ya no recordaba ni dónde estaba, así que no me sorprendió mucho chocar contra alguien al instante. Apoyé mis manos contra su pecho para evitar caerme y él me sujetó por la cintura.

X: ¿Estás bien? – respondió una voz un poco menos ebria que la mía. 

Pero… ¿qué? ¡No, esa voz no! ¿Por qué yo, de entre todos los mortales, tenía que encontrarme con el motivo de mi despecho justo cuando estoy desahogándome?

Yo: No esperaba verte por aquí, John.

John: Y yo a ti tampoco, Martha. – respondió incómodo.

¡Por supuesto que no se lo esperaba! Yo me lo imaginaba muy lejos, bastante lejos, con su queridísima Fernanda en Blackpool. La foto que ella había encontrado era precisamente la de un día de verano allá y lo que esperaba era que él la llevara y se perdieran lo más posible. O al menos lo suficiente para poder sacar toda esa basura de una relación inexistente de mi cabeza.

Pero no. Como siempre, John Lennon tenía que ignorar el plan original.

John: ¿Qué haces aquí?

Yo: Pues…

X: Johnny, ¿qué pasa?

Di un respingo al escuchar su voz y solo entonces me fijé que él no estaba solo. Agarrando su mano, con los dedos entrelazados, estaba Fernanda, mirándome fijamente. John carraspeó y le soltó la mano. Muy tarde.

John: Eh… nada, encontré a mi hermanita aquí, es todo.

Yo: Creo que… es mejor que me vaya.

Y enseguida caminé apartándome de ellos, sin embargo, John alcanzó a detenerme por el hombro.

John: Martha, espera…

Yo: John, no quiero molestar más. Es obvio que tú y Fernanda están pasándola bien y no quiero interrumpir. ¿Me sueltas? – gruñí tratando de zafármelo de encima. No lo hizo.

Fer: John, ¿por qué no…?

Yo: Cállate. – casi le grité mientras le arrebataba la cerveza que traía en su mano.  Esto era demasiado para mí. – John, déjame en paz ¿sí? Puedo cuidarme sola.

Fer: Oye, eso era mío.

Yo: Pues ya no lo es. – dije dándole un gran sorbo.

John me apretó con fuerza antes de soltarme, pero lo hizo. Fernanda miró su ex – cerveza antes de dirigirme una mirada asesina y la pareja se fue.

Si bien esa situación me había bajado todos los tragos de golpe, ahora tenía necesidad de más. Tenía que olvidarlo, maldición, debía haber una forma. Me senté en la mesa junto con los otros chicos y me terminé la ex – cerveza de Fernanda.  Alan me miró divertido.

Alan: ¿Cambiaste de opinión? – me susurró al oído, para que pudiera escucharlo mejor. Me reí.

Yo: Solo por un rato.

(NARRA FERNANDA)

Nos habíamos sentado solos unas mesas más allá, pero ya había perdido su atención por completo.  John miraba a Martha con una sobreprotección que más parecían celos. De hecho, estaba segura de que eso eran.

Yo: John, me estás apretando muy fuerte. – me quejé cuando estrujó mis dedos.

John: Lo siento. – contestó distraído y me soltó al instante, para crispar su mano en un puño.

Martha y Alan estaban sentados muy cerca y reían por algo que él había dicho. La tensión en John era más que evidente.

X: ¿Quieres bailar?

Era ese chico, el amigo de Martha… George, creo. Estaba ahí ofreciéndome su mano y acepté gustosa. Moría de aburrimiento.

No lo entendía… todo había sido perfecto hasta ese momento.

-FLASHBACK-

Yo: ¿Cómo que no me vas a llevar?

John: Fernanda cariño, ir a Blackpool nos tomaría todo el día y francamente, no estoy de ánimos para eso. La cabeza está a punto de explotarme.

Yo: Bueno… vayamos a otro lugar entonces.

No tuvimos que dar demasiados rodeos, John fue muy creativo y se tumbó bajo el árbol más cercano del parque en el que estábamos. Genial. No tenía ganas de discutir con él, así que me senté a su lado. Estuvimos en silencio unos minutos.

Yo: Háblame al menos, esto es aburrido.

John: ¿Qué quieres que te diga? – gruñó con los ojos cerrados.

Yo: No sé, pregúntame cosas.

John: De acuerdo… ¿a qué edad perdiste tu virginidad?

Solté una carcajada por su descaro y me recosté junto a él.

Yo: Cuando cumplí dieciséis años.

Él me miró perplejo y enarqué una ceja.

John: ¿Es en serio?

Yo: ¿No esperabas una respuesta seria?

John: Esperaba que me abofetearas y me dejaras morirme de resaca aquí. Ninguna chica me había respondido eso antes, todas se escandalizan.

Yo: Bueno, yo no soy cualquier chica. – respondí divertida – Si te sirve de consuelo, no sentía nada por ese chico, fue pura atracción y ya. Solo deseo y oportunidad.

John: ¿Y por qué tendría que consolarme eso? – Rió – Me imagino cómo habrá sido él para que cedieras así.

Yo: Era un dios. Un cuerpo delicioso y unos ojos irresistibles. – dije mientras sacaba mi cajetilla de cigarrillos - ¿Fumas? Ten, enciéndelo por mí. –lo encendió y tomó uno para él – Estaba de vacaciones en Brasil, no pude resistirme.

Fumamos en silencio un rato, dejando libres nuestros pensamientos.

John: ¿Te gusta más Brasil o Estados Unidos?

Yo: Estados Unidos es todo para mí. Brasil es como mi universo alterno, pero prefiero Estados Unidos. No sé… soy muy pasional a veces.

John: Eso está por verse, nena. – respondió sonriendo pícaramente. Yo también sonreí, no se acordaba de la noche anterior… había que repetirla.

Seguimos hablando y lanzándonos indirectas de esa manera hasta que él decidió que era hora de embriagarse otra vez. No me negué en absoluto y nos fuimos directo al pub.

Me sentía victoriosa, ahora me sostenía la mano, como si fuera su chica.

-FIN FLASBACK-

Ahora todos bailaban. Todos menos Martha, pues como yo bailaba con George, se había desbalanceado todo y ahora ella no tenía pareja. Sonreí. Había ganado.

(NARRA MARTHA –su conciencia está ida, así que será una narración desde el subconsciente (? - )

Ya había perdido la cuenta de lo que había bebido, pero no importaba. No era como si fuera a pagar, de todas formas, y pobre del que lo hiciera. Tenía la cabeza completamente nublada y estaba a punto de empezar otro trago cuando sentí una mano helada en mi hombro. Me sobresalté y maldije en voz alta. El dueño de esa mano que parecía de cadáver no se inmutó.

X: Hola Martha…. Te ves divina, muñeca. – dijo una voz familiar, que arrastraba las palabras. Estaba tan o más borracho que yo, pero no le di mayor importancia. En ese instante me pareció bastante sobrio.

Yo: Tú tampoco estás nada mal. – respondí mirándolo de arriba abajo – Muy seductor, Paul. ¿Desde hace cuánto estás aquí?

Paul: Desde hace mucho, pero no nos habíamos encontrado. ¿Bailas?

Yo: Estoy cansada.

Paul: No digas estupideces, después te arrepentirás de no haber bailado conmigo.

No tenía muchas ganas de contradecirlo, así que acepté y salimos a bailar… en serio que estaba guapo, ¿cómo no me fijé antes? Divino…

---- FIN DE LA MEMORIA, ME TEMO QUE MARTHA YA NO ESTÁ EN CAPACIDAD DE RELATAR LO QUE SUCEDE A SU ALREDEDOR. DE HECHO NADIE LO ESTÁ, PERO NOS APROVECHAREMOS DE LOS IRRESISTIBLES OJOS DE PAUL PARA CONTAR LO QUE FALTA –

(NARRACIÓN PAUL )

Solo sé que Martha se me hacía muy linda justo ahora. Bailé con ella unas piezas, hasta que ninguno de los dos pudo sostenerse mucho más en pie sin hacer el ridículo. Fue entonces que la tomé de la cintura y acerqué mis labios a su oído.

Paul: ¿Qué te parece si vamos a mi casa? Mi papá se fue con Mike a Londres unos días, así que…

Ella respondió con un ronroneo y la tomé del brazo para salir de ahí, aunque en la puerta…

John me agarró de la camisa y me miró con furia.

John: Si llegas a tocarla, te juro que te mato McCartney.

Yo: No te alteres tanto, sólo voy a llevarla a su casa.

John: Estás mas borracho que ella, además yo puedo hacer eso.

Fer: ¿John? ¿Vas a bailar conmigo, o qué? – gritó desde el centro de la pista.

Yo: Creo que no puedes… aprovecha que esa delicia está contigo idiota, ya quisiera estar en tu lugar.

No le di oportunidad de responder y me fui llevándome a Martha conmigo. Caminamos largo rato sin mucha idea de dónde estábamos, hasta que ella tuvo que parar para vomitar. Eso nos despejó la mente un poco.

Martha: ¿Dónde demonios estamos?

Yo: No tengo idea… ven, ¿qué dice aquí?

Martha: Uhm… Strawberry…

No terminó de leer, pero yo sabía el nombre completo. Miramos la reja imponente con respeto.

Yo: Deberíamos ir a otro lugar. Estás temblando.

Martha: Cállate un minuto, ¿quieres?

Se acercó a la reja y se reclinó de espaldas contra ella cerrando los ojos. Se veía tan tentadora ahí…

Martha: Éste es uno de mis lugares favoritos en Liverpool.

Yo: Tiene un aire bastante místico. – concedí acercándome a ella.

Martha: Me ayuda a saber qué es lo que realmente quiero…

Yo: ¿Y qué es lo que quieres?

Nos separaban centímetros. Me miró y caí profundamente en aquellos ojos hechizantes.

Martha: No lo sé.

La besé, porque realmente no se podía hacer nada más. El deseo nos estaba carcomiendo a ambos y si no lo hacía, iba a resultar incontrolable después. Ella me respondió ansiosa y entrelazó sus manos en mi nuca, mientras yo deslizaba las mías hasta su cintura. No sé cuanto pasó, pudieron ser segundos, pudieron ser años. Finalmente nos separamos.

Sin cruzar palabra, fuimos hasta mi casa y nos sentamos en el sofá, tomándonos las cervezas de papá. Al parecer necesitaba desahogarse, y mucho. La escuché atentamente.

Martha: Paul, eres el único que me ha escuchado y no me ha dicho loca.

Yo: Tal vez sea porque estoy borracho. – soltamos una carcajada. – Pero pienso que si estás soñando todo eso, debe ser por algo.

Martha: No tiene sentido.

Yo: Nada de lo que ha pasado tiene ningún sentido. No entiendo cómo es que todavía no me he acostado contigo.

Caminamos hasta mi habitación, cada uno con una botella en la mano y se acostó en mi cama mientras ponía el tocadiscos. La voz de Elvis llenó los espacios vacíos y me acosté al lado de ella.
Me miró sonriente y me besó con pasión.

--FIN TOTAL DE LOS DATOS DE MEMORIA-- SUFRAN, MORTALES.

¿Qué pasará? 
Al carajo si esperaban un comentario largo, son las seis de la mañana, no he dormido nada y en dos horas tengo que levantarme, así que confórmense.
Luego pongo un P.D o algo así.

Que la intriga los queme.
"Así sea."

10:11 a.m

Ya, estoy algo más calmada, perdón por la agresividad (?
Y bueno, solo vine a poner unas imágenes por ahí...
Señores y señoras, Fernanda según la imaginación de Aly:




Presento las excusas por parte de Aly por los rastros de lápiz, pero sinceramente es lo de menos querida, DIBUJAS COMO UNA DIOSA.  No sé, me encantó. 

Y sha, es todo.
Ahora sí, está completo ;)