John
me miró con profundidad. Noté sus ganas implacables de apretarme los dedos y
abrazarme, de besarme el cuello y preguntarme al oído. Pero ahí estaba Vale.
Menos mal.
John:
¿Ah sí? Dime quién es aquel guitarrista misterioso.
Yo:
Es George Harrison, mi amigo.
Él
soltó una risita divertida y miró hacia el horizonte una vez más.
John:
Es un niño.
Aunque
debí molestarme, en realidad solté una carcajada irónica. A pesar de ser tres
años menor que John, George era bastante más hábil que él en la guitarra, y él
además de perdérselo, lo estaba subestimando. John frunció un poco el ceño.
Yo:
¿Y eso qué? Si es mucho problema la edad, ve y consíguete a otro. Veo que es
excesivamente fácil.
No
contestó, pero apretó los dientes.
Yo:
¿Qué tal si vamos y le haces una audición? ¿O prefieres seguir escuchando tocar
a tu grupo como basura?
John:
Ey, te pasas. Ten cuidado. – gruñó amenazador, pero lo ignoré y me levanté con
agilidad, extendiendo una mano hacia él.
Yo:
Vamos.
Él
miró mi mano perezosamente al principio, y luego deteniéndose examinando los
detalles. Finalmente la tomó y se levantó.
Pasamos
por la casa de Stu a dejar a la chiquilla – interrumpimos una escena romántica
de la que John se burlaría por días – y nos encaminamos a la casa de George.
Nos
encontramos con él antes de lo que esperábamos, y no estaba solo.
John:
Vaya, vaya, no sabía que tomabas el bus McCartney. Así que no eres un chico tan
mimado después de todo.
Paul
nos miró, primero a John con una expresión burlona y luego a mí con una cara
que no pude descifrar, pero que rayaba un poco en el odio.
Paul:
Y yo pensé que tenías demasiado encaprichada a Martha como para dejarla salir…
- soltó sarcásticamente. Me sujeté con fuerza del asiento más próximo, eso era
pasarse.
John
frunció el ceño.
John:
Bueno, bueno, sin reproches cara de bebé. El punto es que me parece ideal
habernos encontrado contigo y con George… esta chica encaprichada acababa de
sugerirlo para integrarlo a la banda.
Fruncí
el ceño, pero no fui la única. Paul también hizo lo mismo.
Paul:
Yo también lo había dicho antes. ¿Por qué es diferente?
John:
No te pongas celoso McCartney, la petición de una dama tiene más peso. – dijo con
un tono fingido de caballero. Puse los ojos en blanco y Paul suspiró
rindiéndose.
Paul:
Bueno, supongo que es mejor que nada. Vamos George, saca tu guitarra.
Él
nos miró un poco nervioso, pero le sonreí para darle ánimo y él me sonrió de
vuelta, sacando la guitarra que reposaba a su lado poco después. John se
percató de ese intercambio de sonrisas y endureció la mirada.
John:
Bien, ¿qué tienes preparado? – soltó mordazmente. George notó ese cambio, pero
lo ignoró para evitar ponerse aún más nervioso. En lugar de eso, empezó a tocar
las primeras notas de una tonada que al instante reconocimos como “Raunchy”. La
expresión dura de John se relajó casi de inmediato por el asombro.
Cuando
terminó, nos miró expectante. John y Paul intercambiaron miradas y supe
entonces que mi misión estaba cumplida. George en la banda era todo un hecho.
John:
George, ¿te gustaría entrar en mi banda? – preguntó con un tono divertido. Él
sonrió ampliamente.
George:
No tienes ni que preguntarlo.
John:
Bien entonces, mañana a las 5 en la casa de este idiota. – dijo señalando a
Paul con el pulgar, quien le dio un codazo en las costillas que nos hizo reír a
todos. Al oír mi risa, Paul se me quedó viendo unos instantes.
George:
No faltaré.
**********************************************
Las últimas semanas se habían pasado
tan rápido que me costaba un poco recordarlo todo al detalle, sin embargo podía
hacerlo perfectamente; así de importante eran las cosas.
Había empezado mis clases en la
escuela de artes y casualmente compartía clases con Stu, así que ahora
pasábamos más tiempo juntos, creando y jugando con diferentes ideas que
pasábamos de un cuadro a otro sin importarnos demasiado los derechos de autor.
Bastantes de sus pinturas tenían brochazos míos, al igual que las que yo hacía
tenían los suyos.
Pero no todo podía ser bueno, luego
de casi morir en un accidente de tren en Londres, Fernanda había vuelto a
Liverpool y empezado clases – ¡por fin! -, ocupando todo su tiempo libre en
fastidiarme y coquetear con John, quien no mostraba ninguna señal de rechazo,
cediendo ante sus caricias con facilidad.
Aunque pude darme cuenta luego de un
tiempo que lo hacía para darme celos, pues nunca estaban juntos si yo no estaba
presente, lo cual molestaba un poco a Fernanda, quien también se había dado
cuenta de eso. Sin embargo yo no iba a caer tan fácilmente en sus engaños otra
vez, así que para darles algo de privacidad, me había mudado al sótano de la
casa – luego de limpiar casi compulsivamente y encontrar DE TODO ahí. – y ahora
tenían todo el segundo piso para ellos. O bueno, casi todo.
Pero a pesar de todo me dolía.
Después de esa fiebre memorable en la que me había desmayado a mitad de la
calle y John me había recogido para luego dejarme en mi cama con mis
pensamientos algo subidos de tono, las cosas no eran iguales. A pesar de haber
sido solo una fantasía, extrañaba las caricias de John, sus besos febriles
sobre mi imaginaria piel desnuda y me había convencido de que solo pasaría en
mi mente, jamás en la vida real.
Pero bueno, cambiando de tema, por
alguna extraña razón Stu se había dejado convencer por Paul y John de vender
su mejor pintura y con el dinero comprar un bajo Hofner, para unirse a ellos a
su banda. Cuando me enteré, lo había puteado hasta que ambos nos sentimos
terribles y él prometió abandonar la banda y volver a la pintura, cosa que no
hizo del todo, pues la banda atraía chicas, y obviamente, a él le encantaba
eso. Pero sí se concentró más en la pintura, que se había vuelto su amante
número uno.
La banda tocaba cada vez más seguido,
mejorando cada vez más, aunque para mí seguían sonando un poco como basura. La
verdad es que no le llegaban a los tobillos a otras bandas locales, y eso les
daba bastante desventaja.
Sin embargo ahí estaba yo, sentada
como tonta entre las chicas que los veían embelesadas mientras bebía un trago
no demasiado fuerte, pero suficiente para hacerme olvidar las razones por las
que estaba ahí, aburriéndome como nunca.
John me lanzaba miradas inquisitivas
entre sus estupideces en el escenario – que les encantaban a las chicas, obvio –
y sus improvisaciones bien hechas. Stu me daba la espalda, pero eso ya era
usual y de hecho llamaba más la atención sobre él que sobre el resto de la
banda.
X: Hola Martha.
Me volteé sorprendida, no esperaba
encontrarme con nadie en especial, pero ahí estaba esa chica con cabello rubio
artificial que a pesar de todo me agradaba bastante. Sonreí.
Yo: Hola Cyn, qué sorpresa. Pensé que
no te gustaban este tipo de lugares.
Ella se encogió de hombros.
Cyn: Vengo cuando necesito relajarme
un poco.
Sonreí irónica, era curioso que
viniera a “relajarse” a un lugar donde la estridencia era su principal
cualidad. No, ella venía aquí por John, porque él le coqueteaba y a ella le
gustaba eso, se había tinturado el cabello solo para llamar su atención.
La había conocido pocos días después
de iniciar clases, era agradable y educada, y según John “muy Brigitte Bardot
si se tinturara el pelo”, cosa que hizo poco después, sin embargo no era un
riesgo. La diferencia entre su personalidad y la de John eran infinitas y el
simple hecho de imaginármelos juntos me causaba risa. Pero igual a él le
gustaba. Y… no, no tenía porqué importarme eso.
Platicamos un buen rato hasta que los
chicos se hartaron de tocar y ella nerviosa ante las miradas de John se había
ido. Por mi parte, estaba algo cansada de todo ese ambiente, así que salí un
rato a tomar algo de aire, y me acordé de John. Pero no de "mi" John, sino del
otro John, el fantasma, la visión extraña.
Encendí un cigarrillo y me lo llevé a
los labios con tranquilidad. Ahora fumaba gracias a John, qué irresponsable.
Ya no me visitaba. No lo hacía y eso
me frustraba, porque así fuera viejo, él me seguía gustando inmensamente y su
sonrisa irónica me ponía por las nubes. Pero desde que George había ingresado
en la banda solo había aparecido un par de veces para que intentara sacar a Stu
de ahí, cosa que por mis propios medios ya había intentado sin mucho éxito.
Mis padres ya no volvieron más en mis
sueños. En su lugar, ahora había una chiquilla de ojos claros que me parecía
muy familiar… demonios.
Una hoja rebelde de papel se había
separado del suelo y se me había estampado en el rostro. Estaba a punto de
tirarlo, cuando hallé un nombre familiar en el folleto. Alan Williams… ¿no era
el gerente o algo así de la banda de mi hermano?
Entreabrí los labios con sorpresa al
leer el resto del anuncio y apagué el cigarrillo contra la acera antes de
entrar al local para hablar con los chicos. Paul y John me divisaron de
inmediato y Paul no pudo ocultar un gesto de estupefacción al verme. En mi
mente me pregunté por qué haría eso, pero no tenía tiempo para nimiedades, y
busqué con la mirada la de John, encontrándola casi en el acto. Me miraba de
arriba abajo, mi vestido nuevo resaltaba mis curvas más de lo normal.
Paul: Martha… pensamos que no habías
venido. – apenas dijo Paul.
John: Yo ya sabía que estabas aquí. –
respondió guiñándome un ojo.
Yo: Sí, sí, salí un momento a tomar
aire. – dije abanicándome teatralmente con el folleto que tenía entre mis dedos
fríos. John intentó arrebatármelo sin mucho éxito.
John: ¿Qué traes entre manos?
Literalmente. – preguntó dándoselas de ingenioso.
Yo: Oh, no es nada, solo basura que
encontré en la calle. – solté restándole importancia, pero esbozando una
sonrisa misteriosa.
John: Deja de jugar niña, y pásame
ese papel.
Le pasé la hoja y vi cómo a medida
que leía, su rostro se iba iluminando. Terminó de leer y me miró con una mezcla
de emociones palpables en su rostro.
John: Eso es, hermanita.
Y así casi de la nada, me tomó de la
cintura con fuerza y me besó en frente de todos.
La sorpresa y el terror se habían
apoderado de mí, quitándole todo lo romántico que pudo haber sido al gesto que
él acababa de hacer e impidiéndome devolverle el beso, que duró poco más de
unos segundos.
Cuando finalmente me soltó, lo miré
aterrada, y luego al resto de la banda. Paul tenía una expresión de sorpresa
tan exagerada, que su maxilar inferior pudo haber tocado el suelo sin
problemas. George nos miraba reprobatorios, pero igualmente sorprendido.
Shotton, que aunque ya no era parte de la banda ahí estaba, parecía a punto de
golpearse para probar que no era una alucinación suya, al igual que Stu. Jadeé
al ver las proporciones de lo que había desencadenado.
Pete: ¡John! ¡Es tu hermana! – gruñó celoso.
Él se encogió de hombros.
John: No de sangre.
Stu: Sigue siendo extraño… - musitó
Stu sin recuperarse del todo. Paul había fruncido el ceño casi por completo y
nos miraba con ganas de asesinarnos. Interpreté eso como miedo a que John ya no
tuviera más tiempo para ellos.
John: Me da igual, es mi chica y
punto. – sentenció con firmeza, una firmeza que me desestabilizó por completo.
Nunca había dicho eso antes. – Pero bueno, no hay que salir del tema. Nuestro
querido Alan nos ha conseguido trabajo en Hamburgo, señores.
Y dicho eso, les mostró el papel al
resto del reducido grupo. El folleto anunciaba una convocatoria, Alan Williams
quería enviar a un grupo a Hamburgo, y como era conocido de John y en general
de lo que ahora llamaban “The Beatles” – idea de Stu -, era más que seguro que
ellos serían los seleccionados.
La estupefacción inicial por el beso
se vio pronto reemplazada por la euforia que la noticia les provocaba, dándoles
una razón coherente para quedarse a celebrar – cosa que hubieran hecho de todas
formas – y a disfrutar de la noticia.
Despidiéndome entre felicitaciones –
y un disimulado beso en los labios que Pete no pudo resistir darme -, me fui
del lugar, esperando poder despejar mi mente y preguntarme con calma si eso
habría sido el destino o solo otra casualidad. Aunque no serviría de mucho,
podría haber sido obra de un plato de espagueti flotante y ni me habría dado
por enterada.
X: ¡MARTHA, ESPERA!
La voz que más deseaba escuchar con
todas mis fuerzas acababa de llamarme, así que al inicio pensé que era solo un
espejismo y seguí caminando sin inmutarme hasta que unas frías manos que a
pesar de todo ya conocía bien, me tomaron por los hombros.
X: Martha, necesitamos hablar.
Me encogí de hombros ocultado el
estremecimiento que me provocaba la voz de John en mi oído y seguí caminando
con él a mi lado sin responderle nada inmediatamente. Luego de unos segundos lo
miré.
Yo: ¿De qué quieres hablar?
Esta vez fue él quien no respondió,
pero empezó a guiar mis pasos hacia un lugar que reconocí poco después al
darnos casi de frente contra un gigantesco portón rojo.
John: Las damas primero.
Lo miré sarcástica y con algo de
ayuda, lo salté. Él me siguió poco después y caminamos sin rumbo por las
amplias praderas de Strawberry Field entre el frío casi nevoso de la noche.
John: Tenemos que hablar sobre
nosotros.
Lo presentía, ya sabía qué responder
en ese caso.
Yo: No hay un nosotros John, eso lo
has dejado bastante claro otras veces. – susurré. Él me miró frunciendo el
ceño.
John: ¿Lo dices por Fernanda?
Yo: Claro que no, puedes hacer con ella
lo que se te antoje. Desde que follaron en mi cama en mi cumpleaños sé que es
algo que no puedo evitar. Y que de todas formas no me importa.
Él se detuvo y me miró estupefacto.
John: ¿Qué?
Lo miré impaciente, esto no era algo
de lo que esperaba hablar cuando me desperté esta mañana. Seguía doliendo.
Yo: ¿No te acuerdas? Fue uno de los
momentos más… incómodos de mi vida. – solté cualquier palabra, pero él sabía
que me dolía. Él seguía con esa mirada incrédula en el rostro.
John: Yo… no recuerdo nada. Demonios,
ahora todo tiene sentido. – gruñó furioso consigo mismo, pero yo seguí
caminando, ignorando sus auto reproches. Él me siguió poco después.
John: ¿Y? ¿Ahí termina todo? – casi me
gritó. Pateé una piedrita.
Yo: ¿Recuerdas cuando te pregunté el
tipo de relación que teníamos? – musité quedamente.
John: Sí. – respondió apretando los
dientes.
Yo: No me respondiste nada. No supe
cómo interpretar eso al inicio, pero ahora lo sé. No somos nada John, solo familia,
y que yo sepa, la familia no tiene sexo entre ellos. Así que… sí, aquí termina
todo. Y eres libre de estar con Fernanda lo que quieras, aunque ya lo estás.
Aceleré el paso, para que no se
fijara en mis ojos que amenazaban con lagrimear pronto. No oí pasos detrás de
mí, lo que me partió un poco más el corazón. Me dejaba. Lo estaba dejando y él
igual me dejaba. Qué estúpida.
Estaba empezando a correr cuando un
brazo fuerte me detuvo en mi carrera. Miré al dueño de ese brazo con los ojos
empañados. Él me miraba con una mirada igualmente a punto de llorar. No lo
había visto llorar desde Julia. No era normal nada de esto.
John: No quiero que esto acabe aquí.
No estoy con Fernanda, la dejaré si quieres, dejaré de mirarla si eso te hace
feliz. Pero no me dejes por favor, no lo hagas. Te necesito. Te amo.
No pude. Quise hacerlo con todas mis
fuerzas, pero no pude salir a correr. Esas últimas palabras las había dicho con
tanta firmeza, con tanta posesión que no podían ser más sino verdaderas.
Recordé su beso horas antes, cómo afirmaba que yo era su chica frente a todo el
mundo. No podía dejarlo, no ahora, no nunca.
Yo: Yo también te amo, John. – me
rendí cayendo entre sus brazos y besándolo desesperadamente.
No lo besaba hacía semanas, parte de
mí lo había deseado todas las noches que recordaba el roce de su piel contra la
mía pero no lo había tenido tan cerca desde hacía tanto…
Ahora no había nada que pudiera
detener lo que estaba a punto de pasar, a la mierda dónde estábamos, ni la
hora, ni el clima, nada podía pararlo. Ni siquiera yo.
Sus manos me acariciaron por sobre el vestido y
rozaron mis senos, arañé su cuello para que besara el mío y ambos caímos al
suelo. Ni siquiera nos percatamos de eso.
John: ¿Segura? – musitó antes de
bajarme el cierre del vestido totalmente.
Yo: No lo arruines con cursilerías
John, no es lo tuyo. – gruñí entre gemidos mientras le bajaba el pantalón.
Él
sonrió complacido con mi respuesta y me arrancó el vestido de golpe.
La luna iluminó el lugar, la amante y
musa de los poetas aprobó nuestro idilio.
Mis queridas, hemos vuelto y puedo asegurarles que este final no termina aquí. El próximo tendrá lo que le faltó a este :ifyouknowwhatImean: y... muchas más sorpresas.
Y esque después de desaparecer una eternidad, Mónica volvió super recargada y tengo un montón de hojas por transcribir. Así que... considérense afortunadas (?
¡Bienvenida Jackie!
Y no sé, ya tengo el otro listo, si comentan y se portan bien, tal vez lo suba antes del lunes...
Y para las que aún no lo sepan, he empezado a escribir mi propio fan fic algo más extraño y retorcido que este -no, el incesto no lo supera nadie e.e- pero pasen un rato si les place:
Happiness is a Warm Gun
Y para las que aún no lo sepan, he empezado a escribir mi propio fan fic algo más extraño y retorcido que este -no, el incesto no lo supera nadie e.e- pero pasen un rato si les place:
Happiness is a Warm Gun
Cuídense :D
¡ASDFFGHJKL! estaba a punto de dormirme y entro a Blogger, veo capítulo nuevo y siento emoción. NONONO, es que aunque dejen de escribir -por un buen rato- no importa -bueno e.e- siempre me dejan feliz, emocionada y frustrada porque sé que el próximo saldrá en un buen rato u.u esta vez espero que no sea así.
ResponderEliminar¡John! ¡¿qué hiciste?! el secreto era más intrigante (???) ahora... pfff, sólo quiero saber que es lo que sucederá después (??? por favor, ¡sube pronto! :cccc sufrimos.
Cuídate.
♥
NOOOOO COMO?! NOOOO LO VUELVEN A ESCRIBIR PORQUE YO LO QUIERO CON DETALLE!!!!!!
ResponderEliminaromg omg omg necesito otro NECESITO OTRO AHORA MISMO agghhhhh creo que voy a morir de combustión espontanea no es justo agghh
muy muy MUY buen capitulo espero otro y pronto! no sé que mas decir, pero necesito otro.
Ay por dios! Martha conoce a Cyn!!:Aywey:
ResponderEliminarYo quiero saber que onda con eso!
Martha ya anda con John o como?
Diablos! Necesito leer más. Soy fanática de este y de los otros dos que escriben! <3
Sube pronto Pls. ^^/
SIII! Aleluya!Aleluya!Aleluya!Aleluya!Aleluya!
ResponderEliminarMARTHA ESTA CON JOHN!! AWWWWW fue lo mas tierno... Mi chica. eso!! :3 fue lo mas hermoso! siiiii! ya, calma vale calma.
Se van a hamburgo y dejan a fernanda ahi! John, llevate a martha contigo... deja a fernanda en ese maldito hoyo!
Demonios! Paul, NI SE TE OCURRA! meterte con martha... ya veré como hago para convencer a alguien... tengo el plan perfecto.
SUBE PRONTO MARY! QUE NO TE GANE LA PEREZA!
Loveya
Capítulos como estos hacen que me enamore más de John. Ha sido tan excitante este capítulo, lo amé. ❤️
ResponderEliminar