miércoles, 29 de mayo de 2013

Are you lonesome tonight?

(NARRA MARTHA)

En cuanto los brazos de John me rodearon, en cuanto me dijo lo que me dijo, en cuanto sentí que no estaba tan sola como aparentaba estar, supe que volvía la esperanza luego de que parecía haberse extinguido por completo. Sin embargo, esa sensación de satisfacción no quitaba el hecho de que había estado casi media hora mojándome sin intentar siquiera cubrirme y en cuanto a mi estabilidad psicológica… bueno, eso también era demasiado inestable, así que obviamente… me desmayé. OTRA VEZ.

Alcancé a sentir que me llevaban alzada entre dos personas y a pesar del sopor, mi inconsciente se preguntó quién carajos sería el otro. Porque eran dos hombres, el aroma los delataba, y uno de ellos era John, pero el otro…


Estaba en un patio, rodeada de chicas que hablaban y se reían conmigo. Parecía conocerlas de por vida, pero no era nada que en realidad recordara. Ni siquiera parecía la época correcta, había cosas demasiado extrañas para ser la misma fecha del funeral. ¿Qué era eso? ¿Era la vida de otra persona, podía ver el futuro o acaso veía una vida que no conocía pero que tal vez había vivido?

De ser el último caso, no sería un sueño, serían recuerdos. Como una confirmación a mis suposiciones, el sueño de mis padres se repitió en mi cabeza, pero esta vez caí en cuenta de que era yo la que se había ido. Y ellos querían que volviera de una forma u otra.

Sentí un vacío y me desperté. Me había caído de la cama.

Pero no había caído en el suelo, había unos brazos fuertes sosteniéndome y que al parecer habían evitado el golpe final contra el suelo.

X: ¿Estás bien? Por Dios, estás ardiendo en fiebre, creo que la lluvia de hizo daño. Vuelve a acostarte.

Esa voz era casi como un susurro, pero aún así era muy hermosa. Sin embargo estaba demasiado alterada como para responder de forma coherente.

Yo: No importa, ya nada importa.

X: Creo que estás en shock. Vuelve a acostarte, eso te ayudará…

Yo: ¡¿Qué?! ¡NO QUIERO DORMIR! ¿QUIÉN ERES? ¿DÓNDE ESTOY?

El muchacho ignoró mi ataque de pánico y se limitó a levantarme sin mucho esfuerzo y recostarme de nuevo en mi cama. Mi cabeza daba vueltas y todo estaba terriblemente confuso. Julia ya no estaba, John… no sabía que pasaba con John, Mimi jamás volvería a ser la misma conmigo después de lo que le había dicho, y ahora para colmar todo, estaba en una habitación extraña con un chico que no conocía. ¿Qué demonios…?

Yo: ¿Dónde está John? Quiero verlo.

En medio de la oscuridad, empecé a manotear a mí alrededor con una actitud psicóticamente nerviosa hasta encontrarme con su cara, entonces él exasperado me agarró por las muñecas y me detuvo en mi ataque de nervios.

X: Mira nena, John ya viene. ¡Cálmate!

Fruncí el ceño, frustrada, pero en ese instante se abrió la puerta dejando entrar un hilo de luz que iluminaba a John, quien venía con una taza de té entre sus manos. Justo antes de que John prendiera la luz, el chico extraño me soltó las manos y se recostó en el sillón como si nada.  

John: Veo que ya conoces a Paul. Paul, ella es Martha, Martha, él es Paul. – el chico se limitó a asentir secamente.

Paseé mi mirada del uno al otro con desconcierto y me senté en la cama. John se sentó al frente mío.

John: Vaya que haces escándalo por estupideces. Sólo era Julia, no tenías porqué desmayarte en medio del cementerio.

Nunca antes le había dirigido una mirada cargada de tanto odio a alguien como lo hice con John en ese instante. Recibí el té que me había traído y empecé a tomármelo cínicamente.

Yo: No intentes ocultar tu dolor burlándote de mí, sé qué es lo que estás sintiendo en este momento.

John: ¿Ah sí? ¿Y qué es lo que estoy sintiendo según tú? – gruñó acercándose a mí con una mirada amenazadora.

Yo: Dolor, ira, impotencia, ganas de matar al que se te atraviese para vengarla…

John: Muy graciosa. Habla la que intenta calmar a los demás cuando cada dos por tres entra en un shock de nervios.

Yo: ¿Por qué insistes en negarlo? ¡Era tu madre, John!

John: ¡YA SÉ QUIEN ERA! ¿CÓMO NO IBA A SABERLO?

Paul: Creo que los dejaré solos.

Soltamos un respingo en cuanto escuchamos la voz del muchacho, que aunque sonaba calmada, también dejaba percibir algo de incomodidad. No lo culpaba, habíamos olvidado completamente su presencia y supuse que no era lo más agradable observar una pelea que no era de él, aunque por otro lado, ahora entendía la actitud de John, lo cohibía hablar de sentimientos en frente de otras personas. Miré a Paul con cierto remordimiento.

Yo: Adiós Paul, un gusto conocerte. Es una lástima que sea en estas condiciones.

Paul: El gusto es todo mío. Espero que te recuperes pronto.

Sonreí por única respuesta y él también lo hizo, dejando a la vista una de las sonrisas más bellas y sinceras que había visto en mi vida. Sin embargo,  sentí algo extraño quebrarse en mi interior, como si tuviera que recordar algo importante…

John: Adiós Paul, gracias por todo, en especial por ayudarme con esta…

Yo: ¡Oye!

Él asintió divertido y se fue. Apenas abandonó la habitación, lancé una almohada a la cabeza de John y él se carcajeó. Amaba como se reía.

Yo: ¿Puedes explicarme qué hago en tu habitación?

John: Quedaba más cerca – respondió encogiéndose de hombros. Puse los ojos en blanco y él hizo ademán de levantarse con la taza de té ya vacía. – Normalmente me aprovecharía de la situación, pero ahora me iré.

¡¿Qué?! Estaba ya abriendo la puerta cuando le supliqué casi en un gemido:

Yo: Primero me besas, me dices amor… ¿y ahora me dejas aquí sola, en este estado?

Se quedó congelado en la puerta y sentí su respiración entrecortada. No, ya no se iría.

(NARRA JOHN)

¿Que… qué había dicho? ¿Eso significaba que ese “beso” había sido importante para ella? Me volteé lentamente y busqué sus ojos, en los que encontré una mirada disimulada muy sensual… pero no, ella era mi hermana… tenía que cortar esto.

Yo: Mira niña, no te confundas. Eso fue solo producto del momento, nada más. – resoplé aparentando una indiferencia que  no sentía en absoluto.

Martha: No te creo, si hubiera sido así, entonces no me hubieras llamado “amor”.

Yo: Eres mi HERMANA – procuré pronunciarlo lentamente – te dije eso porque te quiero así.

Martha: No inventes John, ambos sabemos que no es verdad. – sonrió y se enderezó en mi cama.

Mierda, por más que quisiera ocultarlo, ella me conocía de toda una vida, era imposible siquiera intentarlo. Me hizo espacio a su lado y me indicó que me sentara. Rindiéndome, dejé la taza encima de mi armario y le hice caso.

Martha: Pienso que es favorable empezar… por el principio. ¿En qué pensabas cuando me besaste esa vez?

Puse mi mano en mi nuca, tratando de recordar las razones por las que lo había hecho, pero lo único que se me venía a la mente era su piel nívea, sus labios provocativos…

Yo: No lo sé… en nada supongo, fue algo instintivo, algo que debí haber controlado pero que no pude.

Noté que estaba separando sus labios para refutar lo que acababa de decir, pero la interrumpí:

Yo: Martha por favor, no entremos a debatir esto, es algo que ya pasó, algo que ambos dejamos que pasara.

No respondió, en lugar de eso, empezó a hacer círculos con la yema de sus dedos sobre la colcha mientras miraba distraída al techo. Interrumpí el trayecto de sus dedos inquietos, tomé su mano y los besé uno por uno sin quitarle la mirada de encima. Ella me miró a su vez y soltó un suspiro bajo.

Yo: Lo que menos quiero es que esta situación nos separe… siempre hemos tenido algo especial y no quiero que eso se acabe por tomar decisiones equivocadas.

Algo de lo que dije la alteró un poco, pero luego esbozó una sonrisa nostálgica.

Martha: Sí… supongo que era algo que tenía que pasar.

Me sentí complacido por su respuesta, pero mi semblante volvió a tornarse serio cuando una lágrima solitaria se escurrió por su mejilla.

Yo: ¿Por qué lloras? Si te molesta que esté aquí, siempre me puedo ir…

Pero en lugar de dejarme ir, se agarró de mi camisa y empezó a sollozar.

Martha: No eres tú… no te vayas tú también. – suplicó, y la miré con sorpresa.

Yo: ¿Qué es lo que pasa?

Martha: Es Julia… es solo que luego del accidente me dijo algo… algo que me acabas de recordar…

(FLASHBACK)

Julia: Martha querida… cuídate mucho… saluda a John por mí, dile que… que lo amo más que a nada y que… que espero que algún día me perdone… por dejarlo… por favor cuídalo, yo sé que ustedes dos… tienen algo especial… cuídense mucho…

Yo: Por favor Julia, no me dejes, no puedes hacerlo ahora…mírame a los ojos… te necesito, John te necesita, por favor….

(FIN FLASHBACK)

(NARRA MARTHA)

Cuando terminé de contarle, sentí su rigidez por unos instantes, luego de los cuales pasó su brazo por detrás de mi espalda. Apoyé mi cabeza en su hombro y vertí algunas lágrimas más, pero él me levantó el rostro por el mentón y me miró directo a los ojos, con esos ojos destellantes y profundos que tenían la particularidad de hechizarme cada que los veía.

John: ¿Alguna vez te dije que tienes unos ojos hermosos? – ronroneó con una sonrisa, luego con su mano libre, pasó sus dedos por mis mejillas, limpiando de paso las lágrimas rebeldes que insistían en salir – No me parece justo que los arruines con esto, deja de llorar… ¿por favor?

Asentí como una niñita obediente y sonreí por su extraña ternura. Era increíble conocer su lado sensible.

Sentí sus labios rozar los míos y me preparé para devolverle el beso, pero él terminó besando mi mejilla con una sonrisa pícara. Ambos sabíamos que no iba a terminar ahí… ambos sabíamos qué pasaría.

Las palabras de Julia flotaban en el aire como impulsándonos, y no tardé en rendirme. Aunque no hubo lucha en realidad, nunca dos personas habían deseado algo de esa forma antes.

 Bueno aquí estoy otra vez, con los capítulos trasnochados de siempre ;) El título no tiene mucho que ver, sólo que me encanta la voz de Elvis a las 2 am :D ¿Qué les pareció? A mi me pareció inevitable, ambos son tan lindos juntos :3 Pero bueno, tal vez Mónica decida que se queda con alguien más...
Aly, creo que aquí tampoco hay beso... pero habrá algo más 1313 muehehehe PACIENCIA aparecerás, pero aún no sabemos cuándo. Pronto. 
Vale, los dibujos son divinos <3 te quierow
Mary, ¿qué piensas de esto? Algo extraño, pero así somos nosotras, además, ¿quién no mata por ver a John en plan romántico-tierno? :3
Rita, aquí estáaaa! A ella le dí la premiere, suertuda esta. Yo estoy igual de muerta por aquí, al parecer es contagioso (? ¿Y dónde estaba más caliente? 
Valeria, VOLVISTE! Estoy de acuerdo contigo y lo de John... ¿qué tal estos "hermanos" hoy? Muy juiciosos, me parece.

Chicas, duerman mucho - M I O, Rita - y coman pollo con champiñones (? no sé, tengo demasiado sueño para pensar bien.
Cuídense.

By: Las ideas inquietas del cerebrito de Mónica McCartney
And: La redacción somnolienta y medio cursi de Lady Mary.

sábado, 25 de mayo de 2013

Julia.


(NARRA JOHN)

Cuando empecé a sentirme cansado de estar en la misma posición por tanto tiempo, me di cuenta de que había pasado más de cuatro horas sentado en el sillón, viendo a la nada como un estúpido.

Había estado dándole tantas vueltas como fue posible al caos mental que estaba en mi cabeza, tratando de sacar algo en claro, esperando darle una forma definida. No lo conseguí.

Y es que no sabía… ¿qué era eso que me había hecho hacer lo que hice con Stu? ¿Celos? ¡NO, NO DEFINITIVAMENTE NO! Nunca en toda mi existencia había sentido un ápice de celos, a lo mucho, había sentido algo de posesividad, pero nada que me afectara de forma tal que le cerrara la puerta en la cara a uno de mis mejores amigos. Ni siquiera le había partido la cara a Rod Davies cuando supe que había estado con Diane, ¿por qué me iba a enojar ahora porque Stu había llegado con flores y chocolates como todo un Romeo para conquistar a mi hermana, como si todo lo que él hubiera hecho no hubiera afectado en nada, como si no la hubiera hecho llorar nunca, como si ella tuviera la obligación perpetua de amarlo, por qué me iba a afectar ese detalle? No, no eran celos.

Pensar tanto me mareaba, así que agarré el teléfono y como por arte de magia, en 10 minutos estábamos todos en la casa de Julia ensayando.

Aunque pesado – como siempre que estábamos todos los chicos juntos- el ambiente me daba un aire más relajado. Ensayábamos ahora con más ahínco y dedicación desde la llegada de Paul, pues nos había dado lecciones a todos y gracias a eso el sonido había mejorado de una forma impresionante.

Sin embargo, y aunque había logrado apartar a Martha de mis pensamientos durante todo el ensayo, ahora empezaba a volver, y eso me estaba sacando de quicio.

Yo: Bueno chicos, creo que esto es todo por hoy… a mi parecer todo está muy bien gracias al cara de bebé, pero aún hay cosas por mejorar. Recuerden que en un mes es la audición de bandas y si no ganamos, les juro que golpearé a alguien.

Todos los presentes soltaron una sonrisa nerviosa y se despidieron para irse rápido. Aunque siempre queda ese alguien que…

X: Oye Lennon, ¿porqué no vino tu hermana hoy?

No sé porqué me contuve y no le lancé directamente el puñetazo a la cara a Pete, hubiera sido un golpe muy placentero de dar. Sin embargo, me limité a apretar los puños con fuerza y dirigirle una mirada asesina.

Yo: Pues simple y sencillamente porque la estás alterando con tanta maldita insistencia tuya Shotton, ¡ya supérala idiota, ella ni siquiera se fija en ti! – le espeté gritando en la última frase.

Un silencio abrumador invadió la habitación y las pocas personas que aún quedaban, entre ellas Pete,  me miraron con terror y sorpresa por mi reacción.

Paul: Wow, creo que el ambiente está algo pesado por aquí… - murmuró conciliador, y luego se dirigió a mí- Vamos a caminar un rato John, despejémonos de todo esto.

Yo: Yo decido qué es lo que voy a hacer McCartney, así que tú y Pete y todos los que están haciendo estorbo en la casa de mi madre se largan de inmediato. – gruñí. No tuve que repetirlo, ni bien hube terminado, la mayoría ya estaba afuera. Paul me dirigió una última mirada de preocupación, pero al final también se fue.

Solté un suspiro cargado de estrés y me dirigí a Strawberry Fields.

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Lucy: ¿Quieres jugar a las escondidas? Tú cuentas y yo me escondo.

Sonreí y acaricié los rubios cabellos de la chiquilla que estaba sentada a mi lado con una mirada brillante en sus ojos… tan similares a los de…

Yo: Nah, siempre hacemos eso. ¿Qué te parece si tú cuentas y yo me escondo?

Lucy: Serás más fácil que encontrar a un elefante, ¡vamos!

Salió corriendo y se puso a contar,  y mientras, yo me escabullí detrás de un árbol viejo.

De repente un escalofrío helado recorrió todo mi pecho y me senté jadeando. No, no, no, no eso sólo pasaba cuando alguien… Aún recordaba la muerte de mi tío George, había sentido exactamente eso. No podía ser, ¿quién…?

Pensé inmediatamente en Martha y cerré los ojos tratando de apartar esos presentimientos terribles de mi mente.

(NARRA MARTHA)

Llevaba hablando con Stu alrededor de unas tres horas y habíamos recorrido Liverpool por lo menos dos veces, pero la verdad es que no me cansaba de escucharlo. Aunque para mi sorpresa y también para la suya, ya no sentíamos absolutamente nada el uno por el otro. Lo de antes había sido impulsivo, algo de costumbre y su dedicación en encontrarme también había sido obra de nuestra cotidianidad. Así que… todo estaba superado.

Sin embargo, descubrí con deleite que ahora estaba prendado de Ashley. Por supuesto él todavía no lo sabía, y Ashley lo negaría hasta la muerte, pero yo estaba completamente segura de que esa relación sí funcionaría. Por lo tanto, mi papel ahora sería el de ser Cupido.

Era tarde, entonces Stu me acompañó hasta la casa. Íbamos riendo como dos buenos amigos cuando a lo lejos divisé a Julia, que venía con su habitual sonrisa cruzando la calle.

Cuando me reconoció, sonrió aún más y me saludó, yo lo hice de vuelta, y entonces… sucedió.

Fue como una película, todo pasó en cámara lenta. Me recuerdo a mí misma gritándole que tuviera cuidado y su expresión confundida antes de mirar hacia atrás. Demasiado tarde.

Un auto de la policía que iba a toda velocidad y sin ninguna intención aparente de detenerse la embistió con fuerza y siguió derecho sin preocuparse en lo más mínimo.

Yo me había lanzado a la calle para apartarla del camino del auto, pero Stu me había agarrado firmemente de la espalda y me había salvado la vida por cuestión de segundos. El auto pasó rozándome el rostro a una velocidad espantosa, pero aún así había alcanzado a oler el inconfundible hedor que producía el alcohol etílico por la ventana abierta del conductor.

De ahí en adelante todo fue demasiado confuso para recordarlo detalladamente.

Corrí hasta ella y le agarré la mano compulsivamente, mientras tanto, Stu corría a pedir ayuda a la casa de Mimi, que estaba a unas cuadras de ahí. Jadeaba de desesperación y las lágrimas se escurrían irrefrenables por mis mejillas mientras trataba de contener la sangre… era demasiada sangre, demasiados golpes… no lo iba a lograr…

Julia: Martha querida… cuídate mucho… saluda a John por mí, dile que… que lo amo más que a nada y que… que espero que algún día me perdone… por dejarlo… por favor cuídalo, yo sé que ustedes dos… tienen algo especial… cuídense mucho…

Yo: Por favor Julia, no me dejes, no puedes hacerlo ahora…mírame a los ojos… te necesito, John te necesita, por favor….

Los sollozos no me dejaban hablar con claridad y mis lágrimas empezaban a mezclarse con la sangre. Ella sonrió una última vez y cerró los ojos justo antes de que llegara la ambulancia. Dos paramédicos se bajaron con premura y mientras uno me apartaba de ella, el otro revisaba sus signos vitales.

Paramédico: Pulso débil, inestable, se nos va, ¡Smith, la camilla! ¡Preparen para CPR! Resiste chica, vamos, continúa con nosotros…

No supe qué más diría, ni me interesaba tampoco, en ese instante comprendí que no había nada que más que se pudiera hacer por ella. En el momento solo un nombre rondaba mi cabeza, había rondado todo el día, pero justo ahora se hacía indispensable.

Me zafé de los brazos del paramédico y salí corriendo. Ni se me pasó por la cabeza pensar a dónde iba, simplemente estaba buscando a John y sabía que iba a encontrarlo de una forma u otra.

El destino me llevó directo a Strawberry Fields.

En cuanto llegué y lo vi tan feliz jugando con aquella niña me remordió un poco pensar que le iba a partir esa felicidad, sin embargo el dolor superó el resto y le grité con toda la fuerza de mis pulmones:

Yo: ¡JOHN!

Y caminé envuelta en lágrimas hacia él.

(NARRA JOHN)

En cuanto escuché su voz, el alivio recorrió mi cuerpo, que había estado algo tenso desde aquel presentimiento. No estaba muerta. Pero en cuanto me volteé, mi estómago se revolvió con angustia. Venía empapada en lágrimas y su grito había sido desesperado y doloroso.

Salí corriendo hacia ella y en cuanto nos encontramos me abrazó tomándome por sorpresa. La abracé de vuelta mientras la ansiedad empezaba a consumirme. Esto no me gustaba nada, algo terrible había ocurrido.
Su llanto era desgarrador y sentía el temblor de su cuerpo entre mis brazos. Pasó un buen rato para que saliera de mi estado de shock y ella disminuyera la potencia de su llanto y solo entonces me atreví a preguntarle:

Yo: ¿Martha? ¿Qué pasa, quién te hizo esto?

Ella negó con la cabeza y trató de calmarse un poco. Yo le sequé las lágrimas y le insistí para que hablara.

Martha: Es… Julia… ella…

Ni bien terminó de decir su nombre y yo ya estaba congelado. Comprendí de inmediato lo que significaba, pero no lo quise aceptar, no podía ser posible.

Yo: ¿Qué… qué le pasó?

Martha: Un maldito policía borracho, eso fue lo que pasó – en ese instante dejó de lado la tristeza y se llenó de ira – El estúpido ni siquiera se detuvo cuando la atropelló, siguió como un maldito desquiciado, ¿Y ASÍ QUIEREN QUE SE RESPETE LA LEY? ¡SON UNOS ESTÚPIDOS JOHN, UNOS MALDITOS BASTARDOS!

Y se agarró de mi cuello para llorar otra vez desconsoladamente. La ira también recorrió mi cuerpo, pero en ese instante, la angustia estaba demasiado intensa como para ser reemplazada. Le apreté las manos.

Yo: ¿Dónde está? ¿Está bien? ¿Va a sobrevivir?

En cuanto pronuncié las dos últimas preguntas, el rostro de Martha se contrajo de dolor y yo deseé que todo fuera un sueño, una pesadilla… no, no justo ahora…

Martha: Está en el hospital, pero… no sé si….

Lucy: ¿Qué pasa, John?

Casi me había olvidado de ella. Había estado todo el tiempo mirándonos preocupada y confundida y lo último que quería era que me viera llorar.

Yo: Corazón, todo está bien, ¿vale? Ve adentro y yo vuelvo otro día para jugar ¿bueno?

Ella asintió aún muy confusa y se fue.

Agarré a Martha de la mano y salimos corriendo. No la solté ni un segundo hasta que llegamos al hospital y fue hasta entonces cuando me percaté de que tal vez había sido demasiada fuerza.

Yo: ¿Estás bien?

Martha: Es lo de menos… - dijo mientras abría y cerraba la mano distraídamente. Luego me miró angustiada – No sé tú, pero yo quiero ver a Julia.

Asentí con seriedad, pero antes de subir las escaleras hacia su habitación, le besé la mano a manera de disculpa. Ella se sonrojó, pero me acompañó hasta allá.

No sé que esperaba cuando llegara al lugar, tal vez ver a Julia saliendo de la habitación sonriendo como siempre lo hacía, o al doctor con una sonrisa fatigada diciendo que la había podido salvar… no lo sé, pero francamente, no era nada de lo que había ahí. Encontramos a una Mimi demacrada, llorando desconsoladamente y al doctor dándole el pésame.

Fue entonces que me invadió la ira. Crispé los puños y fruncí el ceño en un gesto de negación.

Martha: ¿John? – me miró preocupada, pero no cambié mi reacción. Nada me iba a calmar ahora.

Mimi: John, tu madre ha… fallecido. – dijo acercándose con su habitual falta de tacto.

El universo se dio la vuelta y todo empezó a girar descontroladamente. Oía a lo lejos la voz suplicante de Martha para que entrara en razón y la voz seria de Mimi para que mantuviera el control…

El dolor era tan tangible en la cara de Martha que sólo por ella me relajé, pero salí del hospital antes de que terminara golpeando a alguien. Ella no me siguió, y se lo agradecí. Ahora estaba por mi cuenta, no sabía a dónde iría, qué haría, en dónde me refugiaría… no me importaba.

Nada importaba ahora.

Todo estaba vacío.

Incluyéndome.

(NARRACIÓN NORMAL)

El negro era el color predominante… como siempre en esos casos.

Una multitud de gente salida de Dios-sabrá-dónde se aglomeraba alrededor del ataúd con una tristeza mayoritariamente fingida. Sólo estaban ahí para dar el sentido pésame, aunque no lo sintieran de verdad. Algunos ni siquiera sabían de quién se trataba, sólo estaban ahí por debido al morbo general de una persona muerta a manos de un policía ebrio.

Todos expresaban su indignación, pero a fin de cuentas, nadie hacía realmente nada.

En un rincón, alejado de todo y de todos, se hallaba un joven vestido de teddy boy con una cara de póker que expresaba todo su dolor y que a la vez, lo ocultaba. Observó cómo el ataúd descendía hasta tocar fondo y luego cómo la tierra caía acompasada sobre la tumba sin decir una palabra ni dejar escurrir una lágrima. Sólo hasta que se añadió la última tanda de tierra, soltó un suspiro tenue.

El día que hasta ese entonces había estado irónicamente soleado, se ensombreció y empezaron a caer gruesas gotas del cielo. Las damas espantadas, salieron corriendo a refugiarse y los caballeros también se fueron en su mayoría para acompañarlas.

El padre de las hermanastras de John también se fue junto con las chicas y Mimi.

El muchacho pensó que se había quedado definitivamente solo, y que así sería su destino de ahora en adelante, pero distinguió una figura al frente de la tumba. Estaba parada, mirando fijamente la lápida y parecía ni siquiera notar que la lluvia se había desencadenado. El agua escurría de su largo pelo castaño y no se movía ni un centímetro. Estaba a punto de ir a su encuentro cuando notó que había otro muchacho recostado en un árbol cercano... observaba con tristeza y tal vez con algo de nostalgia. Se le acercó primero y lo reconoció cuando estuvo lo suficientemente cerca.

John: ¿Qué haces aquí? Te dije a ti y al resto de los de la banda que se fueran hace bastante rato.

Él se encogió de hombros y lo miró de frente.

Paul: Francamente, quería darte el pésame en persona.

John: ¿Y con qué motivo, ah? ¿Qué me vas a decir? “Oh lo siento tanto, John” ¡NO, NADIE LO SIENTE, NADIE LO SABE! ¡NADIE SABE QUÉ ES LO QUE YO PERDÍ Y SE CREEN CON SUFICIENTE AUTORIDAD PARA VENIR A RESTREGÁRMELO EN LA CARA! ¡VETE A LA MIERDA MCCARTNEY!

Paul trató de agarrarle los brazos para calmarlo, pero John le respondió con un puñetazo que lo lanzó al piso. El aludido soltó una maldición, pero se levantó sin inmutarse por la sangre que escurría por su nariz.

Paul: Yo si lo sé John. Mi madre murió cuando tenía catorce años, he tenido que vivir con eso desde entonces. Sé qué se siente, sé lo que odias al mundo por haberte hecho lo que te hizo, pero no por eso tienes que desquitarte con él.  No vale el esfuerzo.

John abrió los ojos con sorpresa ante la confesión y se quedó mudo de vergüenza.

John: Lamento haberte golpeado Mcca, no fue mi intención.

Paul: Lo sé.

Ambos guardaron silencio un instante, pero entonces John cedió y empezó a llorar con fuerza. Paul lo abrazó, comprensivo y fue hasta que John se calmó que se separaron.

John: Gracias, de verdad.

Paul: Para eso están los amigos, ¿no?

Ambos sonrieron con una sonrisa cómplice que se repetiría a lo largo del tiempo desde entonces, porque acababa de consolidarse una amistad indisoluble.

Paul se retiró luego y entonces John se dirigió hacia la muchacha que seguía allí, como si nada. La lluvia había cesado, pero ella seguía empapada.

John: Te vas a resfriar.

Martha: No me interesa en lo más mínimo.

Ignorando su respuesta, se quitó su chaqueta y se la puso a ella. Ella sollozó y lo abrazó con fuerza. Él también lo hizo y se mantuvieron en silencio durante un tiempo indefinido.

Martha: La voy a extrañar mucho.

John: Yo también amor, demasiado.

Él sintió como se estremecía al escuchar la forma en la que la había llamado, pero ella no se apartó.

Se quedaron abrazados de esa forma hasta que el sol salió definitivamente y terminó de secarlos. Entonces se devolvieron juntos a casa.

Escribir esto me puso algo depresiva, así que sólo puedo decir, gracias a todas las que leen. Aly, te aseguro que te quedarás con alguien ;), Rita, disfruta a George... por ahora muehehehe, Claudia, gracias por presionarnos tanto, gracias a todas de hecho, dudo que publicáramos tan seguido si no presionaran de esa forma. 
Mary, adivinaste! aquí está el gran cambio, nada será igual desde ahora. No te preocupes, yo también amo el drama, sería algo aburrido sin él ;)


Ashley
Martha
Vale hizo esto, no es divina?

Son sus respectivas versiones de Martha y de Ashley, me encantan, la verdad. Además, me confesó que las hizo en clase, ¿puede ser más tierna?






Mónica les manda saludos y perdones por estar tan ausente, una amiga cercana falleció hace poco y de hecho se valió del suceso para escribir ésto... mucha voluntad e ingenio, debo admitir. 

Gracias por leer dearies, y como siempre, duerman.
Ah y Rita, no importa si el sueño es tu esposo, estoy segura de que no soy su única amante ;)

Love ya.
Lady Mary.

domingo, 19 de mayo de 2013

What can I do?


(NARRA GEORGE)

Me pasé la noche despierto pensando en cómo estaría Martha… ¿le habría pasado algo muy grave? ¿Había hecho mal en dejarla ir sin ayudarla? Aunque sabía que si existía una persona capaz de hacerla entrar en razón, esa era John y por suerte para ella, lo había encaminado hacia donde ella estaba… claro que tenía una mirada distinta, de esas en las que… pero no, ella era su hermana. Seguramente había interpretado mal las cosas.

Un pensamiento travieso que se coló en esa lluvia de preocupación me hizo preguntarme de qué forma me afectaba todo eso, ¿acaso me gustaba?

Lo pensé por menos de un segundo. Ni siquiera cabía la posibilidad, no era eso. Era más como una hermanita, alguien por quien me preocupaba de una forma fraterna, con amor familiar. Tal vez yo era incluso más hermano de ella que John…  Era por eso que me dolía verla así tan triste, sabiendo además que era una niñita testaruda.


Caminaba con Margarita a mi lado por las calles de un Liverpool inusualmente soleado. El clima elevaba mi estado de ánimo y sólo por eso andaba feliz. ¿A quién engañaba? También guardaba la esperanza de encontrarme con aquella chica dulce que me había hablado ayer y que me había hecho erizar la piel como ninguna otra… Quién sabe, tal vez me la encontrara, afortunadamente éste era un lugar bastante pequeño.

Tentado por un carrito de helados, interrumpí el paseo y me dispuse a comprar uno, pero entonces… la vi. Con su forma tan despreocupada de caminar,  se acercaba a mí siguiendo un ritmo imaginario. Involuntariamente compré dos helados y fui a su encuentro.

Al verme mostró una sonrisa espontánea y se detuvo en seco. Me tambaleé un poco para evitar chocar con ella.

X: Supongo que éste es para mí – dijo y agarró sin reparos el helado que sostenía en mi mano izquierda.  Me quedé tan embobado que casi no le respondo.

Yo: Eh sí… Supuse que te gustaría el chocolate.

X: Casi no como helado, pero gracias, es uno de mis favoritos. – respondió encantada y se sentó en el pasto del parque que estaba al frente; luego me hizo señas de que me sentara junto a ella.

No hablamos mientras nos terminábamos el helado, comer era algo que exigía mucha concentración.

Yo: ¿Qué pasaría si te dijera que no me acuerdo de tu nombre? – pregunté mientras me comía el último trozo de galleta.

X: Te respondería que es lo más normal de este mundo.  Y tal vez te lo recordaría.

Yo: ¿Cuál es tu nombre? -sonreí, divertido.

X: Mi nombre es Rita, un gusto – respondió chupándose los dedos de la mano derecha y extendiendo la izquierda para que la estrechara. Así lo hice; sus rarezas me volvían loco.

Yo: Rita, un nombre tan lindo como tú.

Rita: No empieces con esas formalidades y cursilerías, esto ya lo habíamos hecho antes.

Me  carcajeé y ella se levantó esbozando una sonrisa.

Yo: ¿Vas a algún lado?

Rita: Voy a visitar a mi abuela, ¿vienes? Espero que sí, allá te puedo pagar el helado. Mi abuela hace galletas deliciosas.

Yo: ¿Galletas? Claro que te acompaño.

Rita: Lo sabía. Vamos, pues. – dijo mientras me levantaba casi a la fuerza y me llevaba con ella.

El camino a la casa de su abuela fue por lo demás, muy divertido. Me sentía tremendamente cómodo con ella y me reí al ver cómo su cara estaba toda cubierta de chocolate.

Rita: ¿De qué te ríes?

Yo: De nada, solo admiraba tu bella cara.

Rita: Pues la tuya no es mucho más linda que digamos, no te burles.

Sonreí por única respuesta y con una servilleta la ayudé a limpiarse. Al igual que mi mano, mis ojos recorrían todo su rostro, poniendo un particular atención en sus labios, de hecho me quedé mirándolos más tiempo de lo normal. Era hermosa…

Ella se dio cuenta de mi interés y no pude evitar sonrojarme.

Rita: Gracias por traerme George.

Yo: No hay de qué, siempre a tus órdenes.

De repente me estaba abrazando, y fue en ese instante en el que me di cuenta de que ya no había marcha atrás. Nunca podría estar más enamorado de nadie, ella era perfecta. Por otro lado, no sabía si a ella le gustaba... era muy improbable.

Rita: George creo que… me estás asfixiando.

George: Oh lo siento – me disculpé soltándola de inmediato. – Creo que debería irme.

Rita: ¿Y las galletas?

George: Más tarde… nos vemos luego Rita.

Rita: De acuerdo…- respondió algo confundida… para luego volver a su habitual desenvolvimiento- De hecho tenemos que vernos, me prometiste unos burritos y realmente espero que no seas de esos que incumplen su palabra.

Le respondí que nunca faltaría una promesa y me despedí con un beso en la mejilla. Fue el momento más bello de mi vida.

(NARRA MARTHA)

Las manos en los bolsillos, el cabello revuelto, la mirada por los cielos… cualquiera que me conociera sabría de inmediato que mis pensamientos no estaban en esta dimensión, ni en ninguna otra que alguien pudiera encontrar. No sabía qué hacer, y definitivamente, no estaba en condiciones de ir a mi casa.

Fue en aquel momento cuando vi a George al lado de una chica y enarqué una ceja, divertida. Entonces era ella de quien él me había hablado la otra noche… bueno sí, era bonita; de hecho ya la había visto antes. Todos los chicos en Liverpool se sentían atraídos por ella, porque era de las que andaban por ahí como si nada las amarrara a la realidad y ¿qué es más seductor que lo que no te presta atención?. Así que George era tremendamente suertudo de tenerla enamorada… porque sí que estaba enamorada, se le notaba a leguas. De hecho, ambos lo estaban; aunque seguramente ninguno se habría dado cuenta. Siempre pasa con las parejas perfectas.

Lo seguí por un momento y mientras esperaba a que se desocupara, me compré un cafe latte y una revista para no aburrirme. Sin embargo me concentré tanto que cuando levanté la vista, George ya no estaba cerca. Aún así no perdí las esperanzas, sabía que estaba con Margarita y por suerte yo tenía un silbato para perros…

Soplé por la boquilla y éste hizo un ruido aparentemente inaudible, pero que hizo que ella saliera corriendo con todo y su amo hacia mí. Por lo brusco del movimiento, George se cayó de cara en el suelo. No pude evitar reírme a carcajadas, pero aún así fui a ayudarlo.

Yo: George… ¿estás… bien? – pude apenas decir entre risas.

George: No te rías, esto se pasa del colmo. Ese animal me odia.

Yo: Pobrecita Margarita… - dije acariciándola – no es su culpa, yo la llamé – y le mostré el silbato.

Me miró con tanto odio que empecé a hiperventilar de los nervios. ¿Cómo podía odiarme alguien tan de repente? Como siempre, entré en shock.

Desperté algo aturdida recostada contra un árbol y lo primero que vi fueron los ojos canela de George mirándome preocupado.

George: La verdad nunca pensé que alguien pudiera reaccionar de forma tan violenta frente al rechazo de la gente.

Martha: Maldición, ¿me desmayé otra vez? No te preocupes, aunque es bastante raro, porque antes lo podía controlar y ahora… bueno, ya ves lo que me pasa.

George: Pero solo te miré mal… digo, has estado en peores situaciones y no has reaccionado así.

Yo: Debe ser el estrés… estos ataques de nervios son incontrolables cuando hay tantas cosas en la cabeza.

George: ¿Qué clase de cosas?

Yo: Nada, sólo cosas. – dije mirando las nubes. La mirada insistente que George me dirigió acabó con mi paciencia y enterré mi cabeza entre las manos.

Yo: Besé a John- murmuré derrotada.

George: ¡¿Qué tú qué?!

Se lo conté todo, desde lo de Mimi hasta lo que obviamente fue más que un beso con John. Cuando terminé, me miraba molesto.

George: ¿Pero él está loco o qué? Eres su H-E-R-M-A-N-A no estuvo bien que hiciera eso. Maldito estúpido, seguro piensa que puede meterse con cualquiera, hasta contigo.

Yo: George, cálmate, no es para tanto. Seguro fue sólo la emoción del momento o yo que sé. John no es así.

Él entrecerró los ojos.

George: ¿Lo estás defendiendo? Martha, por favor dime que no te gustó que pasara lo que pasó.

Su pregunta me tomó desprevenida y abracé mis piernas, nerviosa. Estaba muy confundida, pero no se lo diría, era demasiado hombre para entender lo que pasaba por mi cabeza. Necesitaba hablar con una chica. Necesitaba a Ashley.

Yo: Claro que no, cómo crees.

Me sorprendí cuando me di cuenta que estaba sopesando la veracidad de mis palabras. Al final pareció convencerse de que eran verdad.

George: Me alegra escuchar eso. Ven, levántate y te llevo a tu casa.

Yo: De hecho pensaba visitar a Ashley.

George: Ok, te acompaño.

Yo: No te preocupes, no siempre me voy  a meter en problemas – sonreí – Además pensarán que soy tu chica, y ambos sabemos que no es así.

Él me lanzó una mirada inquisitiva y yo volteé los ojos.

Yo: Te vi con esa chica hace un rato… hacen muy buena pareja. Deberían casarse y tener hijos y…

George: Martha, no empieces con lo de ser la madrina y esas cosas. Además sólo somos amigos.

Yo: Claro, y Elvis es un vagabundo que vive bajo un puente.

Ambos reímos como estúpidos, pero no cambié de tema.

Yo: Mira George, tal vez no sea la persona más experta en el tema, pero se nota a leguas le gustas.

Él abrió los ojos, sorprendido.

George: ¿En serio?

Yo: ¡Que sí! Ahora ve por ella, tigre.

George apenas sí se despidió con un beso en la mejilla y salió a correr, sonriente.

Bueno, otra vez sola, creo que no era tan mala idea ir a hablar con Ashley.

(NARRA STU)

Luego de maldecir a John por el portazo prácticamente en mi nariz, pensé en buscar otra solución para hablar con Martha. Después me ocuparía de averiguar qué demonios le pasaba a Lennon.
Entonces pensé en Ashley y me encaminé a su casa, después de todo eran amigas y debía saber algo. Miré las rosas y los chocolates que traía en la mano. Se los daría como agradecimiento por el favor que me iba a hacer.

Llamé a la puerta y casi enseguida me abrió Ashley. Su sorpresa fue monumental.

Yo: Ashley, qué bueno encontrarte. ¿Cómo estás?

Ashley: S..tu. ¿Qué… qué estás haciendo aquí?- tartamudeó con nerviosismo.

Yo: ¿Te molesta que haya venido?

Ashley: No es eso, es solo que… bueno, jamás esperé verte en mi casa ni en un millón de años.

Yo: Sin embargo, aquí estoy.

Por algún motivo estaba usando mi tono seductor… y al parecer estaba dando resultado, porque se sonrojó violentamente.

Ashley: Bueno pues… pasa. ¿Quieres algo de tomar?

Yo: Gracias, qué amable. Creo que un jugo me vendría bien.

Asintió y se dirigió a la cocina.

Me sentí raro ahí. Era un ambiente totalmente diferente… muy relajado. Me puse a mirar las fotos que había sobre la repisa de la chimenea y una en particular llamó mi atención. La tomé con ambas manos y la miré de cerca. Eran Martha y Ashley en un bosque frondoso; no tendrían más de siete años. Me invadió una ternura increíble.

Ashley: Estábamos en mi casa de campo en unas vacaciones. Nos encantaba atrapar mariposas… - murmuró en mi espalda.

Yo: Te ves adorable en esta foto.

Noté como el rubor coloreaba sus mejillas y ensanché mi sonrisa ante esa reacción. Volví a dejar la foto en su lugar y nos sentamos a la mesa. Luego de darle las gracias por el jugo, empecé a tomármelo lentamente.

Ashley: Ahora sí, dime el porqué de tu visita.

Yo: Martha – respondí en un suspiro. Me miró con suspicacia.

Ashley: ¿En serio la amas? Digo, porque después de lo que pasó hace mucho que no toca el tema.

Me alarmé ante esa respuesta. ¿Era posible…?

Yo: ¿Tú crees que ya me haya superado?

Ashley: Por supuesto, y ahora está con otro chico.

Yo: ¡¿George?!  - casi grité. Y entonces… noté su sonrisa sarcástica. Ah.

Ashley: Qué ingenuo eres, Stu. Ella ni te odia ni te ama… hasta donde yo sé. Claro que justo ahora está concentrada en sus cuadros, que son muy buenos, por cierto.

Yo: Tal vez debería dejarla en paz – dije meditabundo. Ella asintió con una sonrisa de consolación y me levanté para irme. Entonces recordé las flores y los chocolates.

Yo: Toma, esto es para ti. – dije entregándoselas.

Ashley: Gracias, aunque algo me dice que no las compraste pensando en mí.

Yo: Y es una pena que no fuera así.

Ella asintió nuevamente y me acompañó hasta la puerta.

Pero cuando la abrió… casi me desmayo. Ahí estaba Martha, tan radiante como siempre. Me sentí frustrado; ella se limitó a mirarme sorprendida primero y luego con una evidente confusión.

Martha: Hola Ashley, pensé que estarías sola… no importa, puedo volver más tarde.

Ashley: No te preocupes, Stu ya se iba.

Yo: Sí Martha, ya estaba por irme. Adiós, que se diviertan.

Iba saliendo cuando de repente me tomó del brazo.

(NARRA MARTHA)

En cuanto lo vi, sentí una necesidad casi inconsciente de agarrarle el brazo y besarlo de nuevo, que todo fuera como antes. Y estuve cerca de hacerlo.

Yo: Stu, creo que te debo una disculpa.

Stu: Creo que soy yo el que debe disculparse.

Ashley: Y yo creo que los dejo solos. – Dijo exasperada y entró a su casa, cerrando la puerta tras de sí. Ambos reímos y luego él me miró con los ojos brillantes.

Stu: Señorita Lennon, ¿le apetece caminar un rato conmigo? – dijo inclinándose y extendiéndome el brazo como todo un caballero inglés. Me reí.

Yo: Será un placer. – respondí y lo tomé.

El recuerdo de John se movió incómodo entre mis pensamientos, pero lo ignoré. Justo ahora no era tiempo de confusiones inapropiadas.

 Bueno ya, sólo espero que Rita y Aly no se maten entre sí, cualquier duda o reclamo... FUE IDEA DE MÓNICA!  Ah jajaja ok ya, dejo esto así.
Morí con el comentario de Claudia, DIOS! Creí que yo era la pervertida jajajaja muero.
Vale, creo que todo va bien con tu anillo del humor, veamos cómo se ´pone ahora...
Bienvenida Mary! ¿Les conté que mi tocaya escribe divino? Tiene un fic delicioso.

Love you all, dearies, see you next week. 
Lady Mary.



miércoles, 8 de mayo de 2013

Pillow Fight.


(NARRA MARTHA)

Gotas heladas de sudor se deslizaban por todo mi cuerpo cuando me desperté, obviamente, mi ropa estaba empapada. Me acomodé en el sofá, demasiado alterada aún como para ponerme en pie. ¿Qué había sido eso? Un sueño. Un estúpido y demasiado realista sueño.

Mientras trataba infructuosamente de calmarme, recordé el causante de ese lío.

En mi sueño, Mimi se había enfrentado a mis padres, les había gritado dueña de una gran autoridad, que se alejaran de mí y me dejaran en paz. Que ella se haría cargo.

Todo daba vueltas, y John estaba ahí. Congelado, petrificado en medio de la sala y yo sabía por qué. Toda esa situación le recordaba mucho a la suya, a su infancia, a el momento en el que siendo solo un chiquillo lo habían obligado a elegir y al final, luego de todo el vértigo resultante, se quedó con su tía. Temblaba y se sentó en una silla.

Quería salir corriendo y nunca volver, quería abandonar toda esa mierda que me estaba quemando la cabeza, pero no podía. Alguna parte de mi inconsciente me recordó que ya había salido corriendo una vez en ese día y decidí que era mejor no irme. No ahora. No nunca. Quedarme estancada, estática en medio del revuelo.

De repente, John se levantó y me agarró por la muñeca, halándome hacia su cuarto. No opuse resistencia, en el momento no la pensé necesaria. No sabía tampoco muy bien qué pasaba, hasta que alcé la vista y observé sus ojos, cargados de algo que no supe identificar. Un cosquilleo en la boca del estómago aceleró mi respiración y entonces… y entonces me besó. Tenía las manos aferradas a mi cintura y yo las entrelacé tras su cuello. No, eso… eso no. Tenía que separarme, tenía que hacerlo, maldición, eso no estaba bien.
Un fuego impresionante recorrió todo mi cuerpo. Esto estaba volviéndose incontenible en condiciones cósmicas…

Con el tiempo logré calmarme, al menos físicamente, mi mente estaba hecha un desastre. Me levanté del sofá y me dirigí a mi habitación, sintiéndome desconocida y extraña en la que se suponía era mi casa. Abrí la puerta y me acosté en la cama para quedarme dormida de nuevo.

Una corriente helada me hizo estremecer y abrí instantáneamente los ojos. No veía nada, no había suficiente luz, además estaba muy adormilada. Pasé por alto ese detalle y me di vuelta. Algo había diferente… había menos espacio en mi cama que antes y un olor a alcohol. No le presté mucha atención, al contrario, me dejé dopar por el aroma y concilié el sueño… otra vez.

X: Mierda.

Yo: ¿Qué? – gruñí aún atontada por el sueño.

X: ¿Se puede saber que haces en mi cama?

Abrí los ojos como platos y lo primero que vi fue el torso desnudo de John a mi lado. Me enderecé escandalizada y solté un jadeo aterrada.

Yo: ¿Qué demonios…? ¿QUÉ HACES EN MI CUARTO EN ROPA INTERIOR, WINSTON?

John: Primero que todo, ésta es MI habitación – dijo sin inmutarse en lo más mínimo - Segundo, eres afortunada de poder contemplarme en todo mi esplendor. Bueno, casi TODO mi esplendor. Deléitate.

Yo: Qué asco John. ¿Cómo vine a parar aquí?

John: Ni idea – murmuró volteándose y quedando boca abajo – Ya decía yo que mi cama se sentía más cómoda.

Parpadeé perpleja. ¿Qué? Ante mi silencio, él abrió perezosamente los ojos y de repente se alarmó, como si hubiera dicho algo indebido.

Yo: ¿Que tu cama qué?

John: Nada, olvídalo. No lo decía por ti.

Yo: Idiota – gruñí con una sonrisa mientras rodeaba mis piernas dobladas con los brazos.

John: Estúpida – dijo a su vez, dándome un suave puñetazo en el hombro. Ambos nos reímos.

Yo: Bueno, y a todas estas… ¿cómo fue que llegué a casa? ¿Qué pasó?

John se enderezó y me miró seriamente con sus ojos profundos. Sentí un no-se-qué por todo el cuerpo.

John: Íbamos llegando cuando te dio un ataque de nervios. Me asustaste muchísimo, de repente empezaste a convulsionar como si te hubieras drogado o algo… Fue tremendo.

Solté un suspiro deprimido. Lo sabía, no podía estar normal, había algo raro en mí. Tal vez una infección, algo hereditario, o sólo me volví loca de repente…  Él se dio cuenta de mis cavilaciones y se sentó al borde de su cama, poniéndose la camisa y el pantalón que yacían arrugados en el suelo.

John: No le des más vueltas a eso, lo importante es que estás bien.  Mejor vístete y damos un paseo ¿de acuerdo?

Lo miré confundida. Ésa nueva faceta protectora no era natural en él. ¿Qué bicho lo había picado? Al parecer se dio cuenta de su desliz, porque se apresuró a corregir:

John: No es como si me importaras, ¿sabes? Es solo que no tengo nada mejor que hacer y no me cabe la idea de que te quedes sola, estás tan deprimida que te cortas las venas o algo así y Mimi me echará toda la culpa a mí.

Puse los ojos en blanco. Sí que sabía arruinar momentos tiernos. Estaba por irme cuando vi una almohada tirada tentadoramente en el suelo... A los segundos, ésta se estrellaba contra la cabeza de John.

John: ¿Qué…? – se quejó John, aturdido por el golpe, pero en cuanto reconoció la almohada que había quedado en el suelo, me miró con los ojos brillantes. – Guerra de almohadas.

Lo miré aterrada y en cuanto se levantó con su arma de plumas apuntándome,  soltando un grito mezclado con carcajada, corrí a mi cuarto por municiones.

Era domingo, y estábamos totalmente solos, Mimi solía salir temprano.

Hacía mucho tiempo no jugaba con John de esa forma, desde que teníamos nueve o diez años. Era agradable volver a hacer eso,  aunque éramos bastante conscientes de que tendríamos que limpiar el gallinero que había quedado esparcido por toda la casa.

A estas alturas, nos encontrábamos en la sala del primer piso. Estaba escondida detrás del sillón mientras esperaba que John pasara por el frente. Oh no, de esa no se escapaba.

Miraba ansiosa por un extremo de mi escondite cuando dos brazos sorprendentemente fuertes me agarraron por la espalda.

John: ¡Te tengo!

Solté una carcajada desquiciada y salté sobre el sillón en un fallido intento de escapar de él, como cuando lo hacía de niña. Pero mis cálculos fallaron, olvidaba que John había aumentado su masa muscular desde entonces y no me iba a dejar escapar tan fácil.

Rodamos sobre el sillón y caímos sobre el tapete, muertos de la risa. Él había caído sobre mí, y advertí que normalmente me quejaría por su peso, pero…

Había otra cosa que también había cambiado desde que éramos niños y es que… ya no lo éramos. No existía tal cosa como caer inocentemente sobre alguien más.

Él no se había movido y yo tampoco. Permanecimos en esa posición, inmóviles, tratando de encontrar entre esa mezcla de latidos frenéticos el ritmo de nuestro propio corazón. Fue inútil.

Sentía su aliento rozar mis mejillas, sonrojadas a más no poder. Solo nos separaban unos cuantos centímetros.

De improviso soltó media sonrisa y se inclinó lo suficiente para susurrarme al oído.

John: Gané.

Jadeé mientras sentía que todo mi cuerpo era invadido por una electricidad sin nombre, que puso todos mis sentidos a flor de piel.

Sus labios empezaron a recorrer desde mi oído hasta llegar fatídicamente a mis labios, fundiéndonos en un beso que destilaba pasión de forma compulsiva. 

Sabía que algo de todo eso estaba mal… ¡Éramos hermanos! No, no lo éramos. Ni de sangre ni de nada. Desde siempre todo mi tiempo con él había sido una preparación para este final inevitable.

Y aún así, no hice nada por separarme de él. En lugar de eso, me aferré a su espalda y lo atraje más hacia mí. Los besos eran desesperados, incandescentes, como expulsando una pasión contenida por años. La temperatura subía y… la ropa estaba empezando a sobrar.

No supe a qué hora le había quitado la camisa, pero reaccioné en cuanto él empezó a desabrocharme los botones.

Yo: No… John… no… - alcancé a susurrar entre gemidos. Él pareció no escuchar, sin embargo, yo ya había recuperado cierto nivel de razón y lo separé de mí.

Me miró enfadado y perplejo a la vez. Y luego abrió los ojos sorprendido, como si acabara de despertar de un sueño.

John: Maldición.

Estaba sonrojada hasta la médula y lo único que se me ocurrió fue salir corriendo hacia mi habitación.
Una vez hube comprobado que esta vez sí estaba en la habitación correcta, cerré la puerta tras de mí y me senté en el suelo, abrazándome confundida.

¿Qué demonios había sido todo eso?

(NARRA JOHN)

Tantas chicas, tanta “experiencia”, tanto tiempo de conquistas… todo mandado a la mierda. ¿Y por quién? Por mi hermana.

Nunca antes había sentido lo que sentí instantes antes. Nada era lo mismo, ninguna chica era igual a Martha. Ella me había logrado volver loco, tanto, que no había podido controlar el deseo de tenerla y hacerla solo mía.

Pero no, eso no pasaría. Ni hoy, ni mañana, ni nunca. No con mi hermanita.

No supe cuanto duramos inmóviles, ella en su habitación y yo sentado en el sofá, pensando, recordando, tratando de sacar algo en claro; pero como si hubiéramos tomado una decisión sin palabras, empezamos a recoger plumas, cada quién desde su sitio. La escuchaba ir y venir, recogiendo plumas de su habitación.

Yo: Martha, lo que acabó de pasar no te exime de limpiar a ti también. ¡Baja ya y me ayudas a ordenar esto! – le grité, tratando de ponerle un poco de humor a la situación.

Martha: Te esperas, Don Juan, estoy limpiando mi habitación. – respondió también a gritos, siguiéndome el juego.

Yo: ¿Y la mía qué?

Escuché su carcajada ahogada.

Martha: De últimas.

Cuando acabamos de ordenar todo, ella salió precipitadamente de la casa, dejándome solo. Ni me fijé cuándo lo había hecho, tampoco sabía porqué pero repentinamente sentí un vacío a mí alrededor.

Yo: No seas cursi, es porque estás solo, estúpido – me dije a mí mismo mientras me sentaba a descansar.  Y como siempre pasa… apenas estuve cómodo, sonó el timbre.

Entre maldiciones abrí la puerta, encontrándome de cara con Stu. Me apoyé contra el marco de la puerta, aburrido.

Yo: Vaya, vaya, miren quién está aquí. Un milagro volver a verte Stu, pensé que te habías evaporado. – De pronto me fijé en el ramo exuberante de rosas que traía y las tomé con un gesto dramático – Ow, me trajiste rosas. Eres un amor.

Él volteó los ojos y soltó una carcajada.

Stu: Son para Martha, pero si quieres a la próxima te traigo a ti también. ¿Ella está?

Sentí un malestar general en cuanto la mencionó en ese tono de enamorado y lo miré con fastidio.

Yo: No, y dudo que te quiera volver a ver. Lárgate y no vuelvas.

Él me miró confundido.

Stu: ¿Qué? ¿Estás bien, John?

Yo: No, pero no es tu asunto. Vete. – Gruñí con fastidio, y le cerré la puerta en la cara.

¿Y bien? Nunca había escrito algo así, espero les haya parecido medianamente aceptable.
Seeee Mónica es cruel y extendió la intriga de la pretendiente desconocida un tiempo más... a cambio les dimos 1313, no se pueden quejar :3

Para mi stlaker, Vale, YA TE MENCIONÉ, FELIZZZ? jejeje
y para Valery.... Nah, Paul todavía está en su nube, nada que conoce a Martha... me preguntó qué pasará cuando lo haga...

BUENO, DISFRUTEN DE ESTE INCESTO (a medias) Y DUERMAN MUCHO! 
No, no me cansaré de hacerle publicidad al sueño, es mi amante y la merece <3