(Narra Martha)
El sol se colaba por entre las cortinas y
caía en suaves matices sobre el cabello revuelto de John, que dormía
profundamente a mi lado. Se notaba que no iba a despertar pronto, el cansancio
era casi tangible.
Con cuidado y tratando de no despertarlo,
pasé por sobre él hacia la ducha.
No recordaba nada. Tampoco era que
importara. Él estaba ahí conmigo y punto.
(Narra John):
Luego de haberla dejado en su cama, me
recosté a su lado para acompañarla el resto de la noche. Tuvo sueños intensos,
me llamaba por mi nombre y yo intentaba despertarla, sin mucho resultado. Al
final, y luego de una noche agitada, me quedé dormido a su lado.
Los golpes frenéticos en la puerta me
despertaron de mi sopor y abrí bastante molesto.
Yo: ¿Qué?
X: ¿John? ¡¿Qué haces aquí?!
La voz
agitada de Fernanda me sacudió el sueño que quedaba.
Yo: Fer, mi hermana estaba enferma, le hice
compañía mientras se recuperaba, es todo.
Fer: Ajá… - no lucía muy convencida –
Bueno, no importa. Venía a buscar mis cosas, porque Aly ya se va y yo me voy
con ella.
Yo: Wow, despacio nena. ¿Te vas? ¿Con Aly?
No puedes, estás de intercambio aquí en Liverpool.
Fer: Bah, por una semana no voy a perder el
semestre. Además Londres es una oferta demasiado tentadora como para no
aceptarla. ¿Por qué? – empezó a juguetear con el cuello de mi camisa - ¿Vas a
extrañarme?
Carraspeé y salí al corredor algo incómodo.
Yo: Ehm… voy a despedirme de Aly.
Me encaminé hacia las escaleras, sin
embargo pronto estuve contra la pared, frenado por la increíble fuerza de la
chica. Sí que era fuerte.
Fer: No voy a irme sin despedirme
adecuadamente, Johnny. No puedo permitir que te olvides de mí. – susurró provocativamente en mi oído,
antes de tomarme por el cuello y besarme con pasión.
No me esforcé en resistirme y le devolví el
beso con una sonrisa traviesa. Chica ruda, sexy. Las cosas empezaban a salirse
de control cuando de repente se abrió la puerta del baño de la habitación.
Los ojos gatunos de Martha nos miraban
entre el vapor acusadoramente.
(Narra Martha):
Ah, con un carajo. Ya estaba harta de la
bipolaridad de John y lo que vi en ese momento no me sorprendió demasiado,
aunque sí me afectó por los pensamientos que habían surgido al verlo a mi lado
esa mañana. Nada había cambiado, seguía siendo igual.
Ellos estaban en el corredor, así que me
limité a saludarlos con un asentimiento de cabeza mientras les cerraba la
puerta en la cara.
Lo único que debía importarme ahora era
hacer entrar a George a la banda, tal y como se lo había prometido a John.
Bueno, el otro John. Estúpida confusión.
Bajé a la cocina una vez estuve lista. En
el corredor no había ni pista de ellos.
Luego de prepararme el desayuno, salí
distraídamente casi tropezándome con las maletas que estaban regadas por toda
la sala. Espera… ¿maletas?
Aly: Veo que la bella durmiente ha
despertado. – soltó ella acercándose sonriente - Nos diste un buen susto anoche
mujer, deberías hacerte revisar en serio.
Yo: ¿Aly? ¿Por qué están estas maletas
aquí?
Ella me miró con nostalgia.
Aly: Porque hoy me voy Martha. Ya te lo
había dicho.
No atiné a más que abrazarla. Tenerla de
vuelta por las viejas calles de Liverpool había sido un gran alivio esos días y
ahora la realidad de que no estuviera más me atacaba con fuerza. La iba a
extrañar mucho.
Aly: Ehm… me estoy quedando sin aire.
Yo: Lo siento, - respondí soltándola. Tenía
los ojos llorosos. – Es solo que no quiero que te vayas, estúpida.
Aly: No te pongas sentimental ahora Martha,
es algo que tengo que hacer. Además míralo por el lado bueno, voy a estar más
cerca que antes. Y… tendrás a John solo para ti unas semanas porque me llevaré
a Fernanda conmigo – añadió guiñándome el ojo.
La miré sorprendida y ella asintió
sonriente. Luego de que terminara mi desayuno, encendí la televisión y la vimos
por un rato, dejando que los pensamientos vagaran sin rumbo entre las lagunas
mentales.
Yo: Hey, hablando de ellos… ¿dónde están?
Ella se encogió de hombros.
Aly: No lo sé, ella fue a buscar sus
maletas hace como media hora.
Yo: Uhm, es todo lo que se necesita. John
debe estar por acabar, bajarán en un instante. – respondí cínicamente
restándole importancia. Ella me miró boquiabierta.
Aly: ¿No te interesa que tu hermano se esté
tirando a tu compañera de cuarto justo un piso arriba de nosotras?
Yo: La zorra se va, es obvio que necesita
subir su autoestima un poco antes. – dije por toda respuesta.
Minutos después, el taconeo escandaloso de
Fernanda se escuchaba por las escaleras. John bajaba tras ella con sus maletas
y una sonrisa idiota en su cara. Puse los ojos en blanco y apagué la televisión
para darle el último abrazo a Aly.
Yo: Espero encontrarte de nuevo.
Aly: Sé que nos encontraremos, no tienes
que dudarlo ni por un segundo.
Y luego de las despedidas normales y
formales – Fernanda musitó un frío “adiós” para mí. – se fueron
definitivamente.
Sin dirigirle palabra a John, salí de la
casa. Mis días de vagancia estaban por acabar, el nuevo semestre empezaría
pronto, así que decidí pasar por la casa de Stu a visitarlo. Mi sorpresa fue
cuando me encontré a mí misma corriendo por el muelle con Valentina a mi lado.
Stuart me había mandado pasearla como si fuera un perro mientras él se
entretenía pintando a su nueva novia. Era la chica de la tienda de pinturas.
Al final, nos sentamos a orillas del mar,
mirando hacia el infinito. Un hombre se sentó a su lado.
X: Así que tu eres el demonio de Stuart que
se le apareció de la nada. Un placer conocerte, soy John Lennon. ¿Fumas? –
terminó con una sonrisa burlona, sacando su cajetilla del bolsillo y
ofreciéndole uno.
Yo: Cálmate John, no todos tenemos esas
ganas suicidas de destrozarnos los pulmones.
Él se encogió de hombros y siguió mirando
hacia el horizonte. Un barco zarpaba en ese preciso instante.
Vale: John, ¿te imaginas hacia dónde puede
ir ese barco?
John: Uhm, a ver preciosa… me imagino que a
Estados Unidos. Todo lo bueno va a Estados Unidos, algún día yo también iré.
Yo: Si sigues tonteando de esa manera, lo
dudo mucho. Es de verdad, ponle seriedad a la banda o a los estudios, pero
estás descuidando ambos.
Él frunció el ceño.
John: Ya sé lo que debo hacer… pero justo
ahora nadie se toma la banda en serio. Es complicado así.
Yo: Ah, qué coincidencia, conozco a un
excelente guitarrista que podría ayudarte…
Mátenme por subir tan tarde, me puse a ver a Hugh Grant actuando de Primer Ministro de Reino Unido y me embobé.
Disfruten el capítulo, Mónica prometió uno más largo y más pronto. ¡MÁS VALE, MÓNICA!
Enjoy.