(NARRA MARTHA)
El piso estaba totalmente cubierto de
pintura, las paredes tenían salpicaduras de todas las formas y tamaños e
incluso del techo goteaba un rojo sangre sobre mi cama. Todo mi cuarto era un completo caos, sin
embargo no se comparaba ni a la mitad del desastre que yo misma representaba.
Tenía todo mi cuerpo untado de pintura de todos los tonos, había desde negro
hasta blanco pasando por toda la escala de colores y de mi pelo escurría un
tinte café; estaba agotada, me pesaban los párpados y mis músculos no
reaccionaban a las órdenes de mi cerebro.
Sin embargo no lamentaba nada de eso,
no lamentaba haberme levantado a la mitad de la noche para empezar a pintar la
idea que no me había dejado dormir en paz, no lamentaba haber gastado todo mi
kit de pinturas y definitivamente no lamentaba haber arruinado mi mejor pijama
y toda mi habitación; no lo lamentaba porque simplemente, el resultado había
sido perfecto. Era mi primer retrato y era el mejor. Además mi cuarto lucía
mejor así.
Un nombre, un s
ólo nombre
rondaba por mi mente. Stuart Sutcliffe. Ese hombre había encontrado la manera
ideal de inspirarme, aunque para ello necesitara toneladas de dolor, de igual
forma, siempre me consideré algo masoquista. Su manera de inspirarme era
fragmentar mi orgullo en millones y millones de pequeños pedacitos y crear un
debate interior en el que mi cerebro simplemente no se entendía con mi corazón.
Por un lado quería, anhelaba ir corriendo a sus brazos suplicándole que me
perdonara por todo lo que le había dicho, por la forma en que le grité y
especialmente por el golpe, que a mi parecer, había sido lo peor de todo.
Sin embargo el poco sentido común que
me quedaba pedía suplicante que me alejara de él, que alguien que era capaz de
tratarme de la forma en la que él me trató no podía amar realmente.
Sacudí mi cabeza apartando todos esos
pensamientos de mi mente. No era momento para migrañas innecesarias. Me senté
en mi cama, dejando que mi cabello se untara también de aquel tono carmesí.
Miré hacia arriba y una gota me cayó en la frente. ¿Cómo carajos había logrado
pintar el techo? Tenía que volverlo a hacer, era realmente emocionante. Me
concentré en la pintura y por primera vez en toda la noche me alegré por el
hecho de que hubiera peleado con Stu; esos matices, las figuras, todo, no
habrían salido de no ser por ése incidente. Tal vez cuando Stu se volviera
famoso la podría vender por un buen precio y si no lo compraban, la partiría en
pedacitos y la enviaría al inquieto fuego de la eterna chimenea.
*Toc
Toc*
Por un instante miré confundida la
puerta, como exigiéndole explicaciones. No era posible que alguien estuviera
despierto a esta hora, ni siquiera John, había escuchado cuando llegó
–sorprendentemente temprano- y en este instante estaría durmiendo sin que le
importara el resto del mundo. Golpearon otra vez la puerta y mi respiración se
aceleró. ¿Fantasmas? Genial, no acababa de entenderme con los vivos y ahora me
visitaban los muertos.
X: ¿Puedo pasar?
Me mordí el labio. No era un
fantasma, pero tampoco era mucho mejor.
Yo: Claro Mimi, pasa.
Ella abrió la puerta y miró
horrorizada el interior de mi habitación, luego me miró a mí y puso su mano en
su rostro desesperada.
Mimi: Por Dios querida, sólo mira
cómo estás untada toda de pintura, pareciera que te la hubieras echado en ti en
vez de en el lienzo. En ti y en las paredes… ¿cómo lograste pintar el techo?
Esto va a estar complicado de limpiar…
Yo: Eso es lo de menos, ahora no me
importa en absoluto. – dije con un tono tan neutral que parecía de ultratumba.
Abrió sus ojos con sorpresa y yo junté mis cejas confundida por su reacción –
Digo, el resultado lo vale… no es como si me fuera a suicidar o algo así.
Y entonces por primera vez desde que
había entrado a la habitación miró hacia mi cuadro. Soltó un jadeo de sorpresa.
Mimi: Es impresionante… - atinó a
decir.
Yo: Lo sé… lo amo. – suspiré
satisfecha.
Mimi: ¿Al cuadro o al modelo?
Palidecí y tosí incómoda. Ella se
sentó a mi lado alejándose de la pintura goteante que en ese instante empezaba
a secarse y me observó con una mirada comprensiva. Nunca antes me había mirado
así, era una sensación extraña. Cómo esos momentos madre-hija en las películas…
Se sentía asombrosamente cómodo, más para mí que nunca había tenido una.
Mimi: Cariño, puede que yo sea fea y
amargada, con un estilo muy a la antigua y que muchas veces no los entienda ni
a ti ni a John – la miré con la boca abierta. Era extraño oírla admitir sus
actitudes. Miró hacia otro lado como hacía John cuando hablaba de sus
sentimientos y siguió hablándome – Pero no soy estúpida y menos con situaciones
tan obvias. Hay una gran diferencia entre estar babeando por una persona en
plena cena y a la media hora cerrarle la puerta en la cara. Sí, si me di cuenta
y me lo acabas de comprobar con esta obra de arte, y es que este tipo de cosas
no salen de la nada. Es como si estuvieras gritándole al mundo que Stu es tu
vida.
Yo: Pero Mimi, la vida puede llegar a
ser muy cruel. – sollocé con los ojos llenos de lágrimas. Maldito sentimentalismo,
no podía con esos discursos que exponían la verdad de forma tan directa.
Ella me abrazó y lloré desconsolada
por segunda vez en ese día. ¿O por primera? Sí, ya debía ser de madrugada. No
estaba acostumbrada a llorar o demostrar tristeza frente a alguien, mucho menos
frente a Mimi; supongo que era resultado de vivir con John demasiado tiempo.
Mimi: Vamos querida, estás joven aún
para llorar de amores, duerme un poco y déjalo ser. Si el amor es verdadero
sobrevivirá, si no lo es, no puedes hacer nada. Ya habrá una respuesta.
Asentí y me limpié la nariz con un
pañuelo. Limpié mi cara superficialmente, me acosté en mi cama y caí en un
sueño profundo, como hacía rato no tenía…
X:
Cariño cálmate, todo estará bien muy pronto, volveremos a estar juntos. Hija no
llores, todo estará bien.
¿Qué? ¿Hija? ¿De qué habla? ¿Me
reuniré con quién? De la nada aparecieron dos personas, una mujer y un hombre
que se veían bastante felices juntos. No tenía ni idea de quienes eran, pero de
nuevo volvió esa sensación de que los conocía de antes. Como si fueran mis….
mis verdaderos…. padres. Los miré sorprendida
y reconocí rasgos familiares míos en ellos…. No podía ser…
Xhombre:
Sin ti nada es igual dulzura, vuelve con nosotros, nos haces demasiada falta.
¿Volver? ¿Volver a dónde? Su
vestimenta no lucía normal, la mujer vestía un pantalón de cuero ¡un pantalón!
Y él una camiseta ajustada que lo hacía lucir bien. ¿Qué tipo de ropa
era esa? Un mono con alas se apareció a su lado y se los llevó… Por algún
motivo, fue lo único que me pareció relativamente normal de toda esa locura.
X: Martha… ¡MARTHA DESPIERTA IDIOTA!
Abrí mis ojos de sopetón y lo primero
que vi fue la no tan bella cara de mi hermano que sonreía burlonamente.
Estúpido… esta vez no se salvaba.
Yo: ¿PORQUÉ CARAJOS SIEMPRE
INTERRUMPES MIS SUEÑOS? Voy a quitar un día esa maldita escalera que hay en tu
ventana y veremos qué tan divertido es arruinar la existencia de otros. –grité
enojada pegándole en el hombro. Él soltó una carcajada y se acercó
maliciosamente.
John: Te quejas demasiado idiota…
pero bueno ¿quién es ese al que llamabas tan desesperadamente? ¿A dónde vas a
volver?
Yo: Te llamaba a ti hermano querido,
no sabes lo emocionante que es soñarte; ahora ¿me dejarías dormir otra vez? –
gruñí sarcástica.
John: Disimula que quieres volver a
verme en sueños encanto, mis chicas se enfadarán.
Yo: Por favor, tu única chica es tu
guitarra y me confesó que te engañaba con el bajo de Bill Smith.
John: Ah, pero el que la toca soy yo,
no Bill.
Enarqué una ceja cuando capté el
doble sentido y me acosté de lado en mi cama, dándole la espalda.
Yo: Fingiré que no escuché eso. Ahora
largo de aquí, quiero dormir unas horas más.
John: Claro, debes estar muy cansada
por el golpe que le diste a Stu… Así me gusta chica ruda, por supuesto que te
dejaré descansar. – dijo levantándose con rapidez y saliendo de mi cuarto. Me
enderecé irritada ¿Cómo lo supo el idiota?
Yo: JOHN WINSTON LENNON, ¡VUELVE AQUÍ
EN ESTE INSTANTE!
Escuché risas provenientes de su habitación y a
Mimi despertándose en la de ella… Oh, esto iba a ser muy divertido.
Yo: JOHN, ¿A QUÉ HORA LLEGASTE
ANOCHE? MUY EMOCIONANTE LA FIESTA, ¿CIERTO?
No había acabado de decir la última
palabra cuando ya estaba a mi lado tapándome la boca. Solté una carcajada.
John: ¿Muy gracioso? Si no te callas
le diré a Mimi todo sobre tú y Stu… Sí, eso sí será gracioso.
Yo: Ella ya lo sabe, creo que no es
algo que se pueda obviar mucho… - respondí soltándome. Él me miró sorprendido.
John: Dime cómo se enteró.
Yo: Dime cómo te enteraste de lo que
pasó con Stu.
John: Touché – susurró levantándose y
yéndose a su habitación. Golpeé su nuca con una almohada cuando estaba en la puerta
pero no prestó atención, así que me acosté de nuevo y me sumí en un profundo
sueño…
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Me deslizaba suavemente sobre el
hielo, mientras por mi mente se arremolinaban los recuerdos de mi sueño. ¿De
verdad eran mis padres? ¿Por qué parecía venir de otro tiempo… de otra
dimensión? ¿Dónde estaban?
Con tantas preguntas sin respuesta y
si a eso le sumamos todo el lío que tenía con Stu, no parecía descabellada la
idea de ir a patinar un rato a la pista de hielo completamente sola, como si
fuera una criminal rechazada por la humanidad. Y es que todos ahí tenían un
acompañante, había parejas de novios, amigos, hasta familias enteras y me veía
rarísima ahí, sola entre tanta gente. Aunque la verdad no es que eso me
interesara mucho, tenía suficiente con mis cavilaciones como para ponerme a
atormentar a otros con mi presencia.
No le iba a contar nada sobre el
sueño a Ashley, ni a George ni a nadie. Ya de por sí parecía demasiado loca
como para que pensaran que había perdido la cabeza por completo. No, era mejor
guardarme mis sueños extraños para mí.
Estaba tan demencialmente distraída
que no me fijé que había chocado con alguien hasta cuando ya estaba en el suelo
totalmente cubierta de hielo. Busqué alrededor al desafortunado que había derrumbado
por mi descuido y me di cuenta de que era una niña de no más de diez años.
Recordé haberla visto con alguien mayor que parecía su padre dar vueltas
ágilmente por la pista, y cómo me había maravillado ante su fluidez de
movimientos.
Yo: Oh cómo lo siento, estaba muy
distraída y no me fijé en lo que… - frené mi disculpa en seco y la miré
sorprendida. ¡Era idéntica a Stu! Parpadeé varias veces para convencerme de que
no era mi imaginación o el remordimiento por haberle hecho a Stu lo que le hice…
No, no era yo. La chiquilla era casi una copia de él, en versión femenina
claro, y algo más pequeña. Tenía un rostro angelical y una sonrisa muy dulce
que transmitía confianza; y un sentido maternal que hasta ese
momento ignoraba que existía, se disparó al instante.
Con ternura y casi como si estuviera
tomando una porcelana con los dedos la levanté y le invité algo de comer. Ella
aceptó con un asentimiento de cabeza y nos sentamos en una mesa de la cafetería
luego de comprar unas galletas de chocolate.
Yo: Y bueno, ¿cómo te llamas? –
pregunté ansiosa por saber si estaba relacionada con Stu de alguna forma.
X: Mi nombre es Valentina Sutcliffe –
respondió con una voz de campanillas. Mi corazón saltó al oír su apellido - ¿Cuál
es el tuyo?
Yo: Me llamo Martha Lennon, un gusto –
dije sonriendo – Vaya que tenías hambre dulzura, ¿te gustan mucho las galletas
de chocolate?
Valentina: Sí, bastante – dijo
acabándose la última de ellas – mi mamá solía prepararlas siempre que volvíamos
de patinar… es como una tradición.
Yo: Bueno, debe ser una excelente
cocinera… ¿dónde está ahora?
Ella se atragantó con la leche que
tomaba en ese instante y miró hacia un lado con tristeza.
Valentina: Ella… murió hace poco de
cáncer. Extraño sus galletas… - susurró mientras una lágrima cargada de dolor
se escurría por su mejilla. Me acerqué a ella sintiéndome como la peor persona
del mundo y la abracé. Ella hizo lo mismo – La extraño.
Y estalló en llanto. La abracé con
más fuerza tratando de transmitirle así todo mi apoyo, y se calmó un poco.
Luego de un tiempo, se separó de mí sonriente, como si sólo hubiera sido un
lapsus para asustarme, como si no hubiera pasado nada. De no ser porque la
había visto llorar con mis propios ojos y porque había empapado mi blusa, ni me
habría imaginado que había llorado.
Yo: Disculpa por preguntar eso, no
fue mi intención hacerte sentir mal – ella solo asintió – pero ¿entonces con
quien vienes?
Valentina: Ah… bueno, mi papá está
por allá, dijo que quería patinar en solitario un rato… - dijo señalando a un
hombre que patinaba pensativo por la pista. Un hombre que definitivamente
conocía.
Yo: ¿Y qué tal si te llevo hasta él?
Valentina: No te preocupes, puedo ir
yo sola. Un placer conocerte Martha Lennon, nos veremos luego – dijo destilando
autonomía y dirigiéndose a la pista. La miré asombrada, pero sonreí.
Tomé mis cosas y me fui a mi casa. De
camino me di cuenta que no todo era malo después de todo… todavía existían
ángeles con apariencia humana entre la soledad del mundo.
Well, well aquí está, otro capítulo más. Me gustó como quedó, pero a lo mejor son solo malas impresiones mías, así que... ¿qué les parece?
¡Valentina apareciste! *Entrevista de CNN* ¿Qué se siente ser la hermana de Stu? Porque eres su hermana, ¿cierto? ¿Cabe la posibilidad de que seas su hija, prima, nieta, sobrina..?
Rita: Lo sé, eso le pasa por ser tan sexy e.e JAJAJAJA POBRE STU! El no tiene la culpa, es víctima de las retorcidas ideas de mónica (? jejejej besos y suerte en la "competencia!" :D
Aly: No, no habrá papelitos, absténganse de suicidarse XD jajajaja ESPERO EL DIBUJO! Sí, si yo fuera sus padres lo encerraría en la torre más alta para que dejara caer su cabello y sus fans pudieramos subir por él *-* ok no. PERO SIGUE VIVO, ES LO BUENO!!! Ah.
Valeria: Pobre, pobre George, es el mártir de Martha :) No creo que monica haga sufrir mucho a Paul... PERO YO SI! >:D muehehehehe Nah, yo tampoco, circulará un virus de insomnio por el mundo?
Valentina: Calmada chica, ya estás mira y estoy segura de que lo harás sufrir... LO MERECE!!! mua
Sánchez: Me halaga que nos leas en matemáticas, me siento corruptora de mentes :D Aquí está tu capítulo, no me mates!!!
BUENO Y AHORA SÍ LA HORA DE LA VERDAD, EL DESAFÍO A MUERTE (ok no) DE ALY Y RITA ESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS:
"¿Cual sería su cita ideal con Harrison? Deben describirla MUY BIEN y será la jueza del inframundo la que decidirá... osea mónica (sin ofender, darling :D)
Saludos de Mónica que está castigada por orden de su padre :D creo...
Sueñen con Paul!
Sueñen con Paul!
Lady Mary.