(NARRA MARTHA)
Pensé en hacer la típica escena de chica
celosa, con algunas variaciones. Quise agarrarla por el cabello y arrastrarla
por el piso, luego golpearla mientras gritaba cursilerías como “¡JOHN ES MÍO,
PERRA!” y finalmente, sacarle esos lindos ojos de sus cuencas.
Pero me detuvieron dos cosas, en primer
lugar… era demasiado sangriento, incluso para mí.
Y en segundo lugar, y precisamente por eso
más importante, John y yo no éramos nada. No novios, ni siquiera amantes. Sólo
hermanos. Y así se tenía que mantener, con total hermetismo, lo menos que
quería era que se regaran chismes por ahí y llegaran a oídos de Mimi. Supongo
que una escena de celos era muy sospechosa, dadas las circunstancias. Además…
no era como si tuviera poder de reclamarle nada. John no era mío, era un hombre
lleno de hormonas totalmente libre.
Suspiré con fuerza, exhalando a la vez toda
la ira que tenía. Era consciente de que estaba temblando, pero esperaba que esa
chica que me miraba triunfante con ojos de arpía, lo tomara como efecto de las
bebidas.
Yo: Veo que te adaptaste muy bien a
Liverpool. Bienvenida, por cierto.
John: ¿Qué paza? Cariño, no es momento de arrepentirze
– gimió muy ebrio, dirigiéndose a Fernanda, que se había detenido en sus
besos al escucharme entrar y me miraba divertida.
“Cierra
la puta boca, Lennon” pensé mientras sus palabras
partían la poca cordura que me quedaba en pedacitos. No, tenía que aguantar.
Fer: Un segundo, cielo… ¡Espera! – rió cuando
él trató de morderle el cuello con impaciencia. Si yo seguía apretando de esa
forma los tacones, los iba a romper. - ¿Qué haces aquí?
Yo: Por si no lo recuerdas, esta es MI
habitación… - dije saliéndome un poco de mis casillas. Respira lento… uno… dos…
- Pero no te preocupes, puedo dormir en la cama de John. De todas maneras es mucho
más cómoda que la mía.
Sonreí ampliamente cuando me di cuenta de
que había captado el doble sentido, y me fui cerrando la puerta. Estúpida
niñita rica de…
Aly: ¿Martha? La fiesta es para ti, ¿qué
haces aquí arriba?
Las lágrimas que amenazaban con salir sólo
se contuvieron por la sorpresa de su presencia.
Yo: ¿Y tú? ¿Qué haces acá?
Aly: Me mandaron a buscarte, hay unos
chicos que juran no haber bailado contigo todavía. ¿Estás bien?
Yo: Dudo que estén los suficientemente
sobrios como para sostenerse en pie… iba a descansar un poco, Aly, ¿me dejas?
Aly: ¿Descansar? ¿En TU fiesta? No lo creo.
Vamos señorita, falta mucho para que esto se acabe.
Si tenía alguna posibilidad de negarme, se
esfumó en cuanto me arrastró de vuelta al primer piso. No sé cómo me las
arreglé, pero me tragué toda la impotencia que sentía, toda esa rabia y el
dolor y apenas dejé el último escalón y puse un pie en el suelo, el tiempo
pareció esfumarse.
Bebí, oh sí, bebí mucho. Tal vez demasiado…
de todas formas, nadie me lo impidió, a los pocos minutos, Aly estaba igual o
peor que yo. Bailé con cuanta persona se me cruzó, sin importarme si era
hombre, mujer o si estaba borracho o no. No importaba, la verdad ya todo se
había ido a la mierda.
Me desperté con dolor insoportable y un
pitido irritante en los oídos. ¿Qué demonios era esa luz? Espera… ¿Cómo llegué
a mi habitación? Porque sí, esta era mí habitación y la luz infernal entraba
por la maldita ventana. Ah, no importaba. Me levanté como pude de mi cama y
cerré las persianas con fastidio. Miré el reloj con la vista borrosa… las 9:30 a.
m. Ni loca me iba a arreglar, era muy
temprano todavía.
Fui a acostarme otra vez, pero recordé la
escena de la noche pasada y me dio asco. Fernanda había estado ahí. Tomé unas
cuantas cobijas, mi almohada y me acosté en el piso. No planeaba volver a
dormir ahí hasta que cambiara las sábanas y si era necesario, también el
colchón.
Mientras escuchaba el ruido de quien fuera
que estuviera recogiendo el caos que había quedado abajo, me sumí en un
profundo sueño, del cual esperaba no salir jamás.
¿Por
qué sonreían tanto? Supuse que era porque estaba con ellos, mis padres se veían
extasiados con mi presencia. Yo también me sentía feliz pero… ¿qué? ¿Qué hacían
John y Mimi allá abajo? Parecía como si estuvieran buscando algo.
Me
estaban buscando a mí.
Supe
entonces que mi vida estaba partida en dos, mi presente y… lo que fueran mis
padres. Pero… ¿qué podía hacer yo?
Me volví a despertar ante el contacto
gélido de unos dedos traviesos que recorrían mi muslo de arriba abajo. Casi se
me olvida todo lo que había pasado la noche anterior. Casi.
John: Despierta, bella durmiente.
Yo: Déjame dormir en paz.
John: Ya es hora de que te levantes, vamos.
¿Qué haces en el piso?
Yo: Puedes irte al demonio, John. Déjame
quieta. –gruñí apartando con brusquedad su mano de mi pierna. Como era de
esperarse, eso no le gustó.
John: ¿Y a ti qué mierda te pasa? Sé que la
resaca es dura y eso, pero no tienes que desquitarte conmigo.
Me levanté como pude y lo miré con rabia.
Yo: ¿Tú crees que es por eso? ¡No lo sabes!
¡No sabes nada! – le grité.
John: ¡A MI NO ME GRITAS ¿OÍSTE?! ¿Qué es
lo qué…?
Yo: LÁR-GA-TE – espeté, pronunciando cada
sílaba con ira, la misma ira que había sentido la noche anterior.
Él me miró furioso, pero a la vez
confundido. Acercó sus labios a los míos, pero yo retiré mi rostro con rapidez
y lo enterré en la almohada. Lo último que oí fue su portazo al salir y sonreí.
Era divertido enojarlo… eso le pasaba por estúpido.
(NARRA ALY)
Me habían ofrecido hospedaje en la casa
Lennon, después de todo, había sido idea de John que viniera a la fiesta de su
hermana. No sé porqué me había hecho a la idea de que sería calmado.
Lo primero que escuché al abrir la puerta
de la habitación de Mimi –en la que me había quedado esa noche… aunque ni idea
de cómo llegué allí – fueron los gritos enojados entre Martha y John y luego un
portazo. Vi a John entrar a su cuarto farfullando algo como “las chicas y sus
estúpidas hormonas” y luego… otro portazo.
Suspiré y entré a la habitación de Martha.
Yo: Martha… Martha despierta… ¡OYE IDIOTA,
QUE TE LEVANTES!
Martha: Ah demonios, ¿en serio no puedo
descansar ni siquiera un poco? Dejen de fastidiar. –gruñó dándose la vuelta en…
¿el piso?
Yo: ¿Un poco? ¿Sabes qué hora es?
Martha: No, dime. – apenas murmuró. Se
estaba quedando dormida otra vez.
Yo: Martha, son las cuatro de la
tarde.
Fue como si hubiera oprimido un
interruptor, se sentó en el acto y me miró horrorizada.
Martha: ¿QUÉ? Uh, que asco, dormí casi doce
horas. ¿Cómo pueden tener este tipo de fiestas tan seguido? Es una locura.
Yo: No era lo que decías ayer. – Sonreí –
Ya, arréglate rápido. Te espero abajo con tu “desayuno-almuerzo”. Por cierto…
¿qué haces en el piso?
Ella negó con la cabeza y se levantó
tambaleante, luego caminó hacia la ducha. Cuando salí, me encontré con la chica
nueva, que me miró divertida y se encerró en la habitación. Pobre Martha.
(NARRA MARTHA)
Me demoré en la ducha casi una hora completa,
estaba hecha un asco. No me había quitado el maquillaje y tenía el cuerpo
pegajoso por las bebidas que al parecer se habían regado sobre mí. Eso por no
mencionar mi cabello. Ni me atrevía a imaginar qué tantas cosas había en esa
maraña, pero era asqueroso. No me volvería a embriagar de esa forma en mi vida.
Además, mis pensamientos no paraban de
revolotear desde que me había despertado. Por eso no quería despertar. No sé
porqué había imaginado que John sería fiel estando conmigo, cuando ni siquiera
había sido fiel con sus mejores novias. Y si a eso le sumamos que en realidad
no estaba conmigo… no tenía motivos para enojarme de esa forma, menos porque
sabía que lo había hecho borracho. Pero… igual dolía.
Salí del baño y miré mi habitación
espantada. Esa no era MI habitación. Sobre la cama estaba recostada Fernanda,
haciendo girar un lápiz entre sus dedos con evidente aburrimiento; pero en
cuanto salí, lo dejó a un lado y me miró con una sonrisa. Había estado
esperándome.
Fer: Pensé que no saldrías jamás. ¿En quién
pensabas para demorarte de esa forma en la ducha?
No le presté atención a sus palabras que
tenían un evidente doble sentido, porque estaba aterrada viendo el horror. Las
paredes estaban cubiertas de pósters de Elvis, Chuck Berry y Buddy Holy. Hasta
ahí no me molestaba en absoluto, pero lo que me había hecho abrir la boca de
asombro era la gran bandera de Estados Unidos que estaba estampada con chinches
en mi pared.
Yo: ¿Qué… qué demonios?
Fer: Si me voy a quedar aquí todo este
tiempo, tengo que sentirme cómoda, ¿no crees? ¿Qué más cómodo que mi país?
También había reorganizado todo. Mimi había
mencionado algo de una cama extra, pero hasta que llegara, tendríamos que
compartirla. O dormir en el suelo. De
cualquier forma, ahí estaba ese enorme espacio esperando por su ocupante donde
antes solía estar mi armario…. Que ahora estaba en la otra esquina… lleno
también de sus vestidos. Había cosas suyas acomodadas por todo el lugar y tras
la puerta, otra bandera.
Yo: Vaya que eres patriótica.
Fer: Gracias.
Yo: Era sarcasmo. ¿Con permiso de quién hiciste
todo esto? ¡Absurdo! ¿Es mi habitación, sabías?
Ignoró olímpicamente mis preguntas y tomó
un objeto que estaba sobre la cama, a su lado.
Fer: Estaba ordenando y me encontré esto…
¿qué es?
Puse los ojos en blanco.
Yo: Dile a John que te lleve allá y lo
averiguas tú misma. Ahora, ¿me puedes dejar sola para que me pueda vestir?
No se movió.
Fer: ¿Tú y John qué son? – preguntó entrecerrando
los ojos.
Esa maldita pregunta había rondado por mi
cabeza durante toda la estúpida noche y lo que llevaba del día. Apreté un poco
los puños.
Fer: Hermanos… ¿no es obvio?
Asintió pensativa, y salió de mi
habitación. Saqué cualquier cosa del armario y me la puse con un bufido.
Estúpida americana.
(NARRA JOHN)
Estaba recostado en el pasto junto a Aly,
recordando historias viejas y tiempos mejores. También hablábamos de lo que
había sido de ella, de sus aventuras en el “país de la libertad” y de mis
tonterías durante esos años que estuvimos separados. Habíamos pasado mucho
tiempo juntos de niños, no por nada había sido mi primer amor. Obviamente eso
no lo sabía Martha, pero el asunto estaba más que olvidado. Ahora sólo era una
amiga. Una vieja amiga en el inmutable Liverpool.
Aly: Dime Johnny, ¿qué demonios le pasa a
tu hermana?
Yo: No lo sé, amaneció de mal humor
supongo. – fruncí el ceño. – Pensé que se había divertido ayer.
Aly: Sí, pero al parecer vio o escuchó algo
que la puso…
X: Johnny, ¿dónde estás?
Cerré los ojos e imploré al cielo que me tragara la tierra al escuchar esa vocecita que
empezaba a hartarme. Ahí estaba buscándome… otra vez.
Aly: ¿No te agrada? – dijo divertida al
notar mi reacción.
Yo: Si no fuera tan intensa, sería una
diosa. Es irritante.
Ella soltó una risita ahogada, antes de que
llegara la muchachita imparable, enfundada en un vestido a lo Marilyn Monroe.
Fer: Johnny aquí estás, mira lo que
encontré. Martha dijo que tú me llevarías.
¿Qué demonios le pasaba a Martha? Me
acababa de condenar por el resto del día.
Yo: Vamos otro día, Fer. Estoy cansado.
Fer: ¡Johnny! Quiero conocer la ciudad ya.
Vamos YA.
No había forma de discutir, se notaba a
leguas que era el tipo de chica a la que no se le podía negar nada.
John: Voy por mi chaqueta, espera aquí.
Me abrazó entusiasmada y me zafé de ella
con algo de brusquedad, aunque no pareció notarlo. Iba a ser una tarde muy
larga…
(NARRA ALY)
Martha: ¡Aly!
Yo: ¿Qué? – murmuré. Estaba demasiado
cómoda en el pasto como para moverme.
Martha: ¿Y mi comida?
Demonios, la comida. Me había entretenido
con John por el camino y se me había olvidado por completo, pero ahora que lo
mencionaba, el hambre era espantosa.
Yo: Lo olvidé. Pero ¿qué tal si vamos al
restaurante que está por el muelle? Me acuerdo que era delicioso.
Martha aceptó gustosa y ambas nos fuimos
hacia allá. Pasamos ahí toda la tarde, hasta que empezó a oscurecer y los
empleados del restaurante nos miraban con cara de querer echarnos.
Martha: Vamos a casa.
Yo: No seas aguafiestas, mira que sólo
estoy aquí una semana antes de volver a Londres. Vamos a un pub.
Ella sonrió sin ganas.
Martha: Todavía tengo resaca Aly, creo que
sería mejor si vamos a…
Yo: No, no. Lo que tú tienes es mal de
amores, se te nota a leguas. A ver dime, ¿quién es el afortunado?
La verdad es que no se le notaba, pero
hacer conjeturas al azar casi siempre conducía a la verdad y esta vez no fue la
excepción. Abrió los ojos con sorpresa y el color subió a sus mejillas.
Martha: ¿Qué? Claro que no, no estoy mal
por nadie.
Yo: Me lo acabas de admitir, pilluela.
Vamos a ver, voy a adivinar… ¿Es ese chico George? Ah no, verdad que tiene
novia, o lo que sea que sea ella. Ehm… Ah, ¿ya le pusiste atención a Pete? O es
el guapo ese que bailó sólo una vez contigo… ¿cómo se llamaba? ¿Paul?
Martha: Sabes, creo que es buena idea que
vayamos al pub.
Yo: ¡Sí es Paul!
Martha: Claro que no, no inventes. Ni te
acercaste. Vamos ya. – gruñó jalándome del brazo. Sonreí con satisfacción. Acababa
de admitir que quería a alguien, y no se lo iba a dejar pasar tan fácil.
Cuando llegamos, fui directo a la barra del
bar. Ella me siguió volteando los ojos, y se sentó a mi lado mientras yo
empezaba con un vodka.
Martha: ¿No crees que sea algo fuerte?
Yo: Para nada, amargada. Ven, tómate uno. –
ella negó con la cabeza – Por favor, el vodka es lo mejor para los despechos.
La verdad no, pero tómate uno.
Se rindió con un suspiro y se tomó el suyo.
Aunque… demasiado rápido. Ahora estaba totalmente ida y se había tomado unos
cuantos más. El barman nos miraba con reprobación, pero extendí un billete por
toda la botella y se alejó sin molestarnos más.
X: ¿Martha?
Un chico rubio muy apuesto se había
acercado a nosotras, junto con otro chico que nos miraba con avidez. Martha se
volteó al oír su nombre y sonrió abiertamente.
Martha: ¡Alan! Vaya, vaya campeón, sí que
has crecido.
Alan: Ni qué decir de ti, eres toda una
mujer ahora… Me dijeron que habías cumplido 16 ayer.
Martha: Te informaron bien. ¿Bailamos en la
fiesta? No recuerdo la mitad de lo que pasó.
Alan: De hecho no fui, estaba terminando
con mi novia. – dijo guiñándole el ojo. Ella se rió – Pero podemos bailar
ahora, aunque… dudo que me puedas llevar el ritmo.
Martha: Oh, puedo hacer mucho más que eso,
cariño. – sonrió bajándose de la silla directo a los brazos de Alan, para luego
irse a la pista.
Nunca la había visto tan decidida y
seductora, y aunque de seguro era por efecto del vodka, le sentaba de
maravilla. Sabía también que lo más probable era que estuviera así por su
despecho, pero… ah, Alan se veía muy buen chico, no le haría nada.
Yo: Y sí… me dejó por el chico rubio.
Típico.
X: Ellos se lo pierden. ¿Bailas? – era el
chico que acompañaba a Alan hace un minuto. Me encogí de hombros y apuré el
último sorbo de la bebida antes de acompañarlo a bailar.
(NARRA GEORGE)
Yo: ¿A un pub?
Paul: Bueno sí, estoy tremendamente
aburrido y quiero salir un rato. ¿Vamos?
Yo: Te volviste loco Paul, apenas sí me
dejan salir de la casa, ¿ahora me van a dejar ir a un pub?
Paul: No tienes por qué decirles a dónde
vas. Miénteles.
Volteé los ojos y estaba a punto de ofrecerle
mi rotunda negativa, cuando vi a Rita acercándose. Paul abrió los ojos como
platos y me miró con sorpresa.
Paul: ¿Estás saliendo con Rita? No te conocía
esos encantos, chico.
Yo: Cállate Paul, aún no estamos “saliendo,
saliendo”. Somos amigos y ya.
Él me dirigió una mirada burlona.
Paul: Ajá y Brigitte es mi novia. Por favor…
¡ya sé! Invitemos a Rita, no te puedes negar si ella va.
Rita: ¿A dónde? – interrumpió sin dejarme impedírselo dramáticamente.
Paul: Vamos a un pub. ¿Vienes?
Rita: ¡Claro! ¿Qué esperas George? ¡Vamos
ya!
Y así, sin escapatoria alguna, nos fuimos
al maldito pub. En cuanto llegamos, perdimos a Paul al instante, se había ido
con la primera chica rubia que había cruzado con él.
Intenté sacar a Rita a bailar, pero me
detuvo.
Yo: ¿Qué?
Rita: ¿Esa no es Martha?
Por supuesto que era ella. Bailando como
una diva con otro chico en mitad de la pista. Se notaba que estaba pasada de
tragos, pero sí que bailaba bien. Rita me apretó el brazo.
Rita: ¿Le hacemos competencia?
Yo: No tienes que repetirlo.
Y salimos a bailar.
Fue una delicia y al final cansados, nos
sentamos. Fue entonces cuando divisé a Aly al fondo del pub. Se veía… hermosa.
Vaya, vaya, ¿quién lo diría? Aly resultó ser una alcohólica sin remedio. JAJAJA olvídalo Aly, fue con amor (? Me carcome la duda... ¿a dónde habrán ido John y Fernanda? Aunque... bueno, me alegra que John se haya estresado por ella. Don't worry Fer, we all love you ;)
Y ese George... pilluelo, te atrapamos mirando a Aly e.e Y ni qué decir de Paul...
¿Qué pasará con Martha? ¿Pasará algo con Alan?
Ximena! Nunca habías comentado, soy tan feliz :') Lo sé, Fernanda me parece excelente. Insisto en que me cae bien :D
Aly, aly, aly... ya he hablado mucho de ti, pero ten cuidadito con George... jajaja
DEBBIE, NO TE AVIENTES, AÚN HAY ESPERANZA (? Neh, la verdad que no sé. Si las cosas salen mal, puede quedar embarazada de Alan... jajaja ESPERO LOS CAPÍTULOS, MUJER! Aunque los tuyos valen el doble ;)
Jajaja, Mary, no lo sé, necesitaríamos un dibujo de Aly para saber si es tan escultural como Bardot... Aunque yo sí creo, tiene sangre brasileña... Pobrecilla Martha... ¿¿qué le pasará ahora??
Vale, si no dejas de amenazar a Mary, te censuro los comentarios. Ok no, pero contrólate nena, ¿sí? Me encantaron las 16 cosas que amaste y los vestidos. Pienso que puede ser el número 2
Y LITA! Amé todos los comentarios de todos los capítulos :3 Tal vez la ama... tal vez solo quiere ser muy troll con ella ;)
Ah, y bienvenidas Cecilia y Elizabeth. Un gusto que nos sigan ^^
Ya, suficiente.
P.D: Martha durmió 12 horas? JÁ pues yo dormí 14! Soy una insomne que duerme mucho, que absurdo.
P.D 2: Tal vez no publiquemos en un buen rato, nos vamos de viaje en vacaciones. Pero aguanten, seguiremos maquinando ideas cuando estemos en la piscina (?
Cuídense, y ya saben. Sí, duerman.
Que Fernanda los visite en sueños ;)